No desentenderse de la cosa pública

Escribe: Carlos Paladino.


Nuestro país debe ser bien querido. Quererlo con ese desacostumbrado y antiguo amor a la patria, – que ahora parece arcaico y chabacano –  que nos enseñaron los maestros de la escuela y que le vienen negando los fieles pundonorosos encargados de forjarlo y engrandecerlo.  No son fiables los que juran, con Dios y la Patria como testigos que, de no hacerlo, la justicia se los demandará. No podemos seguir confiando y dejando hacer a esta clase social privilegiada, lo que no saben o no pueden. Son muchos años de lo mismo. No inducimos a “que se vayan todos”; no, por el contrario, exhortamos a que se queden los honrados, los competentes y los abnegados que saben cómo lograrlo. Nuestra patria tiene mucho de esos hombres.  Nuestra patria está agotada e indefensa de ver como la saquean impiadosamente. Es preciso contar con gente que le tema a la Justicia y con jueces que le teman a la gente. Porque, haciendo honor a la verdad, la situación que padecen las instituciones, el pueblo trabajador; la ciudadanía en general se ve asediada por las imposiciones corporativas; la pobreza que alcanza a la mitad de la población, el aprovechamiento inmoral a que es sometida la dignidad de los empobrecidos por quienes cobran para mantenerlos en un estado de indigencia permanente. Son la secuela que pagamos para que personajes importantes– que tienen su dinero en paraísos fiscales – no vayan presa. Riquezas que deberían haber sido la cimiente de propagadores de trabajo merecido.  Vemos tanta falta de respeto a la condición humana de los sufriente de la pobreza, que empezamos a ver esta pobreza inducida, como miramos un espectáculo recreativo. Nos vamos contagiando de la ausencia de sentimientos humanitarios que nos inculca el gobierno y demás inoperancia política.  Tampoco es el caso de “calentarnos”, justo ahora.  por los 12 millones de pesos que le pagarán a la señora Nacha Guevara, si sobrados saberes adquirimos acerca de la manera que adopta el gobierno de indemnizar a los héroes del ’70. Hablamos de cifras de dinero incalculables libradas a lo largo de cuarenta años. Mientras tanto, los otros héroes; los que mandaron a salvaguardar la soberanía de las Malvinas ante un enemigo superior en armas, equipamientos y estrategias militares, todavía reclamas algo de gratitud del pueblo que defendieron. Justicia sí; hipocresía, no.  

La condición de aflicción, de pesadumbre con que se despiertan los argentinos que todos los días salen a ponerle el hombro al país, nos obliga a preocuparnos más y más. por los valores de la nación argentina. “No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final” (C. S. Lewis) Nos parece una frase apropiada para lo que deseamos trasmitir.

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No interesarse por una crisis fabricada a conciencia, como es la que supo patentizar el abuso indiscriminado de la dirigencia política en épocas democráticas; es declarar, abiertamente, que estamos de acuerdo con el destino que están montando para una argentina imbécil, resignada y timorata, convencida de ser parte de una manada dócil, disciplinada y al arbitrio de cualquier pastor corrupto de poca monta e improvisado en el arte de ser útil a la sociedad que representa. Desentenderse del accionar político que lo envuelve, es descuidar el futuro de sus hijos, Aunque, en realidad, ese rol desaprensivo hacia los demás; hace rato que lo cumplimos.  Es que son muchos los expertos en dar cátedra de materias que nos laceran en todo momento y, al final, si los dejamos hacer libremente, lograrán salirse con la suya.

El pacto homologado por el dúo Fernández – Fernández, (cuyos términos los argentinos desconocemos) en un contexto lleno de desprecios y acusaciones del presidente a la señora Cristina, fueron de tan baja estofa, y muy propios de gente de muy baja condición moral; que las noticias que nos informan los medios respecto de “lo mal que se llevan entre ellos, ni se hablan” era una cuestión con final cantado. La resultante – también cantada – de ese enojo, dejó a Alberto Fernández, sólo, sin protección partidaria, y sin plata; en medio de un desequilibrio económico- político y moral complicadísimos. Nuestro presidente se auto engaña, diciendo ante quien lo quiera escuchar que “Existe una inflación autoconstruida en la cabeza de la gente” Y sí; ¿cómo no?, vaya al almacenero y cuando vea los precios, se autoconstruirá una inflación en ciernes.  En otro escenario dijo: “estamos produciendo mucho más, se está generando mucho empleo, pero no estamos logrando distribuir” Sinceramente, nos suena ampuloso; pero, ¿en una de esas…? ¡Cómo no iba a caer Macri en la volteada! Confesó que los industriales le contaron que el Ministerio de la Producción de Macri les aconsejaba “producir en China y etiquetar en Buenos Aires” Los “industriales siguieron aguantando sabiendo que iba a cambiar y cambió” ¿Para bien o para mal? Nos han informado que muchas empresas se fueron o radicaron en otros lugares. Confusión, desconocimiento o mentira. Tal vez un poco de las tres.

