Sequía

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Se supo en estos últimos días que la caída en las ganancias producto de las importaciones agrícolas serían este año cercanas a los 20.000 millones de dólares debido a la sequía.
Un dato semejante debería, como mínimo, inducirnos a reflexionar respecto al modelo económico y productivo que rige en nuestro país. La producción agrícola, base de nuestra economía, sigue sujeta a los mismos avatares que hace cuatro mil años. De la misma manera que los egipcios esperaban la crecida del Nilo para obtener sus alimentos, los argentinos rezamos para que llueva para poder asegurar cierto nivel de ganancias. “Con una buena cosecha se arregla la economía”, se decía antiguamente. Esa posibilidad es cada vez más incierta, menos probable, es más, las consecuencias del cambio climático auguran un futuro no muy prometedor, nada hay que nos permita imaginar que las condiciones climáticas vayan a mejorar. Si bien no se ha demostrado que la sequía es producto del calentamiento global, sí hay certeza en relación a que las altas temperatura amplifican los efectos negativos de la sequía.
Es obvio, siempre lo fue, que la mejor estrategia para la Argentina hubiera sido utilizar la alta rentabilidad original del campo para incentivar otras posibilidades económicas como por ejemplo la industria. Hay sobrados indicios respecto a esto:
Los Estados Unidos se industrializaron justamente con los dividendos de la exportación de producción primaria y utilizando una estrategia muy cuestionada aquí: “muy altas retenciones”.
En los países desarrollados, la producción primaria es una actividad económica marginal, esto significa que ofrece una baja rentabilidad. La ganancia de cualquier actividad está en relación directa al grado de novedad y al riesgo que asume.
Juan Bautista Alberdi lo había anticipado hace más de ciento cincuenta años: la Pampa, esa extraordinaria y virgen extensión de tierra apta para el cultivo, explayada en medio de una llanura de fácil acceso y con temperaturas y lluvias anuales apropiadas, a largo plazo se volverá, paradójicamente un obstáculo para el crecimiento del país. La ganancia fácil y sin riego que ofrece inhibirá el ingenio y la búsqueda de alternativas más sofisticadas y más aventuradas, pero, al mismo tiempo, más ambiciosas y rentables.
Un genio Alberdi, eso se llama ver hacia adelante. Lástima que no supimos o no pudimos valernos de sus enseñanzas.
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