Sierra Chica: Transforman residuos en escobillones, briquetas, vasos y nutrientes para la huerta
Se trata de un programa ecológico del que participan 70 privados de libertad de las Unidades 2, 27 y 38 del Servicio Penitenciario Bonaerense, desde donde surgió la iniciativa. Colaboran varios organismos, entre ellos el OPDS y el Patronato de Liberados. Los detenidos se capacitaron como Gestores ambientales
En Sierra Chica funcionan tres Unidades Carcelarias que forman parte del Complejo Penitenciario Zona Centro Sur, donde se lleva a cabo un exitoso programa ecológico denominado Basura Cero, en la que setenta privados de libertad clasifican los residuos y luego con el plástico elaboran cepillos, con el papel producen elementos de cestería y con las sustancias orgánicas nutren la tierra de la huerta, entre otras finalidades.
Los internos de la Unidad 2, 27 y 38 fueron capacitados en un curso de Gestor Ambiental y los pabellones cuentan con recipientes de distintos colores que ayudan a seleccionar los residuos.
Al respecto, el ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari, dijo que “la decisión política de la gobernadora, María Eugenia Vidal, es la de llevar adelante proyectos que procuren generar a las personas detenidas oportunidades laborales y brindar hábitos laborales para afrontar la reinserción social”. Y luego agregó que “si sumamos que la iniciativa tiene que ver con el cuidado del ambiente y la salud, mucho mejor”.
Gabriela Pizzano es la representante en Sierra Chica de la Dirección de Trabajo del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Ella está a cargo del Departamento Regional de Cultura Laboral y es una de las mentoras del Programa Basura Cero: “El reciclado surgió por la gran cantidad de basura que se juntaba en la cárcel, salió de la Unidad 2, la más grande del Complejo. A partir de ahí concretamos un análisis, ¿por qué no se hacía ningún tratamiento con la basura?, solo venía una empresa privada y se llevaba los seis conteiners”, relató.
Un estudio realizado por el SPB comprobó que el 90 por ciento es residuo orgánico y el resto, en una gran proporción, plástico, por lo que los funcionarios empezaron a analizar qué se podía hacer para darle un valor agregado a todo lo que se juntaba.
Pizzano contó que “coordinamos una mesa de enlace con el Patronato de Liberados, con la Dirección de Promoción Sociolaboral del SPB, que depende de la Dirección General de Asistencia y Tratamiento, y con Gloria Basso, la Directora Provincial del Organismo para el Desarrollo Sostenible (OPDS)”.
De esa mesa de enlace surgieron varias líneas de acción. Desde el OPDS capacitaron a los internos en las Unidades del Complejo Zona Centro Sur, luego se convocó al licenciado en Seguridad e Higiene, Facundo Barsi, funcionario del SPB, para armar una currícula para desarrollar el tratamiento de la basura y conformar diferentes talleres.
“Lo que hicimos – agregó Pizzano – fue empezar a separar desde el origen la basura en los pabellones, desde lo más simple a lo más complejo. Por un lado lo seco y por otro lo mojado, de ahí se retira de los pabellones en diferentes tachos y se le va dando un destino, todo lo que es plástico va a la Unidad 38 donde se procesa y se elaboran cepillos y escobas que se distribuyen, por ahora, entre las tres cárceles”.
En tanto, lo que es orgánico va a la Unidad 27 donde se procura lograr un establecimiento carcelario autosustentable con todo lo que es huerta. Ahí se instalaron piletones de compostaje. Y el papel se utiliza en un taller de cestería en el que se producen briquetas, que es un compuesto de papel y aserrín para encender el fuego en hogares y parrillas.
Además, en la Unidad 2 funciona un Taller de desarme tecnológico donde se le da un valor agregado a todo lo que es desecho tecnológico. En ese espacio se arman tableros para clubes, de diferentes motivos y se dan talleres de capacitación en informática y electricidad.
“En las tres Unidades se está dando el Curso de Capacitación en Gestión Ambiental, y a través de contactos con las Cooperativas de Trabajo del conurbano, cuando el interno recupere la libertad, con ese certificado pueda acceder a un lugar de trabajo genuino”, explicó Pizzano.
Justamente Gloria Basso es quien dicta esos Talleres y detalló que “la idea de estos cursos es trabajar en la separación de residuos y la concientización, ya que en las unidades penitenciarias se generan grandes cantidades de basura no solo por parte de los internos, sino también de los familiares que concurren a la visita los fines de semana y todo lo que estamos generando es dinero que tenemos que ser conscientes de que podemos recuperarlo”.
La funcionaria del OPDS detalló que “el paso inicial es poner en valor el concepto de residuo y dejar atrás el de basura poniendo en práctica el concepto de la 3R: reducir, reutilizar y reciclar”.
Barsi sostuvo que “el tema de la basura es preocupante a nivel mundial y veíamos que era grave aquí en la Unidad, por eso empezamos a trabajar en soluciones con respecto a eso, en estos momentos estamos dándoles cursos a 18 internos en la Unidad 2 y a otros 12 en la Unidad 27 y la idea es llegar a la mayor parte de la población de las tres Unidades. Encuentro en ellos un gran interés y una gran motivación para cambiar las cosas”.
El Proyecto «Basura Cero» es impulsado por el Ministerio de Justicia y cuenta con el apoyo de la cartera de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires y el Patronato de Liberados, que depende de la Secretaría de Derechos Humanos.
Las distintas etapas del reciclado, en primera persona
Walter es un interno de la Unidad 38 y contó que estos años en la cárcel no los ha perdido, ya que se ha dedicado a estudiar y a realizar diferentes cursos de capacitación. “He hecho cursos de cestería, de apicultura y otro de Ejecución de Pena, mientras también estoy tratando de terminar el secundario”, respecto al trabajo de reciclado señaló con orgullo que “a los talleres de esta cárcel nos traen todo lo que es botellas de plástico. Acá las recuperamos, las lavamos, las cortamos con una máquina que hicimos, como si fueron un hilo, las enroscamos en un marco rectangular que le da la forma final de la cerda, después las templamos en agua hirviendo y quedan firmes, para luego cortarlas y enhebrarlas en tacos de maderas y así armamos los que son escobas o cepillos. Aproximadamente estamos armando unas 15 escobas por semana, por ahora, en un trabajo que es enteramente artesanal”.
El privado de libertad también indicó que con el papel y cartón que reciben y el aserrín que sobra de la carpintería hacen una pasta que luego en una prensadora le dan forma rectangular y eso sirve para incentivar el fuego en hogares, salamandras y parrillas; además también procesan botellas de vidrio, que en un trabajo de cortado y pulido las transforman en vasos y copas.
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