Sequía por inundación: el juego perverso del cambio climático para el sudoeste bonaerense

El cementerio de Bonifacio, Guaminí, en el corazón de la inundación, en una imagen de septiembre último. / Foto: Rodrigo García-La Nueva.

Los registros de precipitaciones superaron, este año, en un 30% a las marcas históricas. Pero ahora llegó La Niña, que promete una seca como la de 2009.

 

Guillermo D. Rueda [email protected]

 

La presencia del fenómeno El Niño (lluvias por encima de los promedios normales) durante casi tres temporadas cayó como un bálsamo en algunos distritos del sudoeste bonaerense.

 

Para este año, el incremento del 30% —en promedio— en los registros anuales posicionó a la región semiárida con mejoras en los rendimientos de los cultivos de invierno y de verano, así como por la generación de pasturas para consolidar el buen momento de la ganadería. Este, no obstante, es sólo un costado de la historia.

 

 

Las lluvias, al final, se convirtieron en inundaciones en el norte del SOB, así como no pocas localidades sufrieron por su abrupta e inesperada presencia, con los consabidos inconvenientes que acarrea frente a la evidencia de falta de obras estructurales, como desagües pluviales y demás.

 

En otras palabras, es otra lectura de una de las caras del cambio climático que llegó para quedarse y que, aunque morigerado en algunos casos, ha impactado en la zona cercana de Bahía Blanca.

 

Guaminí, al tope

 

El distrito de Guaminí es el que ha sufrido mayores precipitaciones durante el año que concluye hoy.

Con promedios históricos de poco menos de 500 milímetros anuales, las cuatro localidades más importantes superaron, cada una, los 1.000 milímetros.

 

En Casbas, por ejemplo, llovió el 149,7% más respecto del dato de referencia.

 

En el partido, además, existe un conflicto de desvío de aguas que aún no se ha solucionado en forma armónica.

 

También aquí hay inconvenientes por las napas altas, al igual que en localidades de los distritos de Coronel Suárez, de Adolfo Alsina y de Puan.

 

 

Justamente, en Suárez llovió 930 milímetros (versus 649mm históricos), aunque lejos del máximo de su vida, que fue de 1.222mm en las recordadas inundaciones de 1985.

 

Un destino que sintió los embates del cambio climático, al menos en dos oportunidades en el año corriente, fue Monte Hermoso.

 

El dato de que hayan caído 1.482 milímetros en este tiempo, contra los 610mm que entrega la historia para comparar, es por demás elocuente.

 

En el balneario no sólo llovió mucho, sino que muy fuerte y por escaso tiempo, con todo lo que ello representa por el cauce del agua hacia el mar y el arrastre de todo lo que encuentra a su camino.

 

En este año llovió 1.491 milímetros, el 110,6% más que el promedio histórico registrado.

 

En las ciudades de Bahía Blanca (832mm versus 612mm) y de Punta Alta (770mm vs. 620mm) la tendencia fue semejante respecto de los promedios históricos, con 35,9% y 24,2%, respectivamente.

 

Pocas y concentradas

 

En el partido de Necochea, en la Quinta Sección, el incremento fue del 17,6%, tras cumplirse tres años seguidos de inundaciones con marcas superiores a los 1.000 milímetros anuales.

 

“Las inundaciones anteriores se daban en ciclos de unos 10 años, pero ahora son mucho más seguidas y la principal consecuencia la sufren las napas”, sostuvo Susana Laborde, titular regional del área de Hidráulica bonaerense.

 

 

En Necochea, como en otras localidades del SOB, se apreció el fenómeno de lluvias concentradas. Ejemplo: entre el 9, 10 y 11 de abril últimos cayeron 236 milímetros.

 

 

En las localidades cercanas a Bahía Blanca, en dirección al sur del sudoeste bonaerense, la tendencia promedio fue de 35%, con un pico en Teniente Origone, con 42,2% (782mm vs. 549mm).

 

No sucedió lo mismo en Cabildo, donde llovieron 891 milímetros (versus 515), con una altísima suba del 73,1% para los cifras históricas.

 

Lo que se impone

 

Durante el corriente mes de diciembre casi no se registraron lluvias en el SOB, más allá de alguna efímera llovizna. Y aumentaron los vientos, y el calor y la humedad, el cóctel ideal para la de incendios por lo antes comentado de copiosas lluvias y, por ende, consolidación de malezas y pasturas (hoy secas).

 

El fenómeno La Niña (se considera cuando las lluvias son por debajo de los promedios históricos) se había anunciado a mitad de año y, finalmente, apareció en escena.generación

 

Sus efectos, complementados con el cambio climático, pueden provocar mucho daño en el SOB, tal como lo hizo —hasta hace un rato nomás— El Niño con las incontroladas (e inesperadas, en ocasiones) lluvias y tormentas de viento y de granizo.

 

Nota: Los registros se consideran hasta el sábado 30 de diciembre de 2017 (S.E.U.O). Fuentes: INTA Bordenave, INTA Ascasubi y corresponsales de LU2 y de La Nueva.

 

Nunca llueve en el sur del SOB

 

* Comparativos: De acuerdo con el relevamiento de lluvias realizado para este reportaje, en tres sitios emblemáticos del sur del sudoeste bonaerense no llovió más respecto de los promedios históricos.

 

* Costanera: En Patagones llovió 18,1% menos (355mm versus 433mm) en relación a la historia, en tanto que en la costa de Bahía San Blas (392mm vs. 422mm) fue de -7,1% y en Villalonga (436mm vs. 444mm) casi se equiparó: – 1,8%.

 

* Villarino: En la localidad de Hilario Ascasubi, donde se encuentra la sede del INTA, en el año 2017 precipitó 517 milímetros respecto de los 508mm. de la historia. Esto es, sólo el 1,8% más.

 

* Dorrego: Entre las localidades intermedias, en Coronel Dorrego llovió el 9,1% más respecto de las datos de la historia (785mm versus 720mm), aunque los registros de campos ubicados hacia la zona costera llegan —en algunos casos— hasta los 900 milímetros.

 

La variabilidad climática, lo único seguro

 

* Fenómeno: “Estamos frente a un fenómeno climático de La Niña, con precipitaciones entre normales y por debajo de la media para esta época que, probablemente, se establezcan durante todo el verano”, dijo Carlos Di Bella, director del Instituto de Clima y Agua del INTA.

 

* Confirmación: El propio Di Bella aseguró —por si hiciera falta— que lo único seguro en materia de clima, en los últimos años, es la alta variabilidad climática.

 

* Demanda: “Hay que entender que producir, en la actualidad y con estas condiciones de alta variabilidad climática, siempre implica un riesgo”, comentó Di Bella, respecto de las demandas de los productos en relación al cambio climático.

 

* Datos: “Para todos los casos, es importante estar informado, conocer los pronósticos y la información agroclimática que el INTA pone a disposición del productor”, agregó.

 

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