Horizonte poco optimista

Escribe: Carlos Paladino.


Foto Télam

Presenciamos el desempeño vergonzoso de la democracia institucional tratando de conciliar posturas antagónicas, respecto de una “pavada”, como es el tratamiento de la deuda externa que.  por tradición no queremos pagar. Las evidencias excusadas desde las bancas opositoras al cumplimiento de los compromisos contraídos con los extranjeros, son tan irrisorias como incongruentes y patéticas. Lo que sí fue un éxito, fue la otra estatura de la democracia (¿comportamiento civil?), rompiendo el Congreso, patrimonio nacional. La ligó, también, el despacho de trabajo de la Vicepresidente de la Nación, que al estar el hecho contemplado dentro de un reclamo popular contra las exigencias del FMI; la señora Cristina los habrá de obviar, aunque, ahora están dudando de que el daño no haya sido prefabricado.  Destrozos que desde luego y como corresponde a un buen ciudadano, pagaremos los mismos que pagamos todos los desbarajustes del país. Pérdidas, no recuperables, que serán infiltradas dentro de los Gastos Públicos. ¿Por qué hacer las cosas bien, si haciéndolas mal, a gran parte del pueblo le viene al dedillo? Ser un defaulteador serial crónico (así nos han catalogado en el universo financiero), es la forma que adoptamos para no pagar las deudas internacionales. El negocio de los gobiernos argentinos es pedir plata para gastarla en la política, en la compra de votos, en fomentar la desocupación, en el “derrame” de la corruptela, etc. En hacer grande y bien pagado un Estado cada vez más inservible. La prevaricación judicial aprovecha también el derrame de la plata prestada; única manera de comprender como tanta delincuencia gubernamental y de la otra, anden caminando sueltos por la calle, al lado de las personas obedientes de la ley.

Como cualquier deuda, la del FMI la vamos a tener que pagar y, ojalá, que sea, solamente, con dólares. Buscar que no la sufran los privilegiados del Estado y los que menos tienen, es una quimera. La actividad privada no puede llenar ese vacío, no deja de ser una pretensión, una demanda irresponsable e irrealizable. Algunos más que otros; la deuda la sufriremos y pagaremos todos. Crear empleo masivo es imposible. Viene al caso preguntar: Por qué al sindicalismo duro, el gobierno no le pone los puntos en beneficio de los trabajadores, si ellos aprietan al sector privado “a tontas y a locas”, sin mediar si sus métodos son lícitos o no.  ¿Miedo o complicidad? Tal vez, las dos.

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Las opciones de las cuales nos podemos agarrar, vista la situación efectiva, nos acerca a una nación pronto a incendiarse; pero, con “más de cien millones de pesos” invertidos en aviones hidrantes que no sabemos dónde están guardados. Los problemas de la Argentina no tienen una explicación única y rotunda, en cambio, si pueden distinguirse claramente por medio del resultado que le llega a la gente a través de sus efectos políticos y burocráticos.  Los distintos estamentos que forman el Estado soberano de nuestro país se han reagrupado en un “pandemónium criollo” donde van a guarecerse los dirigentes indignos de conducir la nación. Es un monopolio de insensatas determinaciones que lejos de corregirse – por el aprendizaje que da la experiencia – se ufanan en potenciarse para ser peores a medida que prospera la democracia republicana. Es tan voluminoso el deterioro en que estamos encerrados que resulta más fácil negar la problemática que ver de solucionarla con estudio, esmero en la tarea y capacidad. Asimismo, se especula con la probabilidad de que la sociedad todavía puede aguantar un tiempo más las aflicciones.

