1992. El tan ansiado ingreso al primer mundo


Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

El 17 de marzo de 1992, los argentinos y las argentinas nos encontramos con la novedad de que, por fin, el tan anhelado ingreso al primer mundo, al mundo desarrollado, se había hecho efectivo.

Aunque de inmediato supimos que ese paso no era para nada venturoso, sino todo lo contrario. No es que repentinamente el PBI se hubiera triplicado o que, de buenas a primeras, el país hubiera alcanzado niveles de bienestar equiparables a los de los países europeos. Entrábamos al primer mundo por la puerta de atrás: nos tocaba pagar las travesuras, pretendidamente inocentes, de un presidente de la Nación que, como un perrito que sigue a su amo moviendo la cola, había enviado, un par de años atrás, un buque y una corbeta de la Armada Argentina a la Guerra del Golfo. Fue un intento de mostrarnos dispuestos a “colaborar”, al menos simbólicamente, con la OTAN, aun sabiendo que nunca seríamos parte de esa alianza.

La respuesta fue el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires. Aquella tarde murieron más de veinte personas y varios centenares resultaron heridas.

Hoy, en el año 2025, treinta y tres años después del atentado, el desconocimiento sobre sus detalles permanece intacto. Ni siquiera está comprobado el modo en el que se produjo: una bomba en el interior de la embajada accionada a distancia, una camioneta F-100 con explosivos y un conductor suicida que se inmoló chocando de frente contra el edificio, son algunas de las conjeturas que se barajaron.

Cuando aún la Argentina no salía de su asombro ante semejante hecho de terror, Carlos Menem puso en marcha una seguidilla de privatizaciones, con la venta de grandes empresas estatales como Gas del Estado y SEGBA, y la posterior privatización del sistema previsional con la creación de las AFJP.

Demostraba, de ese modo, ante la sorpresa de propios y extraños, que las políticas de derecha podían implementarse aun con la venia del electorado y a través de un partido político con amplias bases populares. (Dejo a los sociólogos la explicación de tan extraño fenómeno.)

Afortunadamente, en este país siempre tenemos al fútbol, que nos salva de toda desdicha. Aquel año, la selección argentina volvió a ganar la Copa América, esta vez jugada en Ecuador y enfrentando en la final a México. El equipo del Coco Basile tenía entre sus figuras a Redondo, Simeone, Gorosito, el Beto Acosta y Gabriel Batistuta.

Mientras silenciosamente las villas miseria de la Argentina se iban abarrotando de nuevos pobres, los hinchas de Boca nos consolábamos viendo la imagen de Claudio Benetti trepándose por el alambrado de la bobmbonera, como queriendo llegar hasta la “Doce” para festejar el gol ante Atlético Tucumán que le daría a Boca un título después de once años.

Ese año llegaron al cine, entre otras películas, El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, y Un lugar en el mundo, de Rodolfo Aristarain.

La seguimos el domingo próximo.

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