Panorama político: Entretelones bonaerenses del giro pragmático
Por Andrés Lavaselli
El estreno de Sergio Massa ministro de Economía fue, en términos políticos, además del resultado de una intervención in extremis del peronismo en busca de su supervivencia en coordinación con una parte importante del círculo rojo, la puesta en marcha de una nueva economía del poder interno en el Frente de Todos. Se trata de un mecanismo de triple validación imperfecta que involucra de modo especial al gobernador Axel Kicillof en un intento de dar volumen político a una salida de la crisis cuyo grado de dificultad puede medirse por el pragmatismo con que el orbe K tolera recetas ortodoxas.
Massa tiene interlocución directa con Cristina y, cuentan en su entorno, la usó para acordar las líneas generales de su desembarco antes de que los gobernadores forzaran el movimiento. Esta semana se dieron la foto con la Vicepresidenta en el Senado y el abrazo de Máximo Kirchner en Diputados. Esos gestos públicos transmiten un respaldo político imprescindible para el flamante Ministro, ´cuyo éxito depende en parte de superar la parálisis en la que demasiadas veces quedó sumida la gestión como consecuencia de las internas de Todos.
Pero no son los únicos movimientos ni son los únicos actores a los que hay que prestar atención: si el triple filtro que deben sortear ahora las decisiones importantes lo componen Cristina como dadora de músculo político, Fernández como aportante de la firma institucional cuyo escamoteo equivale a un poder de veto y Massa como bastonero, el rol de Kicillof resulta también central aunque sea menos público. Es que el Gobernador discutió personalmente el Ministro, en una serie de encuentros que arrancaron antes de su asunción, nada menos que 1) el diagnóstico de la crisis y 2) las medidas necesarias para intentar revertirla.
Kicillof involucró a su gabinete en ese trabajo: sus ministros de Economía y Producción, Pablo López y Augusto Costa; los titulares del Banco Provincia y ARBA, Juan Cuattromo y Cristian Girard dialogaron con el equipo de Massa. Costa, en especial, tuvo una larga “bilateral” con Matías Tombolini, el nuevo secretario de Comercio Interior y, además, habría acompañado al gobernador en una tenida a solas con el Ministro de Economía.
Un involucramiento tan profundo solo se explica por remisión a la figura de CFK, que completó por esta vía el aparato de sostén imprescindible para hacer creíble un plan que hasta ahora tiene bastante poco de heterodoxo y que desanda el sentido común K en materias tan centrales como subsidios, déficit, empleo público o emisión. Contra ese acuerdo de fondo, el episodio de Gabriel Rubinstein, el vice de Economía cuya confirmación se demoró cuando se conocieron sus posteos anticristinistas, es solo materia más para la anécdota.
En el entorno de Massa dicen que será confirmado el martes, junto con la salida de Darío Martínez de Energía. Aceptadas las políticas, los nombres parecen pertenecer a la esfera de decisión del Ministro.
Eso sí: el revés de esa trama de apoyos es el compromiso de Massa para que los fondos que tenía previsto recibir la Provincia no sufran recortes. Una promesa de la que la Vicepresidenta funciona como garante y que confirma la hipótesis del territorio bonaerense como refugio del kichnerismo.
Los mixtos
La oposición, que parece haberse amoldado a la idea de que Massa garantiza la sobrevida del gobierno hasta 2023, se sumerge en otro debate. Una pista surgió en la provincia: fue la visita que realizaron Patricia Bullrich y Alfredo Cornejo a Morón. Es que la líder de PRO y el senador radical componen un binomio de lo que puede ser el futuro electoral de Juntos: las fórmulas mixtas. Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales podrían formar otro. Ese dibujo PRO/UCR representa un rol más protagónico para el radicalismo respecto de 2015 y 2019, pero no tanto como se hablaba después de las PASO.
El principal perjudicado es, potencialmente, Facundo Manes, lo que tal vez explique las declaraciones en las que mencionó por primera vez en público sus conversaciones con el cordobés Juana Schiaretti. Por ahora, el neurocientífico parece retener solo el apoyo del radicalismo bonaerense. O de una parte de él, porque algunos intendentes sensibles al tercer lugar que le dan las encuetas comienzan a preguntarse si es negocio pegarse a una boleta interna de Manes. Por eso, tal vez, Bullrich se ilusione con convencerlo de lo que él dijo que no hará: postularse a Gobernador. La presidenta de PRO cree, en este contexto, que el encono de Manes con Larreta puede obrar el milagro.
Todos, mientras, miran a Mauricio Macri, quien con la reunión con los embajadores del G-7 y el pedido de no abrir al PJ alianzas territoriales en PBA sigue encarnando un polo “duro” de poder con proyección electoral.
La pregunta ahora es si será el mejor perfil para encabezar si a Massa las cosas le salen lo suficientemente bien como para ser candidato. Larreta cree que no: un “moderado” relativamente exitoso se beneficiaría de tener un halcón enfrente. Lo significativo es que en el Frente Renovador creen lo mismo: para ellos el negocio sería competir con el expresidente. (DIB) AL
Los comentarios están cerrados.