Cannabis y esquizofrenia: un nexo probado, que contradice la idea muy difundida de la inocuidad de esa droga
El daño neurológico que puede causar su compuesto más adictivo, el THC, es particularmente grave en adolescentes, porque el cerebro está en formación, y durante el embarazo, por la afectación al feto
Por Claudia Peiró
La ciencia ya ha confirmado el vínculo entre consumo de cannabis y ciertos trastornos mentales
“El porro conseguilo de fuentes confiables”; “Aprendé más sobre los consumos”; “Anticipate para disfrutar como te gusta”; “Elegí un consumo cuidado”; “Analizá cuál va a ser tu límite”, etc. etc
Esos eran mensajes transmitidos por algunos municipios y, más grave aun, por la Secretaría de Salud Mental de la provincia de Buenos Aires en el año 202w, en el marco de una campaña que no sólo no instaba a no drogarse sino que transmitía la idea de que existe una forma “saludable”de hacerlo.
Todas las consignas apuntan a una banalización del consumo. Una asociación de las drogas con el disfrute. Un divertimento inocente si se lo hace con “cuidado”.
Esto vale particularmente para el cannabis respecto del cual el mensaje que se transmite, explícita o implícitamente, es que es inocuo e incluso que no es adictivo.
Es llamativa, por no decir escandalosa, esta actitud de las autoridades que son clandestinas en materia de prevención de adicciones -en todos los niveles de la administración pública y en gestiones presentes y pasadas-, cuando la ciencia ya ha confirmado el vínculo que existe entre consumo de cannabis y ciertos trastornos mentales.
”El consumo de cannabis, particularmente en la adolescencia, y sobre todo de aquellas variedades con alto contenido de tetrahidrocannabinol (THC), ha sido identificado como un factor de riesgo significativo para el desarrollo de trastornos psicóticos, incluido el inicio temprano de la esquizofrenia”, dijo a Infobae el doctor Diego Sarasola, médico especialista en Neuropsiquiatría (MN 88266).
Sin embargo, aclara, el riesgo no afecta a todas las personas por igual. “La relación entre el consumo de cannabis y la aparición de psicosis es compleja y depende de la interacción entre factores genéticos, ambientales y del desarrollo. La evidencia más clara a la fecha indica que puede actuar como ‘desencadenante’ en aquellos individuos con mayor vulnerabilidad genética, así como en los que tienen antecedentes familiares de esquizofrenia o psicosis”, aclara Sarasola, quien es director del Instituto de Neurociencias Alexander Luria, y además miembro de APSA y de la American Psychiatric Association.
Entre los factores del desarrollo, la edad es clave: “La exposición temprana a THC puede alterar los circuitos neuronales y aumentar la vulnerabilidad a trastornos psicóticos. El consumo temprano de cannabis durante la adolescencia afecta negativamente el desarrollo del cerebro, particularmente en áreas responsables de la cognición y la regulación emocional”.El cannabis es una fiesta. Encuentro de fumadores, «amigos del Cannabis», en Berlín, Alemania, en abril de 2024 (REUTERS/Liesa Johannssen)
Daniela Navarro es egresada de la carrera de Farmacia de la UBA. Reside en España desde hace 20 años, y allá se doctoró en Neurociencias por el Instituto de Neurociencias Miguel Hernández, de Alicante, la misma universidad donde en la actualidad enseña e investiga.
En mayo de 2024, presentó los resultados de un trabajo de investigación de cuatro años sobre los efectos del consumo de THC en el embarazo y la lactancia, y la Asociación Argentina de Psiquiatras la invitó a exponer sobre el tema en su Congreso anual, que tuvo lugar en octubre pasado en Mar del Plata.
“Las embarazadas están usando el cannabis para las náuseas y también para la ansiedad, incluso mientras dan el pecho -dice Navarro, en diálogo telefónico con Infobae-. Hay un fármaco, el dronabinol, aprobado hace casi 30 años por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los EEUU) para el tratamiento de la náusea y de los vómitos que contiene THC en dosis bien estudiadas. Pero en el cannabis la concentración es demasiado alta”.
