Cristo Rey
Escribe: Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

Al celebrar la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, se cierra el Año Litúrgico en el que a través del Evangelio se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios reconociéndolo como el principio y el fin, el Rey que gobierna a través del amor y la justicia.
Fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925 motivando a los católicos a reconocer a Jesús que hace presente el Reino de Dios y a él los conduce. Él reina en las inteligencias de los hombres porque es la Verdad. Reina en las voluntades porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos. Reina en los corazones con su caridad y mansedumbre para hacernos “semejantes a él”.
Celebrar a Jesucristo Rey es renovar nuestra fe ; es dejar que la gracia entre en nuestros corazones para alcanzar la meta del cielo el lugar donde Dios reina (Mc. 14,25). Ese reinado lo actualizamos cada vez que rezamos el Padre Nuestro:»Venga a nosotros tu reino». Celebrar a Jesucristo Rey es también renovar nuestro Bautismo: Tener memoria agradecida de nuestro propio bautismo: liberación del pecado y presencia poderosa de Dios en nuestros corazones que nos hace sacerdotes, profetas y reyes. “Sacerdotes«, teniendo la capacidad de ofrecer todo lo que vivimos al Padre eterno. “Profetas”, para anunciar su Palabra, su presencia en nuestro mundo y nuestra historia, dar a conocer a toda la humanidad su amor y su misericordia. “Reyes», con capacidad de conducir, gobernar, reinar, de acuerdo al rol que cada uno tiene como padres y madres, hermanos y amigos, tíos y abuelos, docentes y responsables de algún determinado servicio. Desde allí el “reinar” se convierte en servicio, es decir, sirviendo de tal manera que aquellos que acompañamos puedan llegar a la vida nueva de los hijos de Dios.
Nos recuerda el papa Francisco: “Jesús quiere convertirse en nuestro Rey dando un sentido nuevo a nuestra vida. El quiere establecer en el mundo su reino de amor, de justicia y de paz. Este Reino que se fundamenta sobre el amor y se radica en los corazones. Todos queremos, paz, queremos, libertad, queremos plenitud. ¿Cómo se consigue? Se necesita abrir el corazón al amor que Dios nos tiene y comunicarlo a los demás”.
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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