Las Primeras historias deportivas de Olavarría

Una imperdible investigación de Adolfo Santa María muestra las primeras historias de deportes en la ciudad desde 1900.

Por Adolfo Hipólito Santa María /

Las Primeras Historias deportivas de Olavarría 


Remontándonos a épocas lejanas, anteriores a 1900, y recurriendo al testimonio de los vecinos más antiguos, encontramos recuerdos interesantes que nos sindican a la pelota como el primer deporte de conjunto que se practicó en Olavarría. En la fonda que don Juan Sorondo tenía establecida en la casa de las calles Pringles y Dorrego desde el año 1882, se construyó el primer frontón, que fue habilitado en 1884 y duró hasta 1899. Se jugaron allí interesantes partidos, pues siguiendo la costumbre de esos tiempos llegaron a Olavarría jugadores profesionales que, luego de fingirse principiantes, hacían considerables apuestas por dinero pana desarrollar más tarde todo su juego, que maravillaba a los incautos.

El primer deporte de conjunto que se practicó en Olavarría

Había también aficionados locales que practica­ban el juego, y entre ellos figuraba don Antonio Mieri, padre del vecino don Víctor Mieri, quien una vez se quebró una pierna jugando en la cancha de “Sorondo”.En el Hotel de la Unión, que el señor Sagardoy  tenía establecido en la calle Lamadrid y Necochea, se construyó después otro frontón y en él se jugaron también grandes partidos.

 Publicidad de 1906

Entre los aficionados que acudían a esa cancha estaba el estimado vecino don Adrián Usabiaga,  a quien se conocía con el nombre de “El Chingolo”, el cual se distinguía por su gran agilidad tanto al jugar a la pelota como al bailar los interminables valses de aquellos tiempos.También jugaban muy bien los aficionados Don Manuel Antía, Fernando Aldape, Fernando Onagoyti, Juan Elichirigoyti, José Siga y otros que competían con éstos en destreza y agilidad, como José Oyhamburu, Sandalio Sánchez y Enrique Pestoni.En el mes de marzo de 1898,  se jugaron en “La Unión” dos importantes partidos a beneficio de la comisión que acababa de constituirse para la creación del Hos­pital Coronel Olavarría,  y los mismos fueron presenciados por gran cantidad de público, entre el que se encontraban las principales familias de nuestra sociedad.

Se cobraba por presenciar los encuentros  dos pesos la silla y uno cin­cuenta para estar parados, y jugaron primero Adrián Usabiaga y Manuel Antía contra Justo Jufresa y J. Sacurra, y el match fue singularmente reñido durante varias ho­ras, para terminar con el triunfo de Usabiaga y Antía por escasos tantos.El otro partido lo disputaron Juan Elichirigoyti y Braulio Bilbao contra Fernando Aldape y José Siga, ganando fácilmente la primera pareja nombrada.

Partido de pelota en la cancha del Hotel Unión en 1899. Foto Archivo Municipal.Aparecen en la foto,  los jugadores Fernando Aldape, José Siga, Manuel Antía, Adrián Usabiaga, Juan Elichirigoity y Braulio  Bilbao. 

 

 Componentes del Centro Pelotaris de Olavarría, posiblemente fundado en 1906

     
Después de esos interesantes partidos y hasta 1913,  se siguió jugando con entusiasmo en esa cancha, cruzándose apuestas por grandes cantidades de dinero. La usaron después los alumnos del Instituto Sarmiento,  y años más tarde el señor Juan Scola hizo construir en la histórica cancha un galpón para guardar forrajes, que aún se conserva. La pelota, el deporte más antiguo de la ciudad, se siguió jugando después en la cancha del presidio de Sierra Chica mandada construir por el director del establecimiento Don Miguel Costa,  y años mas tarde  en una cancha ubicada en  Pueblo Nuevo y en la que hizo construir el Racing A. C. Después se construiría la cancha cerrada del Club Atlético Estudiantes .


EL FÚTBOL


Corría el año 1906, Olavarría era en ese entonces un pueblo en  formación en el que ni siquiera se vislumbraba la hermosa ciudad que ha llegado a ser con el andar del tiempo. Poco tiempo después, por Ley Nº 3100 de 10  de enero de 1908, Olavarría sería declarada ciudad 1.

Vista de la plaza Coronel Olavarría en 1906. 

