¿Y si los nazis hubiesen ganado la Segunda Guerra Mundial?

Te contamos todas las razones por las que no deberías perderte la serie «The man in the high castle», desarrollada por Frank Spotnitz (que abandonó tras la primera temporada) y Eric Overmyer, y producida por Isa Hackett Dicky (hija del autor), y que supuso el primer gran éxito de la plataforma Amazon Prime.
Por su fascinante y original universo
Esta es la situación que plantea ‘The man in the high castle’: en el tramo final de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi consigue el control sobre la bomba atómica antes que los Estados Unidos y ganan la batalla contra los Aliados. El territorio norteamericano queda así despojado de su gobierno, derrotados en una guerra que no han podido controlar, y las verdaderas ganadoras de la contienda (no solo Alemania, sino también Japón) se dividen la vasta región entre la costa este y oeste, con una zona intermedia que permanece neutral y que acabará convirtiéndose en un Lejano Oeste descontrolado.
Al inicio de la serie, nos encontramos en los años 60, cuando esta situación ya ha sido normalizada. Nueva York vive tras el dominio nazi, mientras California ha caído en el imperio nipón. Así, la Guerra Fría ya no se dará con la URSS, sino con sus nuevos vecinos, de los que no se fían lo más mínimo y a los que gran parte de los líderes nazis quieren arrebatar su parcela estadounidense.
Este punto de partida es absolutamente deslumbrante, en forma de un clásico ‘What if…?’ que guarda más sorpresas de las que nos esperamos. Y es que un misterio recorre estas nuevas sociedades: unas películas de celuloide que muestran una realidad en la que los Aliados sí ganaron la guerra. Nuestra realidad. Y quien las maneja es, efectivamente, «el hombre en el castillo». ¿Están trucadas estas cintas? ¿Son una profecía sobre el futuro? ¿O quizás muestran una dimensión alternativa? Las preguntas empiezan a acumularse tanto entre los líderes de ambos bandos como en la Resistencia, un grupo de insurrectos que trabaja en las sombras para volver a construir el país que les robaron. Entre todos ellos encontraremos a Juliana Crain (Alexa Davalos), una joven del San Francisco japonés a cuyas manos llega una de aquellas películas. Un regalo que cambiará su vida para siempre.
Por el genio de Philip K. Dick
El escritor publicó ‘El hombre en el castillo’ en 1962, y el devenir del género cambió para siempre. Su visión de una realidad alternativa fue sorprendente e innovadora, y pronto se convirtió en una obra inadaptable por la magnitud de su nuevo y complejo universo liderado por los nazis y, quizás también, por las repercusiones que dar vida a un mundo como ese podrían acarrear. El proyecto de llevarlo a la pantalla, que ha resultado en la serie de Amazon Prime Video, se ha desarrollado durante casi una década, y el resultado es una mezcla de las grandes ideas de Dick y el lenguaje televisivo de alta calidad. Eso sí: ‘The man in the high castle’ se ha ido desmarcando del material original para tejer su propia historia y darle continuidad más allá de las 250 páginas de la novela.
El escritor es uno de los padres de la ciencia ficción del siglo XX, con obras que se esparcen por toda la historia del cine, desde la ya mencionada ‘Blade Runner’ hasta ‘El show de Truman’, ‘Desafío total’, ‘A scanner darkly’ o ‘Paycheck’. La televisión no se queda atrás, y, justamente en el catálogo de Amazon, encontramos una serie para los que ya hayan devorado ‘The man in the high castle’ y aún estén sedientos de historias de Dick: ‘Electric Dreams’, una antología de diez cuentos y relatos escritos por el norteamericano, y que nos recuerdan por qué no se puede entender el género sin él.
Por su rigor histórico en la distopía
Quizás no parezca del todo correcto hablar de «rigor histórico» en una serie ambientada en un universo paralelo, pero no se puede negar el nivel de detalle que han mantenido en sus conexiones con la personalidad y estética del Tercer Reich y el imperio nipón. Hay un ojo puesto en conseguir el realismo de esa dimensión alterada, donde individuos que habían muerto en la guerra (como el nazi Reinhard Heydrich) siguen vivos en esta versión de la Historia, o el progreso de la tecnología y las instituciones fascistas han avanzado de forma mucho más acelerada. Al final, para retratar cómo hubiese sido todo con una victoria distinta en la guerra, hay que hacer muchas especulaciones, y en esta serie deciden apegarse todo lo posible al realismo del qué hubiese pasado, y no abusar de las licencias de la distopía.
