Guillermo Tell, padre y héroe suizo.
La historia de uno de los principales símbolos de la libertad de Suiza.
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Aquel día, soplaba un helado viento en la plaza del poblado suizo de Altdorf. Guillermo Tell sostenía la ballesta firmemente mientras que su dedo índice comenzaba a apretar lentamente el sistema. De improviso la saeta vuela y parte la manzana en dos, sobre el pálido rostro de su hijo.
La anécdota llega a nosotros hasta nuestros días casi como un acto circense, sin embargo, quienes lo narran olvidan contar el drama que se esconde detrás.
Hubo un tiempo en que Austria se encontraba invadiendo Suiza y para custodiar la zona donde vivía Guillermo (o Willhelm), estaba establecido temporalmente el Duque Gessler, un personaje cruel que hacía uso y abuso de su cargo.
Guillermo y su hijo se encontraban buscando provisiones en el pueblo cuando observaron como sus vecinos se inclinaban en reverencia frente al sombrero del duque, que adornaba el extremo de un poste. Guillermo se negó a inclinarse haciendo una reverencia y como castigo, Gessler, a sabiendas de la fama de excelente tirador de Tell, lo obliga a dispararle a la manzana ubicada en la cabeza de su propio
hijo, el cual se encuentra ubicado a una distancia de casi cien metros. Guillermo saca dos flechas, y cargando una en la ballesta acierta el disparo bajo una presión increíble.
Asombrado, Gessler lo observa con curiosidad y le dice “Si sabías que sólo tenías una oportunidad de acertarle a la manzana o matar a tu hijo ¿porqué sacaste dos flechas?”. Y Tell le contesta “Porque si hubiera fallado y mi hijo moría, la segunda flecha habría sido para asesinarlo a usted”.
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El Duque dominado por la ira lo hace capturar y llevar a la rastra a un calabozo. El héroe suizo logra escaparse. Tal como un moderno francotirador espera a que Gessler atraviese determinado valle y por medio de un disparo de largo alcance lo hiere de muerte.
En ese preciso momento se daría inicio a una serie de acciones revolucionarias que terminarían devolviéndole la independencia y la libertad a Suiza.
No existe prueba o documentación que Willhelm Tell haya sido un personaje real, aunque es probable que sus rasgos y acciones hayan coincidido con algún luchador real por la independencia Suiza. Sin embargo se sitúa la acción en noviembre de 1307 (siglo XIV). A partir de allí la historia fue trascendiendo más que nada de forma oral (tanto contándola en narraciones como en poemas o canciones).
Existen historias de hasta 200 años antes, en donde se describe la hazaña de un hombre acertando a la manzana en la cabeza de su hijo (en una balada inglesa se describe esa acción, por ejemplo).
En el siglo XVIII, Voltaire comentaba “La historia de la manzana es muy sospechosa y lo que lo acompaña no es menos. No hay ninguna prueba contemporánea que Tell o Gessler existieran; es más, hay otras leyendas que con otros personajes, relatan una proeza arquera parecida a la de Tell”. Es evidente que en los relatos que se han transmitido desde el siglo XV sobre Tell, predominan los motivos fantásticos y folklóricos, pero también pudo haber pasado que Guillermo haya existido realmente, pero que luego las mismas tradiciones lo hayan rodeado de una serie de hechos extraordinarios. De una historia cargada de nacionalismo que se contaba de padres a hijos durante el siglo XIX se pasó a una figura de carácter universal.
Fuente: Wikipedia.
En la estatua de bronce de Tell y su hijo, cuentan la historia tradicional y también que, luego de muchos años, éste fallece ahogado intentando salvar a un niño que había caído a las aguas de helado lago.
Arq. Jorge Hugo Figueroa.
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