En aquellos años, los muchachos no tenían otra diversión que la de concurrir a los bares, recorrer la plaza y las calles polvorientas, hacer visitas familiares y asistir, de cuando en cuando, a los bailes que raramente se organizaban. Las de los domingos a la tarde eran horas vacías que la juventud trataba de llenar con diversiones que compensaran  una semana de labor o de estudios, ya que las correrías por las barrancas del Tapalqué—testigo impasible de  la transformación de nuestra ciudad—ni las partidas de caza o de pesca, llegaban a conformar a la inquieta muchachada de entonces, como no la satisfacía tampoco las secciones del cine que daban entonces en el “Menotti Garibaldi”, después que se suspendieron las que habían venido realizándose en el Hotel Colón del señor Andrés Presa (ubicado en la calle General Paz, entre Rivadavia y Vicente López)2 y en el Hotel Central del señor Balbino González (ubicado en la esquina de Rivadavia y San Martín)3.Fue entonces cuando el fútbol vino a llenar una necesidad,  que podríamos llamar imprescindible. En nuestra ciudad  bandadas de muchachos se dirigían a las afueras y corrían a los baldíos para jugar memorables partidos “de potre­ro” usando para ello una pelota liviana, que el estudiante  Balbino G. González  había  traído de la Capital, como una gran novedad. Los lugares elegidos desde el principio para jugar al fútbol eran: un solar ubicado frente a donde estaba ubicada  la fábrica de alpargatas de los señores Lázaro y Cía. (en la calle Rivadavia, entre  Hipólito Yrigoyen y José L. Torres)4; la playa de maniobras del Ferro Carril Sud, un terreno situado tras de la  vieja comisaría (calle Vélez Sarsfield, entre Lamadrid y España)5 y el lugar donde se encuentra hoy el hermoso Parque Carlos Guerrero, del Club Atlético Estudiantes. Las Quintas 77 y 78  estaban en 1906 casi desiertas, y en el lugar donde después estaba  la toma de agua de  la Cooperativa Municipal de Elec­tricidad, a pocos metros del “tajamar”,  había un puente de hierro construido en el año 1888 por el Ingeniero Huergo.

