Perpetuo Socorro


La imagen del “Perpetuo Socorro” recuerda los cuidados maternales que tuvo la Virgen María hacia su Hijo Jesús, prolongados desde que fue concebido por el Espíritu Santo hasta su muerte en la Cruz. En virtud del ejercicio de tan preciosa maternidad, hoy la Madre de Dios ejerce los mismos cuidados espirituales sobre nosotros, sus hijos.

            Cada 27 de junio se celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, advocación mariana extendida por todo el mundo, cuyos orígenes nos remiten a los inicios del primer milenio. Se trata de una devoción particular a la Virgen María, la Madre de Dios, que se hace presente siempre que uno de sus hijos sufre un dolor profundo, una emergencia, una catástrofe, una tentación, un peligro inminente, una enfermedad grave. María, como Madre Inmaculada, nunca se cansa de brindar auxilio y consuelo cuando acudimos a Ella.

            San  Juan Pablo  II  tenía  una  especial  devoción  a  esta  imagen  y  en  una  de  sus  visitas rezó esta oración   de  confianza  e  intercesión: Te invocamos  Oh Virgen del Perpetuo Socorro, Madre Santa del Redentor, socorre a Tu pueblo, que anhela resurgir.  Da a todos el gozo de trabajar por la construcción del Reino  en consciente y activa solidaridad  con los más pobres, anunciando de modo nuevo y valiente el Evangelio de Tu Hijo.  Él es fundamento y cima de toda convivencia humana que aspire a una paz verdadera, estable y justa. Como el Niño Jesús, que admiramos en este venerado Icono, también nosotros queremos estrechar Tu mano derecha. A Ti no te falta poder ni bondad para socorrernos en las más diversas necesidades y circunstancias de la vida. La hora actual es Tu Hora  Ven, pues, en ayuda nuestra y sé para todos socorro, refugio y esperanza Amén”.

(*)  Angélica  Diez, Misionera  de la  Inmaculada  Padre  Kolbe, Olavarría.

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