Sagrada Familia: Tu familia es la iglesia doméstica
Por: Horacio Robirosa, Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
En la santa morada de Nazaret, Jesús transformó la vida familiar. La familia cristiana, bendecida ya como proyecto de Dios para toda la humanidad y la primera sociedad, ha sido elevada en Cristo a Sacramento, vehículo de gracia y signo de la presencia de Dios. La Iglesia proclama el matrimonio cristiano, y la familia fundada en él, como vocación, respuesta a la llamada del Señor.
El apóstol San Pablo en su 1ª. Carta a los Corintos dice: “tanto el matrimonio como el celibato son dones de Dios. Cada cual tiene de Dios su gracia particular, unos de una manera y otros de otra”.
La expresión «iglesia doméstica» era de particular gusto para el obispo de Constantinopla, Juan Crisóstomo. Fue un marco para la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre el matrimonio y la familia cristianos.
En la Sagrada Familia de Jesús, María y José, aprendemos el camino del amor. San Juan Pablo II, el Papa de la familia, decía: “La familia es el lugar donde se aprende a amar y ser amado”. Esta frase nos señala el punto de partida y al mismo tiempo el punto de llegada de uno de los pensamientos centrales que nos dejó San Juan Pablo II como herencia: la familia es el corazón del amor. En la exhortación apostólica Familiaris Consortio – que escribió – insistió en la necesidad de la preparación de nuestros jóvenes al matrimonio y a la vida de familia. Para lograr este objetivo, él supo que esta formación debería iniciarse desde la infancia y prolongarse a lo largo de la vida. La Carta se dirige finalmente a todos, hombres y mujeres, para que se comprometan a hacer todo lo posible, a fin de asegurar que los derechos de la familia sean protegidos y que la institución familiar sea fortalecida para bien de toda la humanidad, hoy y en el futuro.
La Sagrada Familia de Jesús, José y María no es sólo nuestro modelo, es el comienzo de la nueva familia de la Iglesia.