 Vista del puente de hierro que finalmente destruyó la inundación de 1919

Ese puente desde tiempo  estaba obstruido porque, al decir de los vecinos más antiguos, una carreta tirada por bueyes y excesivamente cargada ha­bía hundido una planchada de hierro que aparecía dete­riorada al punto de que impedía el paso por el puente. Para que los carros no cruzaran como lo hacían antes, en la ”quinta de Guerrero” se había alambrado la calle, colocándose además, una tranquera. Entre la calle alambrada y el zanjón había un “retazo de pampa” que los muchachos aprovecharon para construir su cancha de fútbol. Ahí se dirigían, en las tardes, tan pronto como terminaban las clases en la Escuela Número 1  (ubicada en la calle Moreno, entre San Martín y Belgrano)6, Juan B. Ripoli,  Antonio Petrella, Alfredo Carpi, Aristóbulo R. Mo­ya, Benito de los Santos, Arturo Pernín, Miguel Coppola. . . y tantos otros que ni pudieron soñar que en ese lu­gar, cruzado de zanjones, pudiera levantarse algún día el hermoso campo de deportes del club. .  Las ”cuadrillas” de muchachos suspendieron las pedradas a los faroles y a las casas de los pacíficos veci­nos. . . Se recogieron los barriletes. . . En los bares, las bolas quedaron inactivas sobre el paño remendado del bi­llar de aldea… La pelota endiablada que acaba de aparecer en nuestro pueblo era el comentario obligado de la muchachada… Por todos los baldíos se esparcieron las voces ¡Mía!… ¡Pásala! … ¡Al arco!… El fútbol atraía a los muchachos como la música atrae a las serpientes. . .El entusiasmo era intenso. Por eso, cuando el señor  Manuel Aristarán, propietario de la Zapatería “Del Centro “, ubicada en el edificio que ocupaba el correo (donde hoy funciona la AFIP)7anunció en “El Popular” que había recibido de la casa Gath y Chaves “Corbatas Fregolis” (novedad de la época) y Juegos de Footbolls con “blanders” de re­puesto, y colocó en la vidriera de su negocio la primera pelota  Mac-Gregor, fue dable ver a los muchachos de Olavarría reunidos  para admirar la redondez de  la ”ball” y haciendo los más variados comentarios sobre el juego. Por todas partes se jugaba al fútbol. El señor Roberts, pastor del Culto Evangélico llevaba a los niños a jugar cerca del Prado Español y entre ellos iba el que más tarde iba a ser el arquero más famoso de todo la zona: Favio Canelo. El señorBertolozzi en la Escuela Nº 1, enseñaba  las reglas del juego y más de una vez acompaño a los muchachos hasta los potreros.  Los muchachos más pobres, aquellos que no tenían dinero para comprar una pelota y que no eran amigos  de los que la poseían, idearon aquella de la “vejiga de vaca” precursora de la tan decantada “pelota de trapo” “ y que era la víscera que ellos iban a buscar a los mataderos y que inflaban después para reemplazar a la reluciente y saltarina Mac-Gregor de otros muchachos. En 1906 y casi  simultáneamente,  se fundaron en nuestra ciudad dos clubes de fútbol: United Júnior y Olavarriense. Uno de los lugares donde más se jugaba  ya lo hemos dicho, era la playa de maniobras del Ferro Carril Sud. En la parte en que el terreno forma esquina con el viejo edificio que por muchos años ocupó la Escue­la Nº 32, en el Boulevard Colón, practicaban los empleados de la estación, entre ellos dos o tres ingleses, entre los que se encontraban John  Adamson y R. Williams.Fueron esa y la quinta “de Guerrero” las primeras canchas de Olavarría, porque entre los más asiduos concurrentes a este sitio se decidió constituir el club. Lo presidió desde el principio Juan E. Lorenzo, hijo del Jefe de la Estación y elemento muy entusiasta que llego a desta­carse como jugador. Actuaba como secretario José Gon­zález Araño. El club se llamó United Juniors y formaban en su primer cuadro, además del presidente y secretario: John Adamson. Emilio del Cario, Miguel Cóppola, Serapio Cedrún, Ángel Pepe y Alfredo A. Martin, otro elemento que llegó a distinguirse por su juego. El nuevo club contaba con el apoyo de Mister Butler, encargado del galpón de máquinas del Ferro Carril, que fue quien contribuyó con la pelota y adoptó los colo­res de Alumni, es decir, camiseta a franjas verticales rojasy blancas. El otro Club formado era El Olavarriense Foot-Ball Club, que presidió desde su fundación Juan B. Ripoli, que se destacaba como jugador por haber actuado ya en Azul. Actuaba como secretario Manuel T. Duarte, y completaban el equipo: Fabio Canelo; León Carriere, Francisco Giffoni, Ramón Farías, Arturo Ripoli que actuaba como capi­tán, Francisco Pérez, Julio Ippólito, Benito de los Santos, Agustín Calvo, y el presidente y secretario, pues en esos tiempos no existía incompatibilidad entre el puesto de ju­gador y el ser miembro de la comisión. Este club, desde el momento de su fundación, es­taba en abierta competencia con el Club “de los ingleses” —como le llamaban a United, y usaba camisas de satiné negro con puños, cartera y bolsillos amarillos. En ambas canchas los arcos eran desarmables,  por­que si se dejaban iban a parar al fogón de algún vecino amigo del mate o del asado. . . Los de la cancha del Club Olavarriense se hicieron en la vieja carpintería de Ippólito,  y se guardaban en lo de Martinoia o en lo de Ripoli, casas cercanas a la cancha. Las reuniones de United se hacían en casa del secre­tario José González Arano, en Belgrano 136 (antigua numeración)8 y las de Olavarriense en casa del presidente Ripoli, en Alsina 263 (antigua numeración)9; era dable ver cómo, mientras los integrantes de un club se hallaban reunidos, los del otro merodeaban por la esquinas cercanas y hasta llegaban a aplicar el ojo o el oído en el agujero de la cerradura, deseosos de saber “lo que se trataba”. Pero Olavarriense, que se sabía más débil, demoraba en aceptar la ”cordial invitación” de sus rivales que a toda costa deseaban que ambos conjuntos midieran su poder. Reuniones van. . . Reuniones vienen… y en esos conciliábulos se pasó la temporada sin que el ansiado cotejo de fuerzas llegara a realizarse. Se jugaron sí unos partidos “de tanteo”, pero la importancia que se daba al hecho de que uno u otro ganara el match, hizo que el partido “oficial” quedara pos­tergado. El tan esperado partido se realizó recién en el año 1908, y a fin de que su chance fuera mayor OIavarriense arregló que se jugarán dos partidos: uno con las segundas divisiones y otro con las primeras. El partido de segundas se realizó el 26 de junio bajo las órdenes del referee John Adamson, y terminó con el triunfo de Olavarriense por 2 a 1, siendo autores de los tantos de los ganadores Francisco Pérez y Pedro Martinoia, anotando Serapio Cedrún el penal que valió el único tanto de United. Con respecto a este partido se cruzaron cartas pú­blicas entre los presidentes de las dos instituciones, porque a decir de los de United, Olavarriense había incluido en el equipo a algunos jugadores de primera, haciendo “entrar por el aro” a sus rivales. Fue el triunfo de la diplomacia!

