Presentación de Jesús en el Templo y XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada


Colaboración de las Misioneras de la Inmaculada, Padre Kolbe

Cuarenta días después de su nacimiento celebramos la solemnidad de la Presentación de Jesús en el templo, fiesta que refuerza elementos esenciales del cristianismo: la alegría y la fiesta, la fe y la razón, que -en palabras de San Juan Pablo II– “…son como alas que nos conducen hacia Cristo, Luz del mundo, Verdad de Dios y verdad del hombre”. San Juan Pablo II interpreta que: “El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir, en la incomprensión y en el dolor”.

El ofrecimiento de Jesús en el templo incluye el ofrecimiento de María y se confirma el sí incondicional de la Anunciación: “he aquí la esclava del Señor”, el espíritu de humildad que la inspiró para aceptar la voluntad de Dios y participar en la obra redentora de su Hijo. El anciano Simeón y la profetisa Ana, movidos por el espíritu de Dios, se presentan en el templo y saludan al Niño como representantes del Israel creyente al “Mesías del Señor”.

Sobre la bendición de las candelas que caracteriza esta fiesta, dice Jorge Bergoglio en su libro “Mente abierta, corazón creyente”: “…. hay luz en el templo cuando entra Jesús, porque entra el que es la Luz: “Luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel. Es el día de la candela, de la luz tenue, que se convertirá en un gran cirio adornado la noche de Pascua y se hará sol resplandeciente al final la historia. Las personas que llevan las candelas en las manos buscan al que es la Luz, a Jesucristo mismo, Dios y hombre verdadero”. La fiesta de la Candelaria une la Navidad, la Pascua y la manifestación de Jesucristo al final de los tiempos.

          En esta solemnidad la Iglesia también celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, -instituida en 1997 por san Juan Pablo II-, en nuestro país la Conferencia Episcopal determinó que se traslade al 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María. En este día oramos por todos los consagrados y agradecemos el servicio que hacen a la Iglesia y a nuestras sociedades, tanto los de vida monástica como los de vida activa en los diversos campos del trabajo educativo, social y asistencial. El papa Benedicto XVI en Deus caritas est los encomienda al cuidado materno de María para que “… aprendan de ella a amar a Cristo y así puedan plasmar en sus vidas el programa de vida de María: dejar espacio a Dios para encontrarse con él en la oración y en el servicio al prójimo”.

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