Santísimo nombre de María
Marite Rumbo, consagrada a la Virgen, Tandil.
El nombre de María nos da consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza; ablanda los corazones duros;
recordar el nombre de María consuela a los afligidos y conforta a los pecadores. Cada 12 de septiembre;
cuatro días después de la Natividad de Nuestra Señora, la Virgen María, la Iglesia católica celebra la fiesta del “Santísimo nombre de la Bienaventurada Virgen María».
Se autorizó por primera vez esta celebración en Cuenca, España, en el año 1513. En ésta fiesta, por intercesión de María damos gracias por los dones y gracias recibidas en nuestro diario caminar y pedimos por las necesidades.
Los cristianos glorificamos el nombre de Jesús, por las palabras del ángel Gabriel: “…Le pondrás por nombre Jesús”; el Espíritu Santo a través de San Lucas, nos revela: “El nombre de la Virgen era María” (Lc.
1,27) y éste nombre se acordó por Divina disposición. El sencillo nombre de María, nos recuerda el Gran
Amor de Dios por su creación. Por Jesús entró la salvación al mundo y con María la mujer recuperó el lugar en el cielo y en la tierra, que había perdido Eva. Recibimos también nosotros a María, como la estrella de nuestra vida, que nos introduce en la gran familia de Dios.
En las alegrías y tristezas qué alivio llamar a nuestra Madre por su Nombre: ¡Virgen María, Madre
Mía! Con el auxilio de María seremos siempre vencedores, aunque a veces experimentemos la derrota; Ella siempre está pendiente de nosotros. Nos sonríe, con el reflejo de la ternura de Dios, es fuente de esperanza.
San Luis María Grignion de Montfort, en su Libro: “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”,
narra la aparición de la Virgen María a Santa Matilde, llevando en su pecho la Salutación angélica, escrita en letras de oro y le dijo: “El Nombre de María, significa Señora de la Luz, indica que Dios me colmó de
sabiduría y luz como los astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”
San Buenaventura, le decía a la Virgen “Dichoso el que ama tu nombre Santo pues es fuente de Gracia
que refresca el alma sedienta y la hace fecunda en frutos de justicia”. Tomás de Kempis, afirma que “… los
demonios temen tanto a la Virgen María, que al oír su nombre, huyen de aquel que los nombre”. La Virgen reafirma esto a Santa Brígida: “que los demonios sienten favor por su nombre y sueltan a las almas que tenían aprisionadas y de la misma manera los ángeles buenos se acercan a las almas justas que la invocan”.
Después del Nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y sirva para la salvación de los hombres;
dice San Efrén que: “el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo “. Otros santos nos hablan del consuelo y la paz que se obtiene nombrando a Jesús y María, en los momentos de agonía. “¡Dulce Madre Mía! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes Señora en auxiliarme cada vez que te llame”.
( * ) Marite Rumbo, consagrada a la Virgen, Tandil.
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