 Equipo de futboldel Club Olavarriense en 1909. Foto en Caras y Caretas


El primer partido de primera división se jugó el 9 de Julio de 1908, en la cancha de la “estación” y el triun­fo correspondió a United por 3 a 0, y por considerarla “sabrosa” transcribimos aquí parte de la crónica de ese partido, aparecida en “El Popular” del 13 de julio. Dice así:  “Como estaba anunciado, se realizó el 9 en esta ciu­dad, ante bastante público y con bastante entusiasmo, el primer partido de foot-ball jugado en ésta entre los clubs locales Foot-Ball Olavariense y United Juniors”. Corres­pondió el triunfo al segundo por 3 a 0.Los cuadros formaron así: Olavarriense: Fabio Canelo: Arturo Ripoli (capitán) y León Carriere, Fran­cisco Giffoni, Ramón Farías y Manuel Duarte; Juan B. Ripoli, Francisco Pérez. Julio Ippolito, Benito de los Santos y Agustín Calvo.United Juniors: John Adamson; Emilio del Cario y Miguel Cóppola; R. Williams. Pablo Arzeno y Angel Pe­pe: José González Araño, Serapio Cedrún (capitán),  Juan E. Lorenzo y Alfredo A. Martin, jugando en el segundo tiempo Raúl Santafé.El primer goal lo convirtió Martin al tomar un tiro bajo. El segundo Juan Lorenzo y el tercero A. Martin.”Se jugó caballerosamente, buen Foot-ball, no notándose ningún faud (zancadilla).El referee (juez) Héctor Gainza, muy correcto”.Antes de 1912, año en que surgió el Club Estudiantes, se fundaron también los clubes: Foot Ball Club Atlanta, Belgrano y Argentinos, que pocos después, al igual que el United y el Olavarriense, desaparecerían de la vida deportiva de Olavarría. 10


EL CICLISMO Y LA PRIMERA ENTIDAD LOCAL


La primera entidad deportiva constituida en Olavarría fue el Club Ciclista Olavarriense. Se fundó el 20 de junio de 1899, y el 10 de agosto se presentó el primer reglamento del club. 


En su Capitulo 1º, sus dos primeros artículos dicen: Propósito de la Sociedad Art. 1º. Queda establecida en el pueblo de Olavarría una sociedad que llevará el nombre de Club Ciclista Olavarriense. Art 2º. Dicha sociedad tiene por objeto fomentar el espíritu de la asociación que liga a los hombres con el vínculo de fraternidad, y ofrecer a las personas que la componen y a sus familias, diversiones cultas, amenas e instructivas.11

La primera comisión directiva se constituyó con las siguientes personas: Presidente: Pedro Beghe;  Vice, Ramón A. Rendón; Secretario, Juan Baldana;  Rodolfo Pachano; Tesorero, Pausianias Michelini; Vocales: Ignacio Zubillaga, González Rubio, Dr. Eulogio Fernández, José Lis, Pablo Casazza, José R. Aranda, Victor Ramírez y  Juan B. Peñalva; Suplentes: Antonio Mieri, Marsilio Tomassi, Rudesindo Herbón y Mariano Peredes.

 Foto de integrantes del Club en inmediaciones del Molino la Clara. Foto Archivo Municipal.