Aunque nadie podría afirmar la veracidad de lo que se cuenta, ‘The man in the high castle’ sabe que uno de los aspectos más importantes de su proyecto, si quiere triunfar, es trabajar en los detalles con la misma inteligencia que en el desarrollo de los personajes o del argumento. Así, el resultado es un retrato impactante. Quizás ese proceso pueda explorarse mejor gracias a libros colectivos como ‘The Man in the High Castle and Philosophy’, donde diferentes autores reflexionan sobre esa posibilidad de imaginar un futuro donde los eventos que conocemos bien han sido modificados. Donde la Historia que hemos estudiado ya no existe y el fascismo ha conseguido hacerse con el poder.
El rigor que mantienen en la serie es encomiable, pero lo es más aún lo que hacen con las esvásticas una vez terminado el rodaje:
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Por sus reflexiones sobre el presente
Al final del día, ‘The man in the high castle’ nos pone en una situación muy interesante: imaginar cómo hubiese sido nuestra historia (o, al menos, la de los Estados Unidos) si las cosas no hubieran salido como salieron. Pero, ¿qué dice eso de nuestra realidad actual? Hablar en nuestro tiempo de nazis, o mejor dicho de la ultraderecha populista y violenta, parece bastante adecuado. Si bien es cierto que la serie no aprovecha demasiado la oportunidad para levantar puentes entre su distopía y el presente (excepto en su cuarta y última temporada, donde se percibe esa necesidad más que nunca), eso no nos impide hacernos preguntas y ver en las formas de la Alemania nazi la amenaza de una tendencia cada vez más consolidada en el mundo.
La serie nos recuerda que la democracia no se puede proteger sola, que necesita que lo hagamos nosotros, que la libertad es frágil cuando hay quien está dispuesto a tomar el poder por la fuerza. El personaje de Juliana, y todo el grupo de la Resistencia, nos recuerdan la importancia de oponerse a las injusticias. Las películas, por su parte, les muestran a estos personajes que se puede luchar contra el fascismo, que no son invencibles. La cuarta temporada de ‘The man in the high castle’ utiliza mejor que nunca estas conexiones que le venían faltando, incluyendo además las raíces del racismo en los Estados Unidos.
Y además… la posibilidad del ‘Ridley K Whedon’
Hace un tiempo nos hacíamos eco de una increíble teoría que estaba corriendo como la pólvora en internet, y es que no podría ser más disparatada. Y, por otra parte, bastante probable. La mejor manera de explicarla es de forma cronológica, y todo comienza, paradójicamente, con el producto más reciente: ‘The man in the high castle’. Ambientada en 1962, nos muestra, como ya hemos dicho, la partición de los Estados Unidos entre la Alemania nazi y Japón, siendo este último el dueño de toda la costa oeste. Si avanzamos unos años llegaremos a ‘Blade Runner’, ambientada en 2019, donde vemos una ciudad de Los Angeles invadida por el cyberpunk y donde, ojo, hay mucha influencia japonesa. Es la primera señal que los youtubers de Shotana Studios nos dan para pensar que podría haber una conexión. Y no es la única.
También apuntan a que los replicantes fabricados por la Tyrell Corporation, como Roy Batty (Rutger Hauer), que invaden la ciudad californiana y a los que dan caza, tienen una complexión muy canónica de los nazis alemanes: rubio, ojos azules, alto y fuerte. Y esos detalles físicos les llevan a la siguiente conexión: David, el robot interpretado por Michael Fassbender en ‘Prometheus’, una película (también dirigida por Scott) que transcurre en 2093 y que podría ser la evolución natural de ‘Blade Runner’ ya cuando los humanos se embarcan al espacio. Y otra compañía robótica aparece: la Weyland Corporation. En la secuela tardía de ‘Alien’ hay un ‘easter egg’ que relaciona a Tyrell y Weyland, una conexión incontestable. Y así llegamos a la última etapa de la teoría: ‘Firefly’ de Joss Whedon, un cineasta que trabajó con Scott en ‘Alien: Resurreción’. La serie transcurre en el año 2157, cuando los humanos existen en un universo espacial distópico. En la primera escena, Whedon nos muestra al protagonista (Nathan Fillion) saltando sobre una torreta, donde un logotipo llama nuestra atención: es el de Weyland Corporation.
¿Hay realmente una línea que conecta los eventos de ‘The man in the high castle’ en 1962 hasta ‘Firefly’ en 2157, estableciendo así toda una crónica de las consecuencias de la existencia humana tras la derrota de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial? ¿Nos muestra la serie de Amazon Prime Video (basada en un libro, recordemos, anterior a la filmografía de Ridley Scott, y que podría haberle inspirado) el origen de toda esta cadena de eventos y películas legendarias? ¿O la gente tiene demasiada imaginación? De momento, la teoría ya ha adoptado el nombre de ‘Ridley K. Whedon’ (mezclando los nombres de Ridley Scott, Philip K. Dick y Joss Whedon).
Texto de Fotogramas adaptado por En Línea Noticias
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