Trabajo, bien de la humanidad
Escribe: Angélica Diez
El 1º de mayo en muchos países se celebra el Día Internacional de los Trabajadores y la Iglesia conmemora a San José Obrero como el patrono de los trabajadores. Sobre la dignidad laboral y la justicia social, San Juan Pablo II en el jubileo de los trabajadores, en el 2000, decía: “el 1 de mayo, la fiesta del trabajo trae a la memoria la laboriosidad de los hombres que, cumpliendo el mandato del Señor de la vida, quieren ser constructores de un futuro de esperanza, justicia y solidaridad para la humanidad entera. Es muy necesario constituir en el mundo una coalición en favor del «trabajo digno». Es preciso, globalizar la solidaridad».
“La actividad laboral debe contribuir al verdadero bien de la humanidad, permitiendo «al hombre individual y socialmente cultivar y realizar plenamente su vocación» (Gaudium et spes, 35). Para que esto suceda, no basta la preparación técnica y profesional, ni siquiera es suficiente la creación de un orden social justo y atento al bien de todos. Es preciso vivir una espiritualidad que ayude a los creyentes a santificarse a través de su trabajo, imitando a san José, que cada día debió proveer con sus manos a las necesidades de la Sagrada Familia, y por eso la Iglesia lo propone como patrono de los trabajadores. Su testimonio muestra que el hombre es sujeto y protagonista del trabajo”.
“El trabajo es un bien del hombre —es un bien de su humanidad—, porque mediante el trabajo no solo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre”. (“Laborem exercens”).
La pandemia alteró la forma de administrar la organización del trabajo. El uso de herramientas online para la gestión y planificación del trabajo se han instalado como prácticas habituales en el teletrabajo; en el compartir pantalla. Actualmente se han convertido en las aliadas necesarias para no interrumpir no solo el trabajo sino también la educación de los hijos en estos tiempos de confinamiento. Las familias se han visto abocadas a aprender rápidamente. Ante esta amenaza actual, quizás sea la oportunidad de aprovechar en convertir en oportunidad de cambio hacia nuevas formas que redunden en bien de muchos porque: “Lo que mueve al mundo es la suma de los pequeños empujones de cada trabajador honrado”. – Hellen Keller-.
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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