El 9 de julio de 1899,  ya realiza en la pista que habían hecho construir frente al Molino “La Clara” la primera reunión ciclística, en la que intervienen Eduardo Zubillaga contra Juan Baldana; Teófilo Garros contra Manuel  Simpson; Alberto Aldape contra J. Kubert, participando de otra carrera M. Gurruchaga, M. Alonso, Luis Dicciomo y Antonio D`Angelo, ganando en gran forma Don Luis Dicciomo.

 El ciclista olavarriense Eduardo Zubillaga

El 12 de octubre de 1899, se procede a la inauguración formal de la pista y se acuña  la siguiente medalla para conmemorar el acontecimiento.  

AÑO 1899

ANVERSO: En el centro de un círculo, ciclista de frente sostiene de pie con su mano derecha una bicicleta y saluda con su izquierda en alto. En segundo plano, paisaje serrano y fabril. En el perímetro, leyendas semicirculares separadas por estrellas de cinco puntas, superior: / CLUB CICLISTA /, e inferior: / OLAVARRIENSE /. Gráfila de granetería. Borde resaltado.
REVERSO: En el interior de un círculo, tres ruedas de bicicleta entrelazadas en forma horizontal, por encima y debajo, ornamento hojado. En el perímetro, las leyendas, semicircular superior: 12 DE OCTUBRE, e inferior: 1899. Ambos conceptos,  separados por adornos.
 Gráfila de granetería. Borde resaltado.12

Grabador: BELLAGAMBA Y ROSSI. Colección: Adolfo H. Santa María.  
Del viejo velódromo, que estaba ubicado en la manzana 1, colocado entre el Molino y el actual Parque Gue­rrero, todavía se conservan los paredones que sostenían los taludes. Se realizaron ahí torneos memorables. Hasta el año 1908 lo mantuvo El Club  Ciclista,  y en ese año el señor José Franzi, contador del Molino “La Clara”,  lo cedió al Club Olavarriense, que en el año 1909 realizó tres interesantes torneos. Después del Club Ciclista  Olavarriense, muchos clubes se han fundado para intensificar la práctica del ci­clismo y en la actualidad los bravos cultores del pedal se agrupan en los clubes Racing y Estudiantes, que tienen construidas hermosas pistas.


LA ESGRIMA


El primer maestro de esgrima que dio lecciones en nuestro pueblo fue el actual Agente Consular de Italia Don Vicente Tucci. En el Colegio General Urquiza que dirigía el profesor Alejo Reyes, se enseñaba a los alumnos, figurando entre ellos Dogali Vannini, Antonio Mazzuchi, Miguel Berrino, Nicotra, Ferrero, etc. Después pasó a dar lecciones en el Centro Español y más tarde en el Club Estudiantes.

 En el colegio General Urquiza practicando esgrima . Foto Archivo Histórico Municipal 

También por esos años inmediatos al 1900 se practicaron los ejercicios físicos y “la esgrima con palo”, porque vino a vivir a Olavarría un nieto del ilustre héroe ita­liano Giusseppe Garibaldi. Se llamaba Leo Cancio Garibaldi, y los muchachos de la época lo recuerdan con una son­risa en los labios mientras evocan su silueta inconfundi­ble, siempre adherida a un grueso bastón que enarbolaba cuando daba las clásicas voces de mando: ¡AtentiÍ! ¡Pronti! ¡Via!!…Leo Cancio Garibaldi había  establecido un instituto de enseñanza y llevaba a alumnos a hacer ejercicios a lo que  él llamaba ”La Palestra”,  y que eran unos aparatos que la Intendencia había hecho colocar en el terreno que por muchos años ocupó la Plazoleta Municipal, tras la iglesia, y que ahora se levanta ahí el nuevo edificio del Banco de la Nación. Para hacer practicar el deporte “del palo”,  Garibaldi hacía formar a los muchachos con los garrotes al hombro y a tambor batiente los llevaba hasta un terreno que había tras de la Capilla del Pueblo Nuevo, donde les enseñaba a defenderse de los garrotazos y a propinarlos con maestría. Las ”cinchadas” que organizaba Leo Cancio Gari­baldi merecen párrafo aparte, porque llegaron a hacerse fa­mosas. Se realizaban en público cuando había una fiesta, un 20 de septiembre (fiesta de los italianos)13, un 9 de Julio o un 25 de Mayo, pero siempre terminaban con el mismo resultado, porque Gari­baldi, que era un súbdito italiano excesivamente patriota, hacia vestir de “Garibaldinos” (camisetas rojas y blancas) a los muchachos más corpulentos y forzudos, los que lógi­camente tenían que arrastrar a sus rivales los “argentinos”. Por eso, cuando se quería significar que una cosa era fácil de realizar, o que un resultado era fácil de pro­nosticar, se decía: “Es como la cinchada de Garibaldi”. Otros de los espectáculos que se realizaban, además de las carreras de embolsados y palo “jabonado”,  eran las tradicionales y clásicas carreras de sortijas. Frente al Hotel Colón, o frente a donde se encuen­tra ahora el Banco de Olavarría se colocaba el arco y par­ticipaban en ellas, entre otros, Emigdio G. Falabella, Al­berto Aldape, Adrián Usabiaga, Alfredo Aramburu, Faustino Sallíes, Vicente Baldino, Minteagudo, Zapata, Correa, etc.  todos los cuales se presentaban luciendo primorosos indumentos y montando briosos pingos enjaezados en oro y plata. 

