Opinión | No cambiar el paradigma
Escribe: Carlos Paladino
Una vida puede tornarse angustiante si la recorremos por un sendero tortuoso. Causa una presión tal, que nos invalida para hallar un modo coherente de librarnos de esa angustia.
La Biblia al describir lo tortuoso le da la forma de una bestia y la asimila a Satanás, el genio del mal. Es sólo una alusión a lo descrito en las Sagradas Escrituras, con respecto a lo que entiende por «tortuoso». Y, si, por qué no, posiblemente, indultar a la señora Cristina de Kirchner y a su séquito gobernante sea la única razón que asiste a nuestro país para escabullirse del drama histórico de la inflación, al despropósito de la corrupción, agudizadas; ahora, por la fatalidad de la pandemia.
En una de esas ya despreocupados de la amenaza de prisión que pende sobre sus cabezas, sus ideas dejen de alucinar y comiencen a pensar acorde a la medida de la nación que representan. Son medidas medulares ante el panorama político por venir. Es cierto, no tiene mucho que ver con la moralidad; pero, también es inmoral la justicia que predican los jueces comprometidos con la militancia del poder.
Los bandos opositores no cuentan con el número suficiente para rebatir las incongruencias, y tampoco se afilan las uñas para un enfrentamiento desigual. Por lo tanto, porqué no rendirse ante la evidencia y no molestar más a la señora Kiirchner; perdonar las culpas que la culpan tanto a ella como a sus amigos (¿cómplices?) y nos dejamos de «escorchar».
Igual se vive sin honor y sin justicia. Nos olvidábamos, el Presidente de la Nación acompaña este sentir. Además, nadie va a sacrificar un sueldo si se lo puede proteger, esgrimiendo una sutil defensa del honor, en nombre de todo un pueblo.
Una injusticia más no le hace mella a la historia argentina. «¡París bien vale una misa!», dijo Enrique IV y aceptó convertirse al catolicismo, condición prioritaria para acceder al trono de Francia.
La victoria de las últimas elecciones presidenciales y la preeminencia de la mayoría parlamentaria tuvieron como objetivo moldear la Justicia a sus necesidades. La estrategia consistió en tener un Ejecutivo acuñado en esos términos. No era tan complicado; si sopesamos que una considerable parte de los jueces comulgan con los requerimientos de la ex presidenta.
«Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia» (Bertolt Brecht) ¿No fue por eso que la actual vicepresidenta de la Nación, eligió como cabeza de fórmula a Alberto Fernández?
De esto no existen dudas, lo afirman las contradicciones del presidente Fernández. ¡Algún día sabremos cuánta plata nos costó este convenio!
La señora de Kirchner, precisaba certezas respecto del avance del Presidente sobre la Corte y lo apremió para que, directamente, colocara en los cargos a los amigos kirchneristas. De esta manera iba en busca de una garantía judicial para ella y aquellos que aparezcan como sospechosos de complicidad.
El senador Adolfo Rodríguez Saa «ya impulsaba un proyecto para llevar los 5 miembros actuales a 9».
Medidas así no se habían visto ni en épocas de Menem, era «un verdadero golpe al Poder Judicial» . Alberto Fernández no la hizo prosperar y trabajó su propia reforma judicial.
El pacto preelectoral con Cristina Kirchner, era indisoluble y solemne – al mejor estilo de un pacto de sangre- pero suponemos que el Presidente no podía arriesgar el éxito del acuerdo y, sus anteriores reflexiones lo condicionan.
«Alberto decía – recuerda uno de sus amigos – que lo de Boudou con Ciccone era un ejemplo perfecto para estudiar en las escuelas de Derecho sobre corrupción estatal».
El señor Fernández ahora debía mudar de opinión sobre los involucrados en la corrupción. ¡Meterse con Boudou, justo con él! Una real inconsciencia; se acomodó como pudo al pacto y, ya llegaría la oportunidad de reivindicarse: ·«Coincido con muchas de las cosas que dijo Cristina en su carta»
La vicepresidenta Cristina Kirchner, inició una verdadera cruzada contra la justicia. La historia nos conduce a un rejuntado de ejércitos de la Edad Media, que ante el llamado del Papa, iniciaron una guerra en pos de recuperar Tierra Santa para la cristiandad, en poder del Islam.
Cristina, asimismo, con las fuerzas coaligadas que la respaldan -llámense La Cámpora, el incalculable estado prebendario, los jueces militantes, los ex subversivos, los Derechos Humanos, los movimientos feministas, etc.- van por recuperar, para el peronismo, la Justicia Argentina.
Además de Boudou, se hallan en esta patriada, De Vido, Jaime, D’ Elía, Lázaro Báez, dirigentes y exfuncionarios K, por causas de lavado, violencia y enriquecimiento.
La pelea se plantea en conjunto para no evidenciar que la única perseguida política por esta justicia es la señora de Kirchner; que las innumerables causas que suman los K, son producto de una conspiración argüida contra ellos.
Esta campaña avanza y no sabemos si alguna vez logrará ser controlada. La vicepresidenta va obtuvo réditos; por decisión de una jueza queda exenta de cualquier investigación en su patrimonio. A la señora Milagro Sala se le organizó una marcha pidiendo su libertad, bajo la consigna «La Corte, basurero de la democracia» y tiraron bolsas de residuos por encima de las vallas de la sede judicial.
El dirigente Andrés «Cuervo» Larroque participa de la movida, tuiteó «La Corte que la corte» Mientras el parlamento esté copado por el peronismo cualquier tratamiento está cubierto de legalidad..
La conjura contra la dignidad argentina no se detiene. Los números de la democracia son indicadores de que la mayoría de los argentinos no tiene aspiraciones en cambiar el rumbo del país hacia un progreso sostenido.
¿Será que la política prebendaria ha comprado el espíritu y el alma de nuestros ciudadanos y se acostumbraron a eso? Es muy posible. Para el caso da igual, la realidad pasa por resignarse a la injusticia y al abuso indiscriminado. Quizás continuar con los mismos patrones ideológicos otorgue mayor crédito a la incertidumbre. Es una cuestión de fe. Cada uno viene al mundo con un destino ya definido, oímos con frecuencia. Si hemos durado y superado el patrocinio, los sobornos, el nepotismo, la malversación, la prevaricación, etc. de los gobiernos desde que nacimos, bien podemos aguantar un poco más. ¿Quien dice que no sea la única alternativa?
Por eso proponemos no obstaculizar el camino que nos lleva a un futuro inexorable. Si continuamos sirviendo a la corruptela e inmoralidad acostumbrada, quizás, el tiempo, por sí solo, nos cure de esta enfermedad endémica que padecemos los argentinos. Sigamos así como venimos.
NO CAMBIEMOS EL PARADIGMA. ¡¡ ESTÁ TODO BIEN ¡¡.
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