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Podríamos colegir que el aislamiento y la orfandad de Alberto Fernández, en su circunstancial Presidencia de la Nación, es producto de su desmedida ambición política, e, indiscutiblemente, por la suma de errores acumulados sin cesar; el principal de ellos, haberse convencido de que la señora Cristina; el kirchnerismo manejable que la sigue a todos lados sin medir las consecuencias negativas que dejan a su paso;  la extravagante (por inutilidad y costo) La Cámpora una facción  convocada para encarnar a “los soldados de Cristina”, una organización que reúne jóvenes –que se fueron poniendo viejos – que ocupan un alto rango en el Gasto Público,  y que pagamos religiosamente. como si se tratara de la seguridad a un monarca y su séquito real. En fin, buscó y encontró cada uno de los problemas que se propuso. Lo peor, es que está asumiendo las elucubraciones tramposas e inmorales que no surgieron de su iniciativa.

La figura todopoderosa de aquel Alberto que anunciaba que enviaría al Congreso Nacional “un proyecto de ley para blindar la atribución del Jefe de Estado y los gobernadores para adoptar las medidas que consideren necesarias para combatir la pandemia de coronavirus”; con esta disposición se daba “mayor espalda legal y fuerza política a las decisiones que fueran tomando los mandatarios, ya sea a nivel nacional o provincial” Ese presidente azuzado por un equipo que lo ayudaba a gobernar, se manifestaba seguro, para confrontar bajo su responsabilidad, las agresiones de la pandemia. Concentrar las determinaciones en una persona, podía representar una economía de opiniones que demoraban al gobierno. En el presente ya no goza de acompañamiento alguno, y menos de su vicepresidenta que siempre pensó por los dos. Requiere de voces ajenas para enfrentar la economía y la inflación irrefrenable. Se estuvo a punto de perder el entendimiento conseguido con el FMI, por la cantidad de idas y vueltas que introducen los opositores al acuerdo. El Fondo aprobó el convenio; “pero, puso dudas y reparos sobre su cumplimiento y redujo a un bimestre la revisión de las metas” Algo que molesta a Alberto – dicen –  es la política de control de precios de Feletti. Para bajar la inflación galopante, el presidente sabe que hay que hacer un recorte feroz en el Gasto Público, totalmente impopular y que Macri no quiso o no supo de qué manera hacerlo. Si no es él, será otro, pero, hacerlo, hay que hacerlo. Un país que tiene el 50% de empleados públicos, que ganan igual o más que los del sector privado; con subsidios cada vez mayores para controlar los servicios; con los escasos recursos disponibles que agrega la comercialización de la producción genuina; el recorte que se viene es irreversible. En mayor o menor grado es justo que lo suframos todos. Alberto no tiene gente a mano para conversar al respecto y, con el Fondo, el país debe cumplir. En el Consejo Económico y Social habló de reunirse con empresarios y sindicalistas y hacer “una especie de terapia de grupo…démonos. agregó – la oportunidad una vez al diálogo, para ver si podemos construir algo nuevo y distinto”.  Ponerse de acuerdo en algo nuevo y distinto, ¿qué significa? Inventar algún plan milagroso que evite tomarlas drásticas medidas repelentes que deben realizarse. Medidas de rigidez extrema que hay que cumplir de acurdo con la palabra empeñada al Fondo. Alberto, – digámoslo sinceramente – además de consensos, busca y necesita cómplices que le den validez a las determinaciones a concretar. Las vueltas de la vida, pretende el acompañamiento de aquellos “miserables” de antaño.

Pero, no acaban aquí las dificultades para el presiden argentino. Si atendemos a las últimas novedades, el Instituto Patria quiere que “capitule” en dos cuestiones sensibles”:  1) Cristina exige que Alberto eche a Martín Guzmán, Matías Kulfas y Miguel Pesce. El equipo económico. 2) demanda que, en la revisión de mayo del FMI, Alberto “replantee la negociación con Washington” y, además, reabrir la discusión para solicitar exigencias “que ya fueron rechazadas por el FMI” El gobierno argentino le quita argumentos al presidente Albero Fernández y lo pone en peligro de hacerse cargo de una soberana ridiculez.

La realidad, nos obliga a no desentendernos de la problemática nacional  

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