BARTOLOMÉ CATTANEO- EL PRIMER VUELO EN AVIÓN.


Su solo nombre trae a nues­tras mentes recuerdos imperecederos. Llegó a Olavarría por primera vez allá por el año 1913 tripulando su frágil aeroplano atado con alambres. . .En el año 1916 volvió acompañado de su secretario Enrique Roger, el primer argentino que subió un avión, y el Club Estudiantes planeó un gran festiva que perdura en la mente de los que lo presenciaron Se realizó el 15 de Octubre de 1916 en los Mataderos Municipales y hubo pruebas y concursos originales. Gran cantidad de personas acudió a la cita.

 Bartolomé Cattaneo en Olavarría

La carrera de desensillar la ganó don Juan C. Erripa; la prueba pedestre de 200 metros Eduardo Carpi, la carrera de autos con obstáculos la ganó Rudesindo Herbón hijo, acompañado de Enrique Roger; la carrera de enhebrar la aguja a caballo la ganó Juan C. Erripa.


Durante este interesante festival se rifó un pasajepara volar con Cattaneo, el que fue ganado por don Pe­dro L. Ruiz, quien en salvaguardia de su integridad, lo donó al club que lo remato. Lo compró el señor Alfredo Fortabat en 24 pesos, pero no quiso volar. . . porque era muy tarde. Mientras se realizaban las pruebas, Bartolomé Ca­ttaneo,  con su débil Bleriot (que más parecía un barrilete que un aeroplano) realizaba acrobacia aérea que hacía parar los pelos de punta a los espectadores. . .En esa fiesta se jugó un partido de fútbol entre Estudiantes y Argentinos,  el que terminó empatado 1 a 1.Muchos aviadores célebres han venido después y muchos acróbatas: Virgilio Mira con su famoso Golondri­na; Johnsson, el negro que se paraba en las alas del avión, la paracaidista señorita Silva. Bó, el aviador italiano,  pero el recuerdo de Cattaneo está grabado en la memoria delos que lo vieron volar. Chicos y grandes lo recuerdan y en esta época de los formidables aviones, de los bombardeos en picada y del aeromodelismo, son muchos los que piensan en aquel va­liente precursor de la aeronavegación, que se fue una tarde para servir a su patria y que nunca más volvió. . .Bartolomé Cattaneo, donde quiera que esté: a Vd. le asiste la gloria de haber sido el primer aviador que vo­ló sobre este rico partido que se llama Olavarría,  y también la de haber sido un colaborador de esta institución que se llama Club Atlético Estudiantes

Bartolomé Cattaneo


Bartolomé Cattaneo, italiano, de profesión mecánico, había sido  contratado por el famoso piloto, diseñador y constructor de aviones de origen  francés  Louis  Bléirot. En la escuela francesa de Aviación de Pau, obtuvo el brevet de aviador. Llegó a Buenos Aires  1910, y  en el mes de noviembre realizó su primer  vuelo de exhibición con su monoplano Bléirot de motor Gnome de 50 hp, partiendo desde Palermo se dirigió hacia el Congreso, llegó a Plaza de Mayo y regresó por la Avenida Rivadavia, provocando el asombro y la  admiración de un  público expectante que lo vio pasar. Se quedó en Buenos Aires hasta 1917, año que regresó a su país para alistarse en el ejército. Durante todos esos años realizó exhibiciones en diferentes lugares de nuestro país y los vecinos de Uruguay, Chile y Perú. Regresó al país en 1929, y en ese mismo año se instaló en San Pablo,  Brasil. En este lugar fue uno de los fundadores de la primera compañía aerocomercial. Falleció el 3 de abril de 1949, en la ciudad de San Pablo.14

GIUSEPPE SILIMBANI- EL PRIMER VUELO EN GLOBO . 


