Panorama político bonaerense: Un deja vu agravado
Por Andrés Lavaselli
“Es un deja vu horrible y permanente”. Así describe un alto funcionario, de vínculo estrecho y permanente con Axel Kicillof, la mirada oficial sobre el estallido de la segunda ola de la pandemia de Covid-19, que esta semana retrotrajo la crisis sanitaria a los peores niveles de peligrosidad del año pasado. Por eso, el esquema de medidas de contención que se puso en marcha podría ser apenas un primer paso: La posibilidad de que deban aplicarse soluciones de mayor dureza está a la vuelta de la esquina.
El aumento vertical de la cantidad de casos diarios en la provincia es el indicador más difundido pero no el que más miran las autoridades a la hora de evaluar el minuto a minuto de la pandemia. El que más temen es el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva, que el último registro oficial ubicaba en torno al 69%, pero que en despachos oficiales actualizan ya levemente por encima del 71%. Es decir, quebrando el límite del 70%, la marca que dispara el alerta rojo en este punto.
Las autoridades no lo dicen del todo, pero hay situaciones muy críticas. La Plata es uno de los distritos más complicados. Los grandes centros de salud privados de la ciudad tienen sus terapias, mínimo, al 90%, con varios casos de saturación. El Conurbano no está mucho mejor. El desborde allí volvió a ser ese fantasma que espantó a Kicillof en la primera etapa de la pandemia. En el interior, también se repiten situaciones: Olavarría, con cepas ultra agresivas y una positividad del 45% -lo normal sería entre 5 y 10%- vuelve a ser un dolor de cabeza. Todo como el año pasado, pero un poco peor.
Por eso, el nivel y la intensidad de las restricciones que dispuso el presidente Alberto Fernández no terminaron de convencer al Gobernador, que pretendía algo más de rigor, sobre todo en materia de actividades recreativas. De ahí, por ejemplo, que en Provincia el límite para las reuniones al aire libre sea de 10 personas y no de 20, como rige a nivel nacional. También el cierre de comercios a las 20 hay que entenderlo en esa línea. En este caso, además, el gobernador consultó con intendentes, que ya habían comenzado a tomar esa decisión por su cuenta.
Hay dos textos que marcan bien cómo entiende la situación la Provincia. El primero –el más importante- es el decreto que establece la vigencia de las nuevas medidas en suelo bonaerense. Kicillof, como Fernández, evitó todo lo que pudo afectar la actividad productiva y comercial. Sabe que muchos rubros resistirían poco y mal un nuevo cierre. Y que el contexto fiscal pone un signo de interrogación sobre la posibilidad de otorgar ayudas estatales del nivel de las que se implementaron en 2020. Al mismo tiempo, preservó la presencialidad escolar. Aun contra una renovada presión de los gremios docentes, el Gobernador entiende que los chicos necesitan estar en las escuelas al menos un rato. Y que a la mayoría de los padres también necesitan que estén, incluso por razones de organización familiar. Pero al mismo tiempo, Kicillof introdujo una cláusula que le da a su jefe de Gabinete poder casi ilimitado para disponer medidas de forma inmediata, ante un agravamiento de la situación. El cierre temporal de las escuelas o un veto para circular por regiones son algunas de esas soluciones de emergencia sobre el escritorio de trabajo de Carlos Bianco.
El otro escrito es el que firmó el ministerio de Salud provincial junto a organismos como IOMA y PAMI, varias obras sociales sindicales y compañías de medicina prepaga. Contiene una advertencia de que el sistema de salud “tiene un límite”, lo que no llamó la atención en este contexto. Lo que sí hizo ruido es el pedido de medidas más estrictas firmado por la cartera sanitaria ¿No deberían ser ellos quienes las dispongan? ¿A quién o quienes iba dirigido el reclamo, al gobierno nacional? Eficaz, el equipo que lidera Daniel Gollan suele ser muy enfático en sus planteos, más allá de conveniencias y modales políticos. En este caso, hubo algo más: El CEO de una prepaga de alto nivel llamó angustiado a La Plata. Contó que en CABA tenía 14 pacientes en ambulancias para los que no encontraba cama y pidió el traslado a Provincia, donde rige un sistema que permite derivar pacientes entre efectores públicos y privados. Se trata apenas de un episodio puntual, ya resuelto. Pero es significativo, no solo porque detonó la explicita declaración donde todos los actores hablan de un sistema detonado. También, porque ayuda a explicar hasta qué punto la situación justifica el botón para aplicar medidas inmediatas que se dejó en manos de Bianco.
La apuesta inmediata, en ese marco, es a acelerar la vacunación. Con picos de unas 90 mil aplicaciones diarias, en el gobierno dicen que podrían tener a toda la población inscripta mayor de 70 años inmunizada en dos semanas. Y a la mayor de 60 con comorbilidades, también. Tenue, pero es por ahora la única luz al final del túnel. (DIB) AL
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