Sagrado Corazón de Jesús

El viernes se celebró la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Una y otra vez aparece en los libros santos la palabra corazón, encontramos en el Evangelio: «María guardaba sus recuerdos en su corazón «, Jesús «se conmovió en su corazón…», una palabra que indica un sentimiento, una emoción, una decisión, pero sobre todo indica el amor. Desde la lejana antigüedad el corazón es símbolo de la vida y del amor.
El Evangelio hace hincapié en que a Jesús le atravesaron su Corazón con una lanza. Ese corazón traspasado vibra para indicarnos cuál es el motor impulsor de su vida y de su redención: el amor que hace palpitar su Corazón. Esto lleva a leer en profundidad el Evangelio para descubrir los sentimientos de Cristo. A través de su Corazón comprendemos su verdadero sentido. Su Corazón palpitaba por nosotros.
Ese Corazón no ha muerto, hay un secreto inmensamente precioso en él. Es el secreto del amor. El principal mandamiento de Cristo. El más difícil, el que es resorte y termómetro de los demás… El que Jesús quiere que cumplamos como Él lo cumplió: «Un nuevo mandamiento os doy -dijo en la última cena- que se amen los unos a los otros como Yo os he amado … «. La novedad de ese mandamiento está en el modo: «como Yo…».
«Como Yo…» implica vivir de nuevo la vida de Cristo, mirar a los hombres como Él los miraba, hacer palpitar nuestro corazón sincrónicamente con el suyo… Por eso la Iglesia nos pide que tributemos culto a Jesús en su Corazón, para que desentrañemos sus misterios, que nos emocionen sus emociones y seamos capaces de amar sus amores.
El Corazón de Jesús ama a los hombres. Vino a redimirnos, a entregarnos vida, a dejarse clavar en una Cruz, a dejar que le atravesasen su Corazón con una lanza.
Esto es lo que ha hecho Jesucristo por nosotros. La devoción y culto al Corazón de Jesús, pide una respuesta nuestra a ese amor infinito, a ese amor inmenso. La respuesta pide una entrega confiada: la consagración. O un deseo de resarcir: la reparación … El culto y devoción al Corazón de Jesús es conocer a Cristo en su Corazón, es imitarlo en su amor. Es entregarse a Él en la consagración, es dedicarse a curarle sus heridas en la reparación, pero, sobre todo, es amar, amar, amar… como Él nos amó…
Al día siguiente de la solemnidad del Sagrado Corazón, la Iglesia celebra al Inmaculado Corazón de María. La historia del mundo cambió con el Fiat de María, la palabra de su corazón, porque introdujo al Salvador en este mundo, porque gracias a este «Sí» Dios pudo hacerse hombre en nuestro espacio y sigue siéndolo ahora para siempre.
Colaboración de las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe