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Random House acaba de publicar “Campo de Mayo”, tercera novela del escritor argentino Félix Bruzzone. Después de haber publicado “Los topos”, en 2008 y “Barrefondo”, en 2010, Bruzzone logra redondear una nueva novela que, de acuerdo con sus propias declaraciones, había empezado a escribir antes de publicar las dos anteriores.

“Campo de Mayo” es, en cierto modo, una novela que remite a la propia historia del autor, nacido en al año 76 poco después del secuestro de su padre y a quien separaron de su madre, también desaparecida, pocos meses después de su nacimiento.

“Campo de Mayo” narra la historia de Fleje, quien, al igual que el autor, ha perdido a su madre en tiempos de la dictadura. El destino quiere que Fleje se mude con su familia al barrio Teniente Ibáñez, partido de Malvinas Argentinas, en las inmediaciones de Campo de Mayo, la guarnición militar más grande de la Argentina y en donde (Fleje se entera de esto por casualidad) ha estado secuestrada su madre.

Dentro del gigantesco predio de Campo de Mayo funcionó desde el año 76 hasta el 80 el centro de detención clandestino conocido como “El campito”. Se estima que por El campito pasaron alrededor de 4.000 desaparecidos, quienes, después de ser torturados eran arrojados al mar en los famosos “vuelos de la muerte” que salían de la pista de aterrizaje de la propia guarnición.

En su nuevo barrio, Fleje se vuelve aficionado al pedestrismo y sale a correr por los alrededores de Campo de Mayo. Siente que de esa manera está más cerca de su madre o al menos del lugar donde, cuarenta años atrás, ella encontró la muerte. Pero el relato de Bruzzone, lejos de cualquier intento realista de recuperar el pasado o de inmiscuirse en lo que podríamos llamar “novela histórica”, toma por el camino de la pesadilla y la fantasía, se vuelve metafórico, huye de ese pasado tan perturbador por el camino del grotesco.

¿Por qué necesariamente su madre tiene que haber muerto?, se pregunta Fleje cuando escucha un rumor que habla de detenidos que pueden haber sobrevivido a aquellos años de exterminio sistemático. Hay pibas que se escaparon y ahora trabajan en piringundines de la ruta 8, oye, o imagina o sueña en la pesadilla que lo arrastra. Entonces su trote incansable se orienta hacia esa ruta que limita Campo de Mayo del partido de San Miguel en la zona Oeste del gran Buenos Aires.

Bruzzone no se la hace fácil al lector. El acercamiento que propone hacia aquellos oscuros años de la dictadura es elíptico, pesadillesco, con toques tragicómicos, sin embargo es sumamente efectivo a la hora de transmitir el horror, la desesperación. Fleje se vuelve un personaje kafkiano que nos sumerge en las heladas aguas de la impotencia. Suele cruzar el cerco que delimita Campo de Mayo y se mete en el monte, en la gigantesca reserva ecológica a la que está prohibido ingresar. Los guardias suelen descubrirlo y entonces lo corren, lo persiguen casi como un juego, creyendo que es inofensivo. Pero a través de esas incursiones Bruzzone nos muestra la cara de la violencia y del horror de una manera novedosa y original, como si quisiera demostrar que nunca podrá, definitivamente, terminar de contarse el terror de aquellos años, como si quisiera dejar bien en claro que no se ha escrito nunca, ni se escribirá jamás, una novela que pueda recuperar el espanto.

De todos modos lo intenta, y ese intento es la base de su literatura. Una literatura que promete y, aunque no resulte fácil saber hacia dónde irá, habrá que seguir.

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