La columna delaltillo | Anna Ajmátova: poesía o muerte
¿Dónde va a parar un libro cuando lo terminamos de leer? Su contenido intangible vuelve a despertar la conciencia de su autor? El escritor Guillermo Del Zotto propone una reseña con entrevista. Una mirada de la obra leída junto con la imaginaria presencia de quién la escribió o con alguno de sus personajes.
Comenzó a escribir poemas a la edad y bajo las circunstancias que la igualan a varios genios de las letras: a los once años y tras una enfermedad. Su obra y su contexto como mujer, la emparentan con la estadounidense Emily Dickinson y la polaca Wislawa Szymborska. Anna Ajmátova fue llamada la “Anna de todas las Rusias”. “Réquiem” es su poemario paradigmático.
-Más allá de su poesía, su figura física y su carácter cotidiano siempre dieron que hablar…
-Mi primer marido decía que en realidad había estado casado con una hechicera, no con una esposa.
-¿Cómo fue que llegó a ser modelo del pintor Modigliani?
Lo conocí a Amadeo Modigliani en la primavera de 1910 cuando llegué con mi marido, el poeta Nikolai Gumiliov. Cuando regresé a Rusia no dejamos de cartearnos. Al año volví a París para estar algunos meses con él. Luego, de vuelta en Rusia, escribí: “no me ha llegado ni una carta: él ha olvidado escribirme, o tal vez se ha ido/ Hace poco él estaba conmigo/ tan enamorado, amoroso y mío:/ fue durante el invierno límpido/ y ahora la primavera está repleta de tristeza…/ Hace poco él estaba conmigo…”
También figura entre los personajes que describo en mi largo “Poema sin héroe”: “En la oscura neblina de París,/Quizás otra vez Modigliani/Camine imperceptible tras de mí./Su triste naturaleza/Incluso en el sueño me inquieta/De ser culpable de muchas desdichas./Pero para mí –su mujer egipcia– él es/La música que toca el viejo en el organillo./Todo el rumor de París se esconde bajo esa música,/Como el rumor de un mar subterráneo/Que ha bebido del dolor/El mal y la vergüenza”.
-¿Cómo logró componer su libro mas importante, “Réquiem”?
-A “Réquiem” lo escribí fechando cada poema y luego destruyendo cada uno de ellos ya que corría peligro si los encontraban. Los memoricé y los compartí con queridos amigos que los resguardaron.
-A pesar de la persecución personal y familiar, se quedó en Rusia…
-«Estaba entonces entre mi pueblo/ y con él compartía mi desgracia».
-¿Cómo explica su tenacidad para escribir poemas en esas circunstancias?
-“Réquiem” tiene una especie de prólogo que explica eso: “Diecisiete meses pasé haciendo cola a las puertas de la cárcel, en Leningrado, en los terribles años del terror de Yezhov. Un día alguien me reconoció. Detrás de mí, una mujer –los labios morados de frío– que nunca había oído mi nombre salió del acorchamiento en el que todos estábamos y me preguntó al oído (allí se hablaba solo en susurros):
–¿Y usted puede dar cuenta de esto?
Yo le dije:
–Puedo.
Y entonces algo como una sonrisa asomó a lo que había sido su rostro”.
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