Opinión: Luis D’elía dio en el clavo

Por Carlos Paladino

Por Carlos Paladino

No es lo mismo fisura que grieta. En tanto la fisura afecta la parte exterior de la estructura; la grieta afecta el total de la estructura. De acuerdo al tamaño de esa separación, será la profundidad y la anchura de la grieta. Una grieta, entonces, debe arreglarse a la mayor brevedad, caso contrario se seguirá ensanchando y profundizando hasta que la estructura se derrumbe. Una acepción de la palabra grieta es “Dificultad o desacuerdo que amenaza la solidez  o unidad  de algo”;. significado que mejor se adapta a la grieta política que se ha adueñado de la Argentina. Es así, si bien el término grieta amoldado a la política es nuevo, se ha apoderado de nuestro país, al influjo del tiempo que lleva con nosotros. ¿Desde cuando existe la grieta? ¿Cuándo comenzó la grieta? No creemos que se trate de ubicar un hecho sustantivo que lo determine en un tiempo más o menos preciso. Sabemos que convivimos con la grieta desde hace mucho,  que no conseguimos arreglarla y que cada vez está peor. En algún momento, por culpa de la grieta, nuestro armado democrático se tiene que caer. A no ser, claro, que nos esforcemos en repararlo.


Consuelo de tonto. América latina – sacando envidiables excepciones – padece penurias similares. Le cuesta ubicarse en un sistema de concordancia y de tolerancia. Es cierto que la Vieja España que llegó a tierras americanas vino con toda su rancia estirpe absolutista (Monarquía e Iglesia) distante de alguna tolerancia que algunos países  europeos empezaban a practicar.  Le colgaron el Sambenito de la intolerancia. Los conquistadores no fueron más inhumanos con los naturales que los recibieron, porque muchas tribus cansadas del estado de esclavitud a la que las sometían los déspotas autóctonos, se unieron a los invasores. Los avatares de la Conquista perduran en los latinoamericanos de cuño absolutista y religioso. Bajo la apariencia de políticos republicanos, el espíritu invasor perdura en América. A los americanos todavía no los han dejado salir del sojuzgamiento heredado de la Madre Patria. ¿Estará ahí el origen de la grieta?¿Todavía no aprendimos a desligarnos del problema de los intolerantes de hoy, y seguro del mañana?   Es una tesis más. A través de los años hemos visto transitar por la vida política, abundantes incapaces de soportar como suyas las penurias y las ideas ajenas. Esa intransigencia democrática, es fundamental para ser un envidiable dictador de fuste.


Aquellos que – sin haberlo vivido en plenitud – aspiramos a la convivencia que desata el sistema republicano, aquellos que piensan en vivir sin tensiones recurrentes por las mismas causas. aquellos que desean habitar armoniosamente el suelo que los verá morir; hemos morado en nuestra patria de sobresalto en sobresalto. No hay días iguales o parecidos, el amanecer del nuevo día, es un episodio distinto al anterior. De grieta en grieta, Dependencia e independencia; unitarios y federales; librepensadores y fanáticos; católicos y judíos; conservadores y radicales, ricos y pobres; guerrilla y estado,: fascismo y democracia y seguro habrá más. En todas las instancias hay un elemento intolerable. Doscientos años de discordias, no llevan a meditar que, si no tuviéramos motivos para la discordia, las inventariamos. Es una tradición argentina. En las últimas décadas la antinomia irreconciliable la fundan el peronismo y el antiperonismo.  Nada de empatía, nada de emociones compartidas. Blanco o negro.

Dentro del actual contexto se manifiesta una grieta riesgosa para la democracia argentina que, si bien no es novedosa, se afirma y crece: la Corporación Colegiada Beneficiada y la clase media compuesta de emprendedores, patrones, trabajadores y empleados que viven en angustia constante. El presente nos encuentra en un escenario político de grieta, repetido o con otros matices; pero, grieta al fin. El coronavirus trajo la ilusión de que se podían dejar a un lado las viejas antinomias políticas. Aunque sólo fuese para enfrentar unidos la pandemia. Los partidos políticos se unieron en esta batalla desigual. Esquivaban las disputas con el Presidente y la señora Cristina de Kirchner y se pusieron a disposición del gobierno aun tragando sapos. Al margen de la hipocresía, el cuadro era alentador. Todos juntos en un trabajo mancomunado, atravesaremos la situación con mayor aplomo, el bicho no excluye a facción política alguna. Fue muy bueno ver agigantarse la figura del Presidente marcando la campaña sanitaria antipandemia. Pero, esta imagen que nos reconfortaba duró poco, se volvió imposible de sostener. No alcanzaron a verse bien las caras, cuando la esperanza se vino abajo. Algunos piensan que los méritos no se comparten. El siempre invocado General Juan Domingo Perón escribió en su libro “Conducción Política”: ‘El sectarismo es el primer enemigo de la conducción, porque la conducción es de sentido universalista. es amplia, y donde hay sectarismo se muere, porque la conducción no tiene suficiente oxígeno para poder vivir…El sectarismo es la tumba de la conducción en el campo político’ . Una preciosa reflexión del fundador del Peronismo, a la cual no le dieron mucha importancia en esta ocasión. En tiempo de elecciones, en cambio, bajan de la enciclopedia del líder aquella otra frase: “peronistas somos todos”, entonces entra en la doctrina del general cualquier derechista o izquierdista que le arrime algún voto. El gobernador Axel Kicillof empoderado de la señora Cristina, temió perder protagonismo, el Presidente lo respaldó (de paso no contradecía a su mentora) y la convivencia contra la pandemia se frustró. Recordamos los discursos largos y repetitivos del gobernador que motivaron (con excesivo e injustificado abuso) a risas. Desde ese momento y en un escaso año de gobierno hemos experimentado un sinfín de episodios. Dichos y contradichos.

