Un libro fundamental


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Como decía Borges, todos somos devotos del sistema decimal. Nos gustan los números redondos y múltiplos de diez, de cien. También nos gustan los sub múltiplos de cien, por ejemplo. Veinticinco, cincuenta… Esta semana no hubo un solo diario importante, de los publicados en español, que no hiciera referencia a que se cumplieron veinticinco años de la publicación de “Los detectives salvajes”, novela del escritor chileno Roberto Bolaño.

Para muchos fue un libro bisagra, en el sentido de haber roto con los postulados y las bases literarias del boom, y por otro lado el último intento de escribir una novela que, al estilo de Rayuela o Ulises, pretende abarcar a toda la literatura escrita y por escribir dentro de sus páginas.

“Los detectives salvajes” es un libro decisivo, esencial. El sólo hecho de seguir discutiendo, veinticinco años después de su publicación, sobre su alcance, su mensaje o, incluso, su calidad literaria, es suficiente para sostener esta afirmación.

Ahora que lo pienso, también es posible afirmar que es una novela que resulta tan atractiva para adolescentes como para lectores consumados, para latinoamericanos como para europeos o nacidos en cualquier parte del mundo, un libro realmente universal.

La escritora Mónica Maristain, estudiosa de la obra de Bolaño, sostiene que “Los detectives salvajes” es la novela que narra la derrota de la izquierda. Una novela en la que el impulso natural e incontrolable con el que los protagonistas inician su búsqueda, una búsqueda que metafóricamente podría pensarse como la búsqueda de la utopía, se va diluyendo lentamente. Búsqueda que va haciéndose eterna al desviarse por vericuetos impensados a lo largo de muchos años. Una búsqueda que se va quedando sin sentido, que pierde atractivo, sustancia.

Tal vez la inclinación infantil hacia los números redondos como el veinticinco haya sido altamente positiva en este caso. Es que las notas alusivas a la publicación de la gran novela de Bolaño me han despertado un intenso deseo de volver a leer aquellas páginas que alguna vez me brindaron una satisfacción muy grande. Aquellos que todavía no han leído “Los detectives salvajes” tienen ventaja, podrán leerla por primera vez, podrán iniciar esa delicioso aventura junto Arturo Belano y a Ulises Lima por las calles y las rutas de México.

La calidad de un texto sólo se puede medir en cómo ese texto envejece, en cómo se lee en el futuro, en cómo lo leen los nuevos lectores. Si bien veinticinco años no es suficiente para considerar el envejecimiento de un libro, ya podemos afirmar que esta novela va por buen camino. Si no pensemos en la lista de libros más vendidos del noventa y ocho o en los otros ganadores del premio Herralde de la década del noventa. Esos sí que envejecieron mal.

Me permito dar un consejo: lean a Bolaño.

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