Las presiones que sufre el presidente de parte de cada una de las facciones internas, que saben de su fragilidad de poder, han ido logrando que la confusión, lo haga pisar sobre terreno fangoso.  No volveremos sobre las idas y vueltas ideológicas con las cuales se posicionó según el líder mundial con el que se reunió, pidiendo ayuda para su país. En el corto periplo se proclamó ante los oídos del mandamás, a veces capitalista y a veces anticapitalista acérrimo. En ocasiones se desahoga hablando: entreverando su aspiración a un segundo mandato. Alberto Fernández necesita del cariño de la gente, está solo.  En una reunión importante con “concejalas e intendentas” realizada en el CCK hablo sobre el acuerdo con el FMI y les enfatizó que; “Discutí durante dos años con el FMI, al que desprecio tanto como todos” (La Nación ,9/3/22) Empero, quedaba aún, espacio para una zalamería más a sus fans. . Creyó ver en ese rapto de afecto y simpatía que se había establecido con los presentes, agregar una cosilla feliz. Según él, Néstor Kirchner le decía: “La política cada vez está más lejos de los problemas de la gente, los que más cerca están de estos problemas; son los concejales e inmediatamente después los intendentes” (Página 12) Ni los dioses la hacen mejor. Hasta quedó bien con Cristina y con Máximo. Lo dicho; Alberto falto de cariño, se extralimita en supuestos y ejecuciones ante quienes les soban el lomo; que lo adulan. El presidente está un poco embrollado, ¿no? Igualmente, en la localidad de José C. Paz, distrito inexpugnable de Mario Ishii; en el Día Internacional de la Mujer, después de elogiar al intendente, mostró sus intenciones a una segunda reelección en el 2023.  Los asistentes aplaudieron con ganas a Alberto, hecho que no dejaría pasar por alto para expresar:“Quiero Mario, que sepas que te prometo, que antes de que este gobierno, de que mi mandato termine – en este primer mandato que tengo – yo te garantizo que van a tener el polo industrial que necesitan para darle trabajo a todos los hombres y mujeres de José C. Paz” Dada la trama política que lo envuelve, nos retumba como una ilusión demasiado apresurada del presidente.  Acompañó el arriesgado proyecto con un “Mario Ishii me asombra…” En realidad, fue una devolución de alabanzas. Ishii había defendido al presidente exclamando “Tengan piedad del pueblo porque un día se va a levantar contra los medios, no tengo duda de eso” …” No pueden ser todas malas y pegarle y pegarle al Presidente” (Diario Perfil) No estimamos una amenaza las sentencias de Ishii, tal vez, sólo prevención.

El presidente Alberto Fernández necesita que lo quieran y ante el primer halago o muestra de afecto se desahoga hablando, quizás fuera de lugar.  No obstante, esos indicios de sostén lo animan ¿cómo para lanzarse a una segunda reelección presidencial? En cuestiones de política, nadie tiene la última palabra.

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Líneas atrás escribimos sobre las causales del desgobierno; de la desorientación   política opositora que nos avizora un “No pongas el vino nuevo en odres viejos” que es como advertirnos que no desperdiciemos el tiempo en cosas ya vistas; que se cagan en nosotros. El escenario democrático pone en escena, a un elenco de artistas apropiados para una obra d terror. Protagonistas que, en lo que va del nuevo ciclo, ya han enseñado su catadura, sus incapacidades y sus temores. Seamos prácticos en el análisis de quienes “manejan” el Estado y el destino de los argentinos. Este sindicalismo de antigua data y artilugios medievales (sin ellos los trabajadores vivirían mejor); Los Luis D’Elía y los Pérsicos (uno con antecedentes penales y el otro subversivo Montonero (sin antecedentes laborales) agraciados por el gobierno peronista. Ambos mueven millones de pesos, sacando a pasear a las familias necesitadas de ayuda social por las calles del centro de Buenos Aires. Suben a los escenarios partidarios con discursos proselitistas ineficaces, para las personas que dicen proteger. La realidad indica que, son convocadas a permanecer en este régimen de pobreza en que se hallan inmersas; única manera de seguir conservando sus cuotas de poder. Por ahí anda el abogado Juan Grabois, tomando tierras ajenas. Es un favorecido del papa Francisco, lo cual le concede letra bendita para moverse impunemente. No soluciona nada, pero, cobra un dinero y mete bulla. Los gobernadores, utilizan sus territorios – con la gente incluida – como si fueran de su exclusiva propiedad.  No tienen límite para pedirle plata al Estado, ni el control para comprobar el destino de esos (nuestros) dineros. En su mayoría son inmensamente ricos. La corrupción es un conglomerado de entidades agremiadas. Un Cuerpo Colegiado de Privilegiados. Y, así, con ejemplos del mismo tenor, podemos llenar páginas en cuanto a los abusos y corruptela que sufre nuestra población.

La Cámpora (otro elemento a tener en cuenta) es tan pasmosa como insufrible y onerosa. Se creó respondiendo a una imperativa inevitable de la familia Kirchner. El jefe Máximo completa una dinastía cuyo fin es resguardar y mantener vigente el régimen autocrático adoptado, que es el que más conviene a sus intereses. Esa muchachada, económicamente sustentada por nuestros impuestos, recluta miles de pibes y no tan pibes, muy bien pagos, que, en base a eso, se han adueñado de los principales organismos de recaudación. Hoy, Máximo Kirchner, ese chico, sin estudio, sin una preparación adecuada, puesto a dedo en la corporación y en el Congreso, condiciona con su voto el acuerdo con el FMI. Además, los sucesos ridículamente protagonizados con resonancia internacional, nos ubica en la mirada del mundo libre, en una posición pro rusa. Afirmativa del accionar de Vladimir Putin.

La historia política argentina nos ha situado en un punto de la encrucijada que nos condiciona el optimismo. Una definición irónica de Optimismo, sería para Ambrose Bierce: “Doctrina o creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno, especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que está mal…La forma más aceptable de exponerla es con una mueca que simula una sonrisa”     

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