¿En qué consistió el estudio realizado para evaluar la afectación de ese consumo en embarazadas? “Con dosis altas de dronabinol se puede generar un modelo de adicción en roedores. Lo hicimos con hembras preñadas a las que se les suministró ese componente en dosis altas y regulares. El resultado fue que las crías nacían con trastorno de ansiedad, depresión y problemas cognitivos”, explicó.
El motivo, agregó, es que el THC “altera los genes, hay menor neuroplasticidad, es decir, menos conexiones entre neuronas”.El estudio consistió en crear un modelo de adicción en roedores, hembras preñadas, para medir el impacto en las crías (imagen de archivo EFE/EPA/JULIEN WARNAND)
Cuando estuvo en el Congreso de Mar del Plata, muchos psiquiatras le comentaron acerca del gran aumento de casos de Trastorno de Déficit de Atención y de autismo, por padres consumidores. Sin embargo, no se asocia, al menos públicamente y con el suficiente énfasis, el consumo de cannabis a estos problemas. “Me sorprendió ver el grado de desinformación en Argentina. Se cree en la total inocuidad del cannabis; la cocaína hace mal, el cannabis, no”, dice Daniela Navarro. “En general, el consumo de marihuana se ha disparado muchísimo, entre otras cosas, porque hay una política muy permisiva justamente con el argumento de que es inocuo, de que consumirlo es una práctica ancestral, de que calma el dolor, etc.”
En cuanto a esta ausencia de discurso preventivo sobre la marihuana, Diego Sarasola cree que “si bien desde el punto de vista científico no se discute esta correlación [entre cannabis y daño neuronal], no lleva tanto tiempo demostrada con contundencia”.
Cita un estudio realizado en Suecia, sobre más de 50.000 personas que fueron seguidas durante décadas. “Se encontró que los consumidores frecuentes de cannabis tenían un riesgo cinco veces mayor de desarrollar esquizofrenia -dice-. Sobre todo, si tenían vulnerabilidad genética. Una probable explicación a esto sería la amplificación de vulnerabilidades neurobiológicas preexistentes, alterando circuitos cerebrales relacionados con la dopamina y otros sistemas neuromoduladores que ya serían disfuncionales en personas genéticamente susceptibles”.La planta de marihuana ha sido modificada genéticamente para aumentar su porcentaje de THC, el componente adictivo y psicotomimético, que produce el trastorno psicótico y eventualmente la esquizofrenia” (Getty)
En cuanto al tema de la falta de políticas de prevención, Sarasola tiene una mirada que va más allá de esta droga en particular, ya que considera que actualmente hay un enorme déficit en las campañas contra el consumo problemático y adicciones de cualquier tipo. “Enfrentamos -dice- una trivialización de los fenómenos de consumo que exceden con mucho al consumo específico de cannabis. No se puede analizar este fenómeno de banalización sin enmarcarlo en el problema del consumo de sustancias en general y de las adicciones como concepto global, sea a distintas sustancias o a conductas, como la adicción a internet, la ludopatía, etc. No podemos dejar de marcar que, en términos epidemiológicos, el mayor problema sociosanitario actual lo constituyen el consumo de tabaco y el alcohol. Pero esto no debe ser sostenido erróneamente a favor de la trivialización del consumo de cannabis, sino como un llamado a las autoridades a no desatender el rol del Estado en materia de salud pública y prevención en general”.
En su opinión, “apelar a la libertad individual en esta materia es una falacia que lleva a desatender una de las principales funciones del Estado, que es el cuidado de la salud”, función que también se ve comprometida, considera, por “la creciente desfinanciación de la salud y las malas condiciones de trabajo del personal sanitario”.