 En una mañana del 1 de junio de 1905, en  el solar sud de la manzana ubicada entre las calles Dorrego, Belgrano, Pringles y 9 de Julio, se preparaba un acontecimiento que tenía a todo el pueblo de espectador.  Giuseppe Silimbani preparaba su globo para la ascensión.   La tarea de inflar el globo comenzó a la mañana muy temprano. Se construyó un fogón en el lugar, se colocó el globo desinflado y se empezó a quemar leña de sauce, para que de ese modo se fuera inflando. A las 2 de la tarde el globo ya estaba listo. Desde los techos cercanos, los vecinos contemplaban la escena. 

Desde el balcón de la casa de altos de Pablo Fassina, ubicada frente al lugar, toda la familia observaba  el movimiento de la gente y de la esfera con franjas coloradas, blancas  y amarillas, que poco a poco  fue tomando la forma de pera, y que Silimbani le había puesto de nombre El Invencible de Forli.  De pronto,  Silimbani dio la voz convenida y los ochos hombres que sujetaban las amarras dejaron libre al globo.  De a poco el globo fue ganando altura, y Silimbani, de un salto, se encaramó en el trapecio, dio vuelta sobre sí mismo y quedó enganchado cabeza abajo, mientras tiraba papeles de propaganda de  cigarrillos Siglo XX, muy populares por aquellos años y que escondía en sus atados figuritas con premios que consistían en efectivo y viajes.   El globo fue tomando más altura y el viento lo fue empujando hacia el este, mientras el público, expectante en un comienzo, después comenzó a gritar y aplaudir, mientras los más pesimistas anunciaban: – Se va a matar… se va a matar!..    El globo, un Montgolfier,  continúo su ascenso hasta que Silimbani le abrió la válvula de escape y se inició el descenso. Francisco Vanni, Antonio Verna, Rodolfo Barzi y otros, siguieron la trayectoria del globo, que lentamente fue perdiendo altura y fue a caer en las chacras de Sayús (La Máxima).  En los días siguientes,  Silimbani efectuó otros vuelos, yendo a caer cerca de las ferias, que por aquel entonces se encontraban en las cercanías de la Plaza Fassina. El capitán del Real Cuerpo de Aerostatos de Italia, Giuseppe Silimbani, había nacido  en Forli, Italia, y llegó a la Argentina con su esposa Antonietta Cimolini,  contratado para una serie de exhibiciones.  Giuseppe, de  profesión panadero, era un tenor aficionado y un gran deportista. Su esposa, nacida en la provincia de Ravenna, Italia,  compartía con él la pasión por la música y el deporte.  Un año antes, más precisamente el 13 de marzo de 1904, en la ciudad de Buenos Aires, la intrépida Antonietta,  a pesar de que las condiciones del tiempo eran muy desfavorables, se elevó en el globo  y cayó en el Río de la Plata, pereciendo ahogada; transformándose en la primera mártir de la aeronavegación. Antonietta tenía tan solo 25 años. Giuseppe se volvió a casar en nuestro  país, y  en 1908, cuando se encontraba en Brasil,  fue asesinado.  

