Permanecer: Un Homenaje a Diego Wagner y Raúl Colmenero

Para En línea Noticias escribe Lic. Marcela Blaufuks
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Siempre sostengo que los caminos de la vida son misteriosos. Corría el año 1992 y me desempeñaba como maestra en la Escuela 80 de un grupo de treinta y tres alumnos en séptimo año “C”. Chicos y chicas inquietos, curiosos, amigos entrañables, desbordantes de vida. Y así los sentía porque yo me reflejaba y crecía con ellos. Días pasados recibí una invitación de la actual directora, esos chicos y chicas se reunían para honrar la memoria de dos compañeros que partieron jóvenes. Raúl Colmenero y Diego Wagner. Viajaron desde distintos lugares, planearon un encuentro y, recordarlos. Eligieron la escuela, su patio, aquel que fue testigo de la infancia y dejar en él un jacarandá.
La Escuela 80 “Crucero Gral. Belgrano” abrió sus puertas y los docentes sus corazones. Hoy nos encontramos, nos abrazamos, diferentes pero reconociéndonos en los recuerdos y anécdotas. Y estaban presentes porque en esas historias eran parte inolvidable. El amor por ellos se expresaba en cada palabra, cada testimonio y sus padres, sus hijos, sus hermanos, sus docentes las atesoraban con fuerza porque ante tanto dolor, el amor sana, acompaña, abraza y asegura la memoria. Y allí vuelvo a sentir el amor hacia la docencia que nos da la oportunidad de transformar y transformarnos. Pienso en ellos, partieron en distintas circunstancias, muy jóvenes arrancados abruptamente. Diego en el Ara San Juan, Raúl en la ruta. Pero hoy transformamos el dolor en un acto de amor. Escribir, plantar un árbol, honrar con actos frente a los futuros egresados, investigar la historia de la escuela se convierte en una oportunidad de honrar las personas que construimos esos espacios.
Hoy vivirán en el jacarandá. Tomo prestadas las palabras de Patricia Solle, docente y narradora permitiéndome que la emoción me atraviese. “Dicen que quien planta un árbol, planta esperanza. Hermoso gesto Escuela 80 recordar a sus alumnos con la vida que guarda su árbol, con la generosidad de sus ramas, su sombra, su despojo y capacidad de volver a brotar y reverdecer. Lalo y Diego estarán acá. En la savia que guarda su tronco, en los pájaros que visitan sus ramas, en las raíces que lo mantendrá erguido, en la sombra refrescante, en el oxígeno que regala para seguir respirando y recordando que la VIDA sigue ahí. Los cobija con la esperanza de reverdecer y brotar por siempre en el recuerdo de cada persona que los quiere y guarda en lo profundo de su Alma.”
Los caminos de la vida son misteriosos, nos llenan de incertidumbre, de desafíos a la vez que nos regalan el compartirlo con otros. En el libro de las memorias de la escuela leí: “Los árboles son poemas que la Tierra escribe sobre el Cielo”. En ese jacarandá hoy quedaron nuestras lágrimas, nuestras palabras y aplausos pero ellos vivirán por siempre en la memoria, en los recuerdos de sus familias, amigos y compañeros que con sus actos los dejan permanecer.
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