Sagrada Familia
Abel Galzerano, consagrado a la Virgen, Banfield.

La Sagrada Familia es una fiesta devocional introducida por primera vez como celebración opcional en 1893. Se conmemora el domingo después de Navidad. Surgió a partir del siglo XIX en Canadá, y pasó luego a toda la Iglesia a partir de 1920. Al principio se celebraba el domingo después de la Epifanía. Esta fiesta como la de San Esteban, San Juan Evangelista, la de los Santos Inocentes y María Madre de Dios se festejan en el tiempo que se denomina Octava de Navidad y lleva ese nombre (de la “Octava”)porque tienen sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que los judíos festejaban las grandes fiestas por ocho días.
En este día honramos a Jesús, María y a San José como familia; la familia más sagrada, son santos porque siempre tuvieron a Dios en el centro de su vida familiar, por ende, en su hogar se vivía el amor y el mutuo sacrificio. En la casa de Nazareth irradiaba ese amor a los demás como muestra del amor que se vive en el cielo. Por eso es un modelo a seguir para todas las familias. “La Sagrada Familia es el ícono de la Iglesia doméstica, llamada a orar juntos”. (Papa Benedicto XVI). Con ocasión de esta fiesta, San Juan Pablo II dijo: «El Redentor del mundo eligió a la familia como lugar para su nacimiento y crecimiento, santificando así esta institución fundamental de toda sociedad».
Los miembros de la Sagrada Familia dejan bien claro el rol de cada uno en beneficio de todos: Jesús realmente se hizo hombre, decidió hacerse uno más en este mundo, y de este modo enaltece al hijo, al ser humano y a la familia. María aceptó ser la madre de Jesús, y así, enalteció a la mujer y a la madre propiamente dicha, como José, aceptó ser el padre de Jesús, elevando al varón y al padre de familia.
“Es hermoso pensar – dice el papa Francisco – en el hecho de que el Hijo de Dios ha querido tener, como todos los niños, la necesidad del calor de una familia.Precisamente por esto, porque es la familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración. En Nazaret brotó la primavera de la vida humana del Hijo de Dios, en el instante en que fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María. Entre las paredes acogedoras de la casa de Nazaret se desarrolló en un ambiente de alegría la infancia de Jesús, rodeado de la solicitud maternal de María y los cuidados de José, en el que Jesús pudo ver la ternura de Dios (cf. Carta apostólica Patris corde, 2). Que el Señor, nacido en Belén, les conceda a todas las familias la serenidad y la fuerza para caminar unidas por el camino del bien”.
(*) Abel Galzerano, consagrado a la Virgen, Banfield.
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