LA PRIMERA CARRERA DE BOTES


En el año 1907 se incrementaron  considerablemente las actividades deportivas. El 24 de marzo se realizó la primera partida de caza or­ganizada por el Club de Ca­zadores de Olavarría de reciente funda­ción y que integraban, en­tre otros, Francisco A. N. Lettieri, Guillermo Pelliccioni Triaca, Héctor Gainza,  Ramón Otero, Emilio García Blanco. El 10 de noviembre son echados al agua con gran pompa el Club de Ca­zadores y La Luisa, dos botes fabricados por el ex­perto carpintero don Sábato Gubitosi,  y se inician así los paseos por nuestro pintores­co Tapalqué, los que in­teresaron vivamente al ve­cindario. Aquel día ocurrió algo inesperado.  En momentos en que el vecindario se arremolinaba en las barran­cas, frente—más o menos a la calle Álvaro Barros, y la banda de música ejecutaba una marcha saludando la entrada de los botes al arroyo y  las palmas se batían en honor de su constructor, se vio avan­zar “insolentemente” en sentido contrario a otra embar­cación,  en cuya popa un proletario gramófono de bocina es­parcía, como una burla, las candenciosas notas del tango “La Morocha”. ¿Que era aquello? Quien se atrevía a perturbar así la solemnidad de la ceremonia? Eran los empleados del comercio La Sin Nombre de Francisco Gómez (lugar conocido hoy como Rigada) que,  con la cooperación del señor Bonel,  habían prepa­rado sigilosamente aquel bote al que llamaban El Ta­palqué,  y luego de tenerlo oculto venía a poner una no­ta irreverente en el solemne acontecimiento. La irreverencia determinó que se entablara una en­conada rivalidad,  y como consecuencia de ella un desafío cruzó como un guantazo y el guante fue recogido. Correrían del otro lado del “tajamar” y por100pesos,  El Tapalqué y El Club de Cazadores, sobre un tramo de 12 cuadras, estableciéndose que el lugar de lle­gada fuera el viejo puente de hierro,  que había a la altura del que hoy  se conoce vulgarmente como puente Nativa. El Club de Cazadores era un bote ideado por su constructor,  y tenía a sus costados unas grandes ruedas giratorias con paletas que se manejaban a ma­nija. El Tapalqué era a remo. El 15 de diciembre de 1907, a las cinco de la tarde, se desarrollaría  la carrera. En un hermoso día de verano, el público, apretujándose en ambas márgenes del arroyo, ponía en las barrancas un festón polícromo, movedizo y rumoroso, en el que se hacían toda clase de comentarios y pronósti­cos sobre la carrera que momentos más tarde se Iba a pre­senciar. Como un reguero de pólvora corrió por la barran­ca la noticia: ¡Largaron!Frente al lugar de la llegada se agolpó la gente,  para ver mejor. Desde tras de la curva del Paso de la Pampa llegaba el rumor acompasado de los remos, un marmullo de turbina y las voces de aliento de los parcia­les: ¡Dale! ¡Vamos! ¡Ahora! Momentos después se vio doblar la curva a las em­barcaciones. El Tapalqué,  con sus cuatro remeros compenetrados de su misión, venía con el triunfo al parecer aseguradoTras él, a unos veinte metros, levantando una nube de agua con sus endiabladas ruedas giratorias, venía el bote del Club de Cazadores”, cuyos tripulantes se relevaban en darle a la manija, ansioso de dar alcance a sus rivales que,  ya gustaban la satisfacción del triunfo, cuando, en un descuido, fueron a encallar la proa de su embarcación en la barranca que se adentra en el arroyo, frente al Paso de la Pampa, mientras el Club de Cazadores lo pasaba majestuoso, con gran regocijo de sus parciales, Así, airoso y triunfal cruzó la línea de llegada aventajando a su rival por más de una cuadra.

Fue esa la primera carrera de botes corrida en Olavarría.  La hemos querido referir porque sobre ella se han  dado las informaciones más contradictorias y porque esti­mamos que fue precursora de interesantes regatas  en ese mismo lugar, muchos años después En 1910,  el Club de Cazadores hizo traer de Norteamérica,  por intermedio de  Pausanías  Michelini, dos  botes de acero en cuya compra contribuyeron,  Ramón Rendón, P. Michelini, A. Arrieta, L. Giannini, J. Baldana, F. Indavere, M. D. Córdoba, A. Torres Cladera y cuyas excursiones casi siempre terminaban bajo la  sombra de los árboles de la orilla, siendo el mate y el asado a la criolla elementos indispensables. Estos botes se guardaban en una casilla construida  al costado del Tajamar y dieron origen a la sección remos del Club Estudiantes.10

                                                   En el Club Estudiantes 
BIBLIOGRAFIA
Anuario del diario El Popular de 1935Arena, José: Ayer y Hoy.. La Hora actual.Revista mi querido Estudiantes, 1940.

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