¿Qué es la literatura?


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Declara Juan José Saer: “En mis libros casi no hay acción y, en muchos casos, ni siquiera relato… En “Nadie nada nunca”, las partes puramente narrativas son como exteriores a la estructura”.

Saer se ha empeñado, durante toda su obra, en construir una literatura sin historia, sin relato, sin argumento. O, dicho de otro modo, menos tajante, con una historia o relato mínimos, breves, casi intangibles. A tal punto que, como él mismo ha declarado alguna vez, y casi despectivamente, esa historia mínima que le da sentido a su literatura es apenas una “anécdota”.

Podríamos dar muchos ejemplos sobre esto, tal vez alcance con el de “Glosa”, novela publicada en el año 1986 en la que la trama se limita al hecho anecdótico siguiente: Ángel Leto viaja en colectivo a su trabajo, observa que llegará más temprano de lo que corresponde y por lo tanto decide bajarse dos o tres paradas antes y caminar, por la calle San Martín de la ciudad de Santa Fe, aprovechando que la mañana está soleada y templada. En la esquina se encuentra con un viejo amigo, el “Matemático”, que ha salido a hacer alguna diligencia. Caminan juntos durante siente cuadras y van conversando sobre ciertos hechos del pasado. Cuando Leto llega a su trabajo se despiden y finaliza la novela.

¿Le quita mérito a un texto una trama tan sencilla? Claro que no. La novela no deja de ser genial aunque la historia en la que se centra sea tan vulgar. Todo lo contrario, sus atributos están en otra parte. En primer lugar, en la prosa fina, quirúrgica (por lo precisa), en la búsqueda de nuevas expresiones discursivas.

Para Saer, lo único que hay es lenguaje. No importa lo que se narre, sólo cuenta el cómo se lo dice, en cómo se estructura un texto, en la búsqueda permanente y sin esperanzas de hallar herramientas narrativas que permitan correr el límite, empujarlo hacia afuera, ampliar la capacidad que el lenguaje nos otorga para comunicarnos, para expresarnos o para ejercitar el vano intento de sacar a la luz eso que somos por dentro.

Hablábamos de “quirúrgico” porque esa es la sensación que provocan los textos de Saer cuando intentan subdividir la realidad, el tiempo, en micro porciones, en partículas individuales e indivisibles, meterse en la microestructura de la realidad para espiar en intersticios invisibles, para descomponerla y aclararla.

Podríamos definir la literatura como un espectro amplio de textos que oscilan entre la narración pura (todo es historia y trama), hasta la narración mínima o ausente (la trama es reducida a su máxima expresión). Entre la primera alternativa hallamos los textos de las novelas decimonónicas y sus exponentes actuales. En el extremo opuesto del espectro encontramos obviamente al propio Saer y a algunos de sus seguidores. Aunque ninguno de ellos lleva aquella propuesta a un extremo, en cierto modo Saer ha sido un guerrillero de su propuesta literaria, ha intentado demostrar casi por el absurdo la validez de su propuesta.

Tal vez una buena historia no pueda faltar en un texto ya que, en tal caso, sería un avance contra los principios o las bases mismas de la literatura. Sin embargo, un relato basado sólo en la sucesión de hechos, en la articulación de acciones y en un sucesivo encadenamiento de circunstancias que podrían pasar como repetidas causas y consecuencias, carecería de valor, resignaría varios de los alcances que la buena literatura puede ofrecer.

Como siempre, nos quedamos con Saer y son su apuesta literaria. Vamos por una literatura que busque, que explore, que experimente nuevas estrategias discursivas. Preferimos cualquier intento de ampliar los alcances del lenguaje a toda buena historia. Esto último se lo dejamos a la televisión.

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