Relatos para En Línea: Escritores 226
Ediciones independientes delaltillo ofrece este sábado un viaje por la Ruta Nacional 226. Osvaldo Soriano, Manuel Puig, Roberto Arlt, Julio Cortázar y Abelardo castillo unidos, a veces misteriosamente, por la misma ruta.
Por Guillermo Del Zotto
La ruta 226, con una extensión de 623 kilómetros, nace en Mar del Plata y concluye en General Villegas. Una cinta asfaltada que literariamente podríamos decir que nace en Osvaldo Soriano y concluye en Manuel Puig.
Si a Puig y Soriano le sumamos Roberto Arlt, Julio Cortázar y Abelardo Castillo estamos contando con los dedos de mano a la mitad de los mejores escritores de la Argentina. Estos tres últimos no nacieron a la orilla de la 226 pero la usaron asiduamente y por un tiempo vivieron en Azul, Bolívar y Olavarría respectivamente. Todas ciudades atravesadas por la misma ruta.
La Ruta 226 ha sido la cinta transportadora de cinco grandes de la literatura nacional. Cinco autores que, a su manera, cambiaron la forma de escribir con sus sellos distintivos.
Desde una de sus puntas Osvaldo Soriano rompió para siempre con la musgosa rivalidad entre lo académico y lo popular, además de unir para siempre (junto con Fontanarrosa) al fútbol con la literatura. Y antes de llegar a Buenos Aires, sin abandonar la autopista 226, fue el observador mas agudo como ciudadano en Tandil. Hoy una plaza lo recuerda, pero en su momento la crítica de sus costumbres como por ejemplo a la turística celebración de Semana Santa, le valió un pasaje de ida el mismo día que se publicó la nota. Y es ahí donde se emparenta con Manuel Puig, quien en General Villegas fue víctima de un destrato propio de pueblo pacato mientras daba vuelta para siempre la manera de contar en sus novelas, revolcando de informalidades el género folletinesco. Llevando luego su obra al Hollywood de sus amores siesteros y pueblerinos.
Roberto Arlt en Azul. El periodista Marcial Luna publicó en el diario El Tiempo algunos artículos que certifican la presencia de Roberto Arlt en la vecina ciudad. A rigor de verdad, esta certeza que pone a la Ruta 226 bajo los pies de otro gigante de la literatura nacional, fue iniciada hace tiempo por Adolfo Rocha Campos. Lo cierto es que uno de los pilares de la novela argentina hizo sus armas periodísticas en esa localidad. Publicó sus artículos también a las orillas de la Ruta en cuestión.
Lo de Julio Cortázar en Bolívar quizás sea lo mas célebre. Ya que el por entonces Julio Denis ejerció como profesor de Geografía en esa ciudad. Su estadía fue registrada en varios libros, para amor y odio de los bolivarenses. También aparece su destino siguiente: Chivilcoy. Y un par de zapatos misterioso en algún cuento certificaría que hizo noche en Olavarría.
No se puede entender el cuento argentino actual sin Abelardo Castillo. Si bien nació en San Pedro, el destino quiso que hiciera el servicio militar en Olavarría. A los registros de Castillo en Olavarría y Sierras Bayas hay que buscarlos en sus autobiografías, donde entre otras cosas expresa que decidió ser escritor (como oficio, profesión, obsesión) cuando tenía 18 años y realizaba la colimba acá. En una chacra de Sierras Bayas para ser más precisos. Melancólicos almuerzos en «El Ajito», el enfrentamiento con un toro salvaje, amores que se van, amores que llegan.
Para volver a un autóctono habitante de la zona que nos interesa, mencionaremos que Manuel Puig desde su General Villegas provoca una de las mayores hecatombes en las letras nacionales. A partir de sus Boquitas pintadas casi nada será igual.
Dice la investigadora Patricia Kolesnicov: “Manuel Puig dejó Villegas en 1986 y en 1968 publicó La traición de Rita Haywoorth, una novela donde el protagonista es un chico que se llama Toto, va al cine y recorta figuritas; su madre se llama Mita y lo lleva siempre con ella; hay un primo mayor, Héctor, que vive en la casa y es un seductor. El pueblo se llama Coronel Vallejos: hay quien dice que Puig le puso así porque Coronel es menos que General. Uno más uno, en Villegas leen todo como si fuera historia pura. Traiciones, infidelidades, noches de zaguán, desvirgamientos sin alianza, personas de clases sociales paralelas que no se juntan nunca, salvo entre sábanas furtivas. Puig habló de eso en La traición y luego en Boquitas pintadas”.
La misma sangre de estos escritores corriendo por una vena de metal. Para decir que también la letra por la ruta entra. Y nosotros fuimos vecinos.
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