La columna delaltillo | Leer teatro
¿Dónde va a parar un libro cuando lo terminamos de leer? Su contenido intangible vuelve a despertar la conciencia de su autor? El escritor Guillermo Del Zotto propone una reseña con entrevista. Una mirada de la obra leída junto con la imaginaria presencia de quién la escribió. Sin desconocer que, como dice Italo Calvino, “ningún libro que hable de un libro dice mas que el libro en cuestión”.
Hay, en medio de la pandemia, un debate sobre cómo seguir gozando del teatro. Se le dice traidores a quienes buscan por plataformas digitales una obra filmada. Al mismo tiempo, no será fácil ni temprano volver a gozar de ese arte. ¿Qué pasa con los buenos libros de obras de teatro? Un buen intento quizás sea adentrarse en “Seis personajes en busca de un autor”, de Luigi Pirandello.
Pirandello dejó todo por el teatro. Y para un italiano la familia es ese todo. Alguna vez se estrenó una obra suya en el teatro Odeón de Buenos Aires y en 1934, todos lo nombraron como el favorito para el premio Nobel. Pirandello es un narrador que certeramente decidió pasar a la dramaturgia y cuyas obras teatrales hoy recorren el mundo.
-¿Cómo resumiría una pequeña autobiografía?
-Nací –eso lo sé- Agrigento, Sicilia, el 28 de junio de 1867. A los dieciocho años, la abandoné para venir a Roma. Un año mas tarde salí para Alemania donde viví dos años y medio. Una tesis escrita en alemán sobre los dialectos romances me valió el doctorado de filosofía y letras de la universidad de Bonn. De allí regresé a Roma. Pero no traje conmigo a Heine -como algunos se complacen en decir- sino a Goethe de quien traduje Las elegías romanas. De todo esto, nada me ha quedado. Creo realmente que, en la pequeña medida de mi valer, no debo nada a nadie. Lo he hecho todo modestamente solo. No tuve ningún modelo literario y con los cajones llenos de manuscritos, luché mucho. Mas de seis años para encontrar a un editor.
-¿Cuándo decide escribir comedias?
-Estaba alejado del teatro. Pero vino la guerra. Yo tenía un hijo en el frente que fue hecho prisionero. Mi estado de ánimo no se compaginaba bien con la placidez del estilo y la exposición de ideas. Surgió entonces la necesidad de hacer teatro, porque no me bastaba la novela ya que mi sentimiento dramático se había agudizado. He aquí por qué a los cincuenta años me he decidido a hacer comedias…
-¿Qué sucedió en el estreno de “Seis personajes en busca de un autor”, la obra que lo hizo célebre?
-Ya se sabe que fue un escándalo. Gran parte público gritaba “bufón, bufón, bufón”, mientras otra parte del público abochornaba a los que protestaban. Cinco horas de trifulca. En el final fui atacado por cientos de fanáticos y tuve que huir en taxi, llevando en brazos a mi hija desmayada.
-Como autor ¿qué le diría a sus personajes, que no cesan de buscarlo?
-Este tema me obsesiona y me da temor. A tal punto que en estos días he decidido colgar en la pared de mi despacho un cartel en el que usted puede leer: “quedan suspendidas las audiencias a todos los personajes, hombres y mujeres, de cualquier rango, de cualquier profesión, que haya formulado solicitud y presentado títulos para hacer admitidos en cualquier novela o cuento”.
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