 
Ganar las elecciones tiene un propósito por demás esclarecedor para el gobierno de Alberto Fernández y su vicepresidenta. dejar libre de cargo y culpas a los funcionarios del gobierno de los Kirchner, una cruz difícil de esconder si no se es poseedor de un poderío que pueda torcer la investidura judicial. Justicia militante tuvieron siempre . Iniciada la gestión y con la preocupación pandémica, se empezó a observar que el Poder Judicial sólo atendería causas específicas. Fue detrás, entonces, de un operativo legal que le permitiese excarcelar a un vicepresidente condenado por corrupción. El señor Fernández al ser digitado como candidato presidencial por la señora Cristina, en mayo de 2019, dijo que los jueces tendrían que “rendir cuentas por las barrabasadas que habían hecho”  y puso en la picota a ciertos magistrados. Para mitigar dicho enunciado, pronunció: “El  que piensa que voy a la Casa Rosada para dar un indulto es un estúpido, yo descreo del indulto. Los presidentes no están para perdonar a nadie”. ¿La lectura se ve un poco confusa, o nos parece?. Lo anotamos sólo para tener en cuenta: “La Cámara Federal de la Ciudad de  Buenos Aires, informó que entre 2003 y 2015, algunas de las más notorias figuras del kirchnerismo recibieron un totalde 2160 denuncias radicadas en el distrito por posibles hechos de corrupción” La mayor cantidad – dice la información – recae sobre la presidenta Cristina Kirchner. La ciudadanía – aunque acostumbrada a la pasividad representativa – esperaba una reacción severa de la oposición. Procederes de este tenor ayudan a ensanchar y profundizar la grieta.

El empeño en avanzar sobre las causas judiciales que logren una “solución política”, alentada desde el vamos por la facción “K”, no claudicó en ningún momento. Se proyectó pese al coronavirus, a la dificultad de poder pagar los sueldos de la actividad privada, a la necesidad comunicada al presidente de unas 10.000 camas de terapia intermedia y otras 2.000 de terapia intensiva, a la situación de los hospitales, camas respiradores y kits de tests . La AFIP no le postergaba el pago de impuestos a las empresas. También se obviaron las expresiones de tildar de “miserables” a los empresarios. Atravesamos otras situaciones críticas, como la rebeldía policial reclamando justificadas mejoras salariales. El gobierno reparó el conflicto inmediatamente; pero, originando otra grieta con la Ciudad de Buenos Aires. En fin, un año que se caracterizó por la incertidumbre diaria acaecida por un proceso político pandémico que no nos dio tregua. Tampoco nos dio respiro el accionar inclaudicable del gobierno a instancias de la señora de Kirchner, en contra de la justicia en su performance por imponer que saque una definitiva solución política. Hay que entenderlo, el tiempo no se achica, el susto se agranda, la expectativa persiste y la solución no llega.


¿Está todo dicho en cuanto a los argumentos contra la corrupción?. ¡¡ Que va !!  Difícilmente un gobierno pueda generar en un año, tantos sinsabores a su gente, como los producidos por el nuestro. No obstante, para nosotros también se nos acaba el espacio para desarrollar este escrito. 

Para los imputados, dijimos, los indultos  – por ahora  –  tardan en hacerse ver, y con ello la solución política que los absuelva con honores de las faltas contra la sociedad argentina. Y, para colmo, no le prestan atención a los consejos del inefable y siempre bien ponderado dirigente Luis D’Elía, que desde su arresto domiciliario fogonea al Presidente Fernández, induciéndolo a aumentar el número de miembros de la Corte y denominar a seis nuevos jueces. Lo dijo: “O metemos una Corte nueva a como dé lugar o, en febrero, Cristina está en cana”  Al dirigente piquetero se le debe agradecer la doble sinceridad; por un lado la claridad y simpleza que esgrime para resolver un  problema que los tiene en jaque; y el otro, tiene que ver con el modo en que debe interpretarse  la doctrina peronista. “¿Haber ganado por diez puntos las elecciones – afirmó – no significa nada? ¿Quien mierda elige a los jueces de la Corte?  Y tiene toda la razón del mundo. Si las porquerías que hacen no las salvan ellos mismos, no van a esperar tranquilos a que los salven los de afuera. Hubo que recurrir a D’Elía para poner las cosas en su justa medida. Quién lo iba a decir.    


Por supuesto; la aseveración del señor D’Elía contribuye a ampliar la grieta existente; grieta que, en el fondo, no deja de ser la misma.

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