Sagrado Corazón remedio y esperanza

Escribe: Angélica  Diez, Misionera  de la  Inmaculada  Padre  Kolbe, Olavarría.


            “La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es un remedio extraordinario para las necesidades extraordinarias de nuestro tiempo “. (S.S. Juan Pablo II, Junio  28 de 1998). “Cristo ofrece su divino y humano Corazón, fuente de reconciliación y principio de nueva vida en el Espíritu Santo, a todos los hombres y mujeres de hoy que están sumergidos en un mundo secularizado en el cual corren el peligro de perder el centro de la gravedad de sus vidas”.
            Vivimos en un mundo que se ha alejado de Dios, y por lo tanto ha perdido el centro de su gravedad. Todo está alterado: la fe, la relación con Dios, la moral, la vida familiar, las identidades del hombre y la mujer, los valores sobre la vida, etc. El  mundo  está  plagado  de  faltas: falta de fe, de unidad, falta de paz. Abunda el temor, la indiferencia, la  discriminación y, la frialdad es fruto del egoísmo. Al crecer cada vez más la iniquidad, la  injusticia,  la maldad, la caridad de la mayoría se enfriará. Por eso es necesario acercarnos a la llama ardiente de amor y caridad del Corazón de Jesús. El amor de Cristo no se extingue ni se deteriora jamás. Su Amor es eterno. El único amor capaz de transformar el mundo y la vida humana, capaz de hacer que se enciendan de amor los corazones humanos. “La devoción a mi Corazón es mi último esfuerzo para calentar a un mundo frío»,  dijo  Jesús a Santa Margarita María Alacoque.
            Nuestro mundo  está  necesitado  de  amor: “Dios nos hizo para sí, nos creó por amor, para amar y ser amados y nuestros corazones jamás descansarán, si no descansan en Él. El amor es el motor de nuestra existencia. Esto quiere decir que la plenitud y madurez de nuestra humanidad, se alcanza en la medida que experimentamos el amor de Dios, sentirnos amados por El, porque el odio divide, separa y destruye, por el contrario, el amor unifica, trae paz y edifica. Por lo tanto, solo el amor crea,  solo  el  amor perfecciona” (San  Maximiliano  Kolbe).

             Decía  san Juan Pablo II en 1995: “en este misterio de Amor salvífico, revelado en el Corazón de Jesús, encontramos la luz y fortaleza para salvar a la familia cristiana, amenazada hoy en sus valores fundamentales».(…) “Del Corazón de Cristo crucificado es de donde nace la nueva humanidad redimida del pecado».(…)  “ El hombre del año 2000 necesita del Corazón de Cristo para conocer a Dios y conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la civilización del amor”.

            Celebrando la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús reconocemos  la  gran necesidad  que  tenemos de  pasar de tener un corazón de piedra a uno de carne y  esto es  posible contemplándolo para  convertirnos  en trasmisores de luz y de vida: ¡el  Corazón  de  Jesús  es nuestra esperanza!

(*)  Angélica  Diez, Misionera  de la  Inmaculada  Padre  Kolbe, Olavarría.

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