La literatura como instrumento de salvación
Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Las piezas que componen “Ombligo inteligente”, reciente libro de Alberto Sánchez Graf publicado por Halley Ediciones, no encajan en ninguna de las categorías, géneros o subgéneros en que tradicionalmente se subdivide esa ilusión amorfa que por llamar de algún modo definimos como literatura.
A cada pieza del libro, más que leerla, debemos saborearla, meditarla, dejarla jugar en la imaginación para que dispare sensaciones, interpretaciones a veces contradictorias, dejarle que nos lleve a ese lugar en el que, como dijo algún poeta, no tienen cabida los mediocres.
“Empujo la espera / para no dejar lugar detrás de mis zapatos”, arranca Sánchez Graf como para ponernos de una en esa dimensión ajena a la alienante vida cotidiana e instalando el tema central sobre el que gira su libro: el tiempo, la urgencia, la incapacidad para (como metafóricamente se dice ahora) bajar un cambio. Frase breve para su lectura, esta que inicia “Ombligo inteligente”, eterna en las especulaciones que provoca. El libro de Sánchez Graf puede leerse en media hora y al mismo tiempo una vida puede que no nos alcance para hacerlo.
Me voy a permitir tomar prestadas palabras de Marcela Guerci, quien prologa “Ombligo inteligente” de manera admirable, poniendo al lector en perfecta sintonía con lo que tiene por delante: “En la escritura que sucederá a este libro hay un autor desnudo, sobreviviente, atemporal, ebrio, milenarista, inacabado, hacia adentro.
“Que respira, empuja, naufraga, fermenta, disuelve, resignifica, emancipa y se encuentra.
“Que constela la muerte, la intemperie; y también, vacíos, sospechas, laberintos, enigmas, sombras y las ausencias.
“Que libera memorias, mapas, sueños, miradas, orillas, manos, orgasmos”.
A Sánchez Graf le preocupa el manejo del tiempo, eso que como diría Borges es lo único que se mantiene inmóvil: “El futuro posterga el hambre de ser”, “El tiempo está en mí. / Sólo existo /en sospechosas intermitencias”. El carácter inasible de cada instante desespera al autor, lo lleva a extremos insospechados para convencerse de que en realidad no existe un presente en el que podamos instalarnos, y claudica en su intento como un guerrero que da batalla hasta el final.
Aunque, a decir verdad, de alguna manera el autor descubre el secreto y nos permite un dejo de esperanzas: “Tal vez escribir / sea demorar un plan / que tiene la naturaleza para con uno. / Tal vez escribir es una forma de sanarse / de una extraña naturaleza / que desconocemos e intuimos / desde una ancestral memoria celular”.
Alberto Sánchez Graf nació en 1961 y es autor de una vasta obra poética en la que se destacan “Animal simbólico” (2005), “Metálogos”, del mismo año, “El ojo desnudo” (2012), entre otras.
Ya es casi un lugar común afirmar que la literatura olavarriense ha dado un gran salto de calidad y de vitalidad en los últimos años. El nuevo libro de Sánchez Graf es la manifestación más acabada de ese lugar común.
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