Tanto Sarasola como Navarro coinciden en apuntar a la modificación genética de la planta de cannabis, que se ha venido realizando en las últimas décadas con el resultado de aumentar el porcentaje de THC en la droga. “Un fenómeno que sin duda ha contribuido a agravar el problema -dice Diego Sarasola- son los avances en la genética de semillas que permiten hoy, generar una concentración de THC significativamente superior a la que se encontraba en lo que se consumía hace décadas. Y a mayor concentración de THC, mayor potencia de los efectos psicoactivos, pero también, mayor incremento del riesgo”.En los últimos años, la planta de cannabis ha sido genéticamente modificada para aumentar la concentración de THC, el componente más adictivo de esta droga (Photo: Sebastian Gollnow/dpa / Sebastian Gollnow/dpa)
“El cannabis tiene más de 120 componentes -dice por su parte Daniela Navarro-. El más peligroso es el THC. Y la planta ha sido modificada genéticamente para aumentar el porcentaje de THC que es el componente adictivo y psicotomimético, es decir, que produce el trastorno psicótico y eventualmente la esquizofrenia”.
No significa que el cannabis no tenga aplicaciones medicinales, aclara. “Otros componentes de la planta, como el cannabidiol, tienen propiedades. La ANMAT aprobó, por ejemplo, el cannabidiol en estado puro para tratar la epilepsia refractaria, pero solo para ese uso”, señala.
Sin embargo, señala: “El problema con el cannabis medicinal es que hay que saber muy bien la procedencia, cómo se fabricó, etc. A veces se usan solventes para extraer el cannabidiol que son muy tóxicos”. Pone cuidado en aclarar que no se opone al uso medicinal: “Abogamos por el estudio de componentes puros del cannabis para el tratamiento de algunos trastornos”. Pero advierte: “Autocultivo y consumo libre son los problemas”.
Sarasola por su parte sugiere que, en vez de hablar de “cannabis medicinal”, deberíamos referirnos, para mayor precisión, al “cannabis farmacéutico”, porque “los productos deben ser producidos bajo estrictas normas de buena práctica de manufactura por razones de seguridad y eficacia”.
También él señala que ya existen en el país “productos farmacéuticos derivados de cannabis aprobados por ANMAT, que mejoran la calidad de vida de miles de pacientes”.Ya existen en el país productos derivados de cannabis aprobados por ANMAT, dice Sarasola, pero deben ser de origen farmacéutico (REUTERS/Guglielmo Mangiapane)
Siguiendo con la necesidad de clarificación, Sarasola subraya la importancia de separar bien las cosas: “Así como son reales los argumentos que muestran la relación entre consumo crónico y fenómenos psicóticos, sobre todo en la adolescencia, también existe un gran cuerpo creciente de evidencia de datos a favor de los derivados del cannabis como herramienta terapéutica valiosa para algunas patologías como epilepsia refractaria, autismo y ciertos tipos de dolor, entre otros. Los prejuicios y sesgos, siempre pueden actuar en las dos vías, esto es, en negar el perjuicio del consumo crónico o en negar el beneficio de su uso terapéutico. Son dos mundos que deberían ser tratados de modo diferente, ya que de hecho son sustancias diferentes, aunque con un origen en común, la planta de cannabis”.
Ambos especialistas ponen el acento en la edad de consumo, lo que vuelve doblemente grave el mensaje festivo y despreocupado, habitual en torno a la marihuana por parte de muchos funcionarios. También señala que la escuela debería ser un escenario prioritario para el despliegue de las estrategias de prevención que hoy brillan por su ausencia en ese ámbito.
“La planta actúa en nosotros porque tenemos receptores -dice Daniela Navarro-. Nosotros tenemos un sistema cannabinoide endógeno sobre el cual actúa el THC. No es indispensable tener predisposición para desarrollar esquizofrenia por consumo, porque el cannabis actúa a nivel del desarrollo cerebral. Y el cerebro humano se desarrolla hasta más allá de los 18 años. El trastorno psicótico que causa el THC va a depender de cuando empezó a consumir la persona y cuánto consume”. En síntesis, en su opinión, “el THC tanto lo causa como lo desencadena (el trastorno psicótico)”.Son reales los argumentos que muestran la relación entre consumo crónico de cannabis y fenómenos psicóticos, así como las evidencias de que algunos de sus componentes pueden ser una herramienta terapéutica valiosa para algunas patologías
¿Qué hay de los síntomas y del tratamiento para estos casos de trastornos psiquiátricos en personas con adicción?
