Navidad es encuentro

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Navidad es encuentro: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de
gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre”. (San Juan
1:14). Navidad es el tiempo de contemplar agradecidos, este gran regalo de amor y
reflexionando en la creación del hombre, descubrirnos hermanos viendo en cada uno un
reflejo del Creador.
Navidad es encuentro porque: “… Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada;
desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del
bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos
llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro;
esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían
conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para
visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan
desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15). Dios tuvo la iniciativa de entregarnos
a su Hijo para hacernos hijos.
Cuando profesamos nuestra fe afirmamos que: El Verbo se encarnó para
salvarnos reconciliándonos con Dios: “Dios nos amó y nos envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10) (Catecismo 457). Se encarnó para que
nosotros conociésemos así el amor de Dios: “En esto se manifestó el amor que Dios nos
tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él” (1 Jn
4, 9) (458). Se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: “Amaos los unos a los otros
como yo os he amado” (Jn 15, 12). (459). Se encarnó para hacernos “partícipes de la
naturaleza divina” (2 P 1, 4) (460). Y san Ireneo afirma la gran realidad del encuentro:
“Para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina,
se convirtiera en hijo de Dios”.
Navidad es encuentro de miradas – lo dice el papa Francisco en una entrevista
exclusiva a Canal 5, de Italia- : “Diré a todos, a cada uno: mirad al Niño, mirad la
estrella. Un niño más es la esperanza. Trajo esperanza, pero nació así: pobre, perseguido,
tuvo que huir. Un Niño sin la estrella no va, una estrella sin el Niño no va. Ambos son el
mensaje de la Navidad de hoy. A cada uno de los que me escucháis, quiero pediros que el
Señor os dé la ternura de un niño, que no perdamos la ternura humana, que nos ayude, y
que os dé la luz de la estrella. Si miras la estrella sabrás dónde está el camino, como los
Reyes Magos. Si miras al Niño sabes cómo debe sentirse tu corazón. Este es mi mensaje.
Cada uno de vosotros, queridos, mirad al niño y mirad a la estrella. Mirando al Niño, os
deseo una buena y santa Navidad. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde”.
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

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