Crónica de un suicidio en masa anunciado

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Con Videla y Martínez de Hoz no se pudo hacer nada. Nadie los eligió, se impusieron ellos mismos por la fuerza, uno con su política de represión mafiosa, el otro con la aplicación de un modelo destinado a destruir definitivamente la industria nacional.


Con Cavallo podríamos decir que tampoco, ni Menem ni De la Rúa avisaron lo que iba a venir, por el contrario, se la jugaron de callados. Es más, si hubieran dado a entender el tipo de política económica que tenían pensado aplicar (si es que alguno de los dos había pensado algo antes de asumir como presidente), es muy probable que no hubieran ganado las elecciones que ganaron. Me dirán, sí, pero Menem fue reelecto. Claro, fue reelecto antes de que las consecuencias de fondo de la política económica que aplicó resultaran visibles, fue reelecto antes de que llegara la tormenta y el descalabro.


Pero ahora es distinto, ahora nos están avisando cuál sería la política económica de los candidatos con más chances de llegar a la presidencia. Y dos de ellos nos están adelantando, con total transparencia, con toda sinceridad y sin ponerse colorados, que volverán a aplicar las viejas y fracasadas recetas del modelo neoliberal que nos intentan imponer desde afuera y que, en virtud de su origen, busca el beneficio no de nuestro pueblo sino el de otros intereses.


Es conmovedor ver a mucha gente confiando en lo que consideran un proyecto de salvación para el país. Lo hacen realmente convencidos de que sus hijos o nietos se verán favorecidos cuando el Estado deje de sostener a la educación pública, cuando se arancelen las universidades, cuando se quiten los subsidios.
Quisiera más que nada en la vida estar equivocándome, sería muy feliz si dentro de unos años algún lector memorioso me demuestra que tengo que meterme cada una de estas palabras en el bolsillo. Hoy por hoy, y a pesar de saber que es inmensamente vanidosa mi actitud, que es de una soberbia exasperante, siento la necesidad de compartir esta reflexión, este pensamiento convertido en un puñado de palabras mal elegidas y posiblemente ordenadas sin ninguna gracia. No caigamos por favor en la trampa, no nos dejemos embaucar por estafadores cuyas retóricas no superan a las que utiliza un vendedor de autos usados. No nos suicidemos en masa.

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