“Trastornos de conducta, ansiedad o euforia, agresividad, alucinaciones y desorientación”, dice Navarro, acerca de la señales que indican la presencia o la inminencia de un trastorno psiquiátrico. Sin embargo, advierte que “muchas veces el cuadro psicótico es de aparición brusca”.
“El cannabis use disorder no tiene mucho tratamiento. Se usan antagonistas del sistema cannabinoide pero faltan estudios y ensayos clínicos”, dice. E insiste: “El cannabis es una droga. Se puede demorar más en caer en la dependencia que en el caso de otras drogas. Pero es una droga”.
“Patología dual”, dice el doctor Sarasola, es el nombre que se da a este doble trastorno. “El abordaje terapéutico de los pacientes con esquizofrenia y cualquier tipo de adicción debe ser de modo indispensable tratado en conjunto, ya que ambos fenómenos se encuentran entrelazados, y potenciándose mutuamente -explica-. Podemos describir a esta relación como bidireccional para entender el porqué de la necesidad de tratamiento combinado. Por un lado, la ya establecida y descripta relación entre consumo de cannabis y riesgo de psicosis; y, por otro, muchos pacientes psicóticos pueden inclinarse al consumo como intento de mitigar la ansiedad, aliviar la llamada sintomatología negativa, como por ejemplo el aislamiento social, y el insomnio”.
Un recurso que sólo agravará el cuadro, dice Sarasola. “El consumo de cannabis en pacientes psicóticos determinará peor evolución de los síntomas, incremento de recaídas e internaciones y mayor resistencia al tratamiento farmacológico. Estas consecuencias negativas se explican por distintas vías: entre estas, se encuentran el aumento en la dificultad de la implementación de los distintos dispositivos terapéuticos, la menor adherencia a los tratamientos – sean estos farmacológicos o no farmacológicos-, con el consecuente aumento de la tasa de recaídas.”El consumo de cannabis durante el embarazo puede poner en riesgo el desarrollo neuronal del feto (EFE/Zayra Mo)
Los síntomas que deberían alertar de que una persona consumidora de cannabis está desarrollando algún trastorno mental psicótico no se diferencian de los que indican una posible enfermedad psiquiátrica en cualquier persona, dice Sarasola.
“Alteraciones en la percepción de la realidad, pensamientos delirantes, o desorganizados, cambios de conducta inexplicables por situaciones del entorno, alteraciones en la conducta emocional, tendencia al aislamiento social, conductas de riesgo, fallas importantes en memoria y concentración, problemas con el empleo, etc”, enumera, agregando la advertencia de que “ninguno de estos síntomas o episodios deben ser atribuidos de modo automático al consumo o diagnosticado como psicosis, pero sí, son indicadores de llevar a la persona a una consulta con el profesional porque la detección temprana es clave para prevenir la progresión a un trastorno psicótico más severo, como la esquizofrenia”.
El trabajo que realizó Daniela Navarro, junto a Ani Gasparyan, Francisco Navarrete y Jorge Manzanares, se titula “Síndrome Cannabinoide Fetal: Alteraciones Conductuales y Cerebrales de la Descendencia Expuesta al Dronabinol durante la Gestación y la Lactancia”. En el abstract, se lee: “Estos hallazgos revelan los pronunciados efectos adversos sobre el neurodesarrollo fetal derivados del consumo de cannabis durante el embarazo y la lactancia, y sugieren firmemente la necesidad de prevenir a las madres que consumen cannabis en este período de los graves y permanentes efectos secundarios sobre el comportamiento y el desarrollo cerebral que pueden producirse en sus hijos”.
En concreto, los grupos más expuestos son los adolescentes y las mujeres embarazadas -es decir, los niños que están gestando- y es a ellos que debería estar destinada la política de prevención, que todavía es una tarea pendiente. Y urgente.