Panorama político bonaerense: El virus une, la carne diferencia
Kicillof respaldó la vuelta a false 1 morigerada, pero teme que sea insuficiente para frenar al virus, sobre todo en el interior. Desavenencias con la resolución del Presidente de cerrar las exportaciones de carnes.
Por Andrés Lavaselli
El nuevo set de medidas de cuidado anti Covid igualó, en cierto sentido, el mapa bonaerense. Ahora todo el territorio está pintado de rojo alarma sanitaria. Sin embargo, esa equivalencia es engañosa, al menos para el gobierno de Axel Kicillof, que en público respaldó el endurecimiento fuerte de las restricciones que quería implementar hace tres semanas, pero en privado teme que haya sido demasiado tarde. Sobre todo para los distritos del interior, nuevo foco de preocupación oficial aun por encima de lo que ocurre en el AMBA.
El 30 de abril, cuando se estableció el set de medidas que ahora se profundizó, Kicillof había dejado entrever cierto fastidio por lo que consideró una atención excesiva por parte del Presidente Alberto Fernández al punto de vista más permisivo de Horacio Rodríguez Larreta. La vuelta a la especie de fase 1 morigerada que se dispuso ahora (funcionan los comercios no esenciales de todo tipo con delibery, aun en PBA, y los rubros esenciales que pueden circular son más de 70 cuando en marzo 2020 eran un puñado), fue por eso para él un reivindicación interna tanto como una ocasión de reproche a la oposición.
La preocupación, sin embargo, pasa por otro lado. En el gobierno temen que el corte duro de la circulación no alcance para hacer caer los casos con la suficiente contundencia como para que el piso del invierno no se convierta en una amenaza seria de colapso. En especial, la duda es si el ritmo con el cual la “mancha de aceite” de contagios se expandió desde el AMBA fue demasiado intenso. Miran la infraestructura sanitaria, que tiene allí menor desarrollo. Un informe interno fechado el 22 de mayo indicaba que en todo el interior quedaban 522 camas UTI libres. No son tan pocas, pero allí los traslados son más dificultosos porque hay menos hospitales y están más alejados entre sí. Hay otra dinámica que atender: A diferencia de lo que ocurrió en la primera ola, esta vez las provincias limítrofes de Córdoba, Santa Fe y La Pampa también están “estalladas”. Y aunque cierren, es difícil evitar la circulación entre distritos enlazados por una producción agro industrial que no se detuvo y con fuertes vínculos sociales también. Ese ida y vuelta no pasa por CABA o el Conurbano, donde se focalizaron los controles, y es muy difícil de interrumpir.
Con ese panorama en la cabeza, en La Plata se pusieron un plazo para ver si el parate es efectivo o no. El impacto en la cantidad de contagios debería comenzar a notarse hacia el séptimo día. De lo contrario, dicen, podría activarse una posibilidad que está contemplada en el DNU: Una prórroga. Hay que tener que ya está previsto que el 5 y 6 de junio vuelvan a regir las restricciones duras. La semana que queda en el medio entre el 31 de mayo y esa fecha podría ser la variable de ajuste si las cosas no salen bien de entrada.
Esa eventualidad de una semana extra de cirre, que no desean Nación ni Provincia, obligaría a extremar la acción en un frente en el que hay menos coincidencias que en el sanitario: El plano de la ayuda económica. Kicillof lanzó un nuevo paquete de contención en el que apuntó a los sectores informales, porque entendió que lo que hizo Fernández al respecto es insuficiente.
No es el único punto que los diferencia. El tema precios es otro, especialmente el políticamente más sensible de la última semana: el de la carne. Para hacerlo simple: Kicillof cree como Fernández que ese mercado debe ordenarse y que no puede ser que el producto aumente más en el mercado interno que en el exterior. Pero está en desacuerdo con la herramienta utilizada, el cierre de exportaciones. “Cuando Augusto (Costa, el ministro de la Producción) lanzó precios cuidados, tenía mesas de diálogo con los sectores todas las semanas”, recordó un miembro del gabinete. El esquema que implementó el Presidente, además, afecta especialmente las ventas a China (más que a otros destinos de cortes Premium), un mercado que comenzó a desarrollarse bajo la gestión económica de Kicillof.
La Provincia tenía todo listo para anunciar el miércoles pasado en Carlos Casares un paquete de medidas para el campo muy importante, que en un contexto de lock out debió posponer. Ese dato y la poca intervención del gobernador (apenas una declaración de ocasión) en el debate por el cierre de carnes demuestran que, hoy, privilegia sostener su buena relación con el sector. Desde el ruralismo, por ahora, le corresponden. Al final, tal vez esa sintonía le sirva a Fernández también: Si como parece paro y cierre terminan antes de lo previsto, el anuncio de Kicillof que llegará entonces probablemente tenga como invitado especial al Presidente. (DIB) AL
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