Mi Doctor es un Algoritmo
Por Lucas Moyano, Especialista en Cibercrimen y Evidencia Digital. Docente y autor del Libro Ciberdelitos, como investigar en entornos digitales. Ediciones 1 y 2 editorial Hammurabi

La inteligencia artificial (IA) es una herramienta disruptiva con el potencial para transformar positivamente la humanidad. Sin embargo, su irrupción también trae consigo riesgos latentes, especialmente en la esfera de la ciberseguridad y en el futuro de tareas laborales. Es común leer noticias de profesiones en riesgo de ser reemplazadas por la IA
Hoy la IA ha ingresado al consultorio médico, poniendo en tensión uno de los pilares más sagrados de nuestra sociedad: la salud. La promesa es tentadora: diagnósticos rápidos, precisos y la detección de patologías con exactitud. Vemos ya el desarrollo de chats médicos y sistemas que ofrecen un diagnóstico con un simple clic.
Pero, como en todo avance tecnológico, debemos preguntarnos: ¿Qué perdemos en el camino y que nuevos riesgos estamos asumiendo?
Mi experiencia, y creo que la de muchísimas personas, confirma que la medicina es, por encima de todo, una vocación de servicio y cuidado humano. Les doy mi ejemplo más cercano: el Dr. Martín «Bocha» Girgenti. Cuando estoy con una dolencia, la primera y verdadera sensación de alivio no la encuentro en el resultado de un laboratorio o un estudio o diagnostico; la encuentro en su mirada atenta, en su sonrisa genuina y tranquilizadora, en el diálogo empático que me ofrece y en su tacto profesional. Es ese acercamiento humano lo que empieza a sanar.
La relación médico-paciente se cimienta en la confianza y a través de ella nos permite entregar nuestra vulnerabilidad y seguir el consejo médico en la búsqueda de alivio. Esta cualidad se resume en la actitud médica, un compendio de valores éticos que transforma el conocimiento técnico en un genuino acto de cuidado humano.
Fue esa empatía, ese ir más allá del síntoma para conocer a la persona, sus miedos y su historia, en definitiva, un interés genuino por el paciente lo que permitió al Dr. Girgenti salvar a mi mama.
Hoy, en la era digital, las tecnologías disruptivas nos prometen con la solución instantánea. En esta era de la ansiedad buscamos el cuidado inmediato y de fácil acceso, queremos el diagnóstico ya, sin largas espera. La IA lo ofrece: lee una radiografía, analiza el historial en segundos y da un veredicto de probabilidad. Es eficiente, pero sin alma.
Al delegar el diagnóstico en un algoritmo, corremos el riesgo de reducir la medicina a un simple intercambio de datos. La máquina no experimenta la angustia, no te toma la mano, y no genera empatía con el miedo del paciente.
Ello me lleva a efectuarme los siguientes planteos:
Si la medicina es un acto de cuidado humano: ¿Es suficiente el diagnóstico preciso de la IA para curar nuestra dolencia? El diagnostico elaborado por IA lo efectua procesando datos, y determina en base a la mayor probabilidad. Estos resultados son necesarios que sean analizados por el medico a través de un juicio clínico.
Establecido el diagnostico, el arte de curar implica la toma de decisiones terapéuticas (elegir tratamiento, suministro de fármacos, la cirugía, etc), el control de la respuesta al tratamiento y la modificación del plan ante complicaciones
El gran riesgo es reducir el paciente a solo sus datos (historia clínica, informes de laboratorio, etc), es perder la valiosa y a menudo confusa información de su contexto social, emocional e histórico, factores que son cruciales para el diagnóstico diferencial y el plan terapéutico definitivo.
En este entendimiento la IA constituye una herramienta óptima para acompañar al médico, permitiendo aumentar sus capacidades, al momento de un diagnóstico, pero el arte de curar va más allá, el medico constituye una guía y compañero en el camino de la recuperación.
¿Puede un algoritmo sustituir la experiencia humana de un médico que transita junto al paciente, compartiendo sus dudas, los silencios y los miedos inherentes a la enfermedad? En este caso es donde se ve la imposibilidad que la IA sustituya al medico, ya que el riesgo mas grande que correríamos en su caso es el de deshumanización de la cura. La tecnologia no puede sustituir la experiencia humana y empática de un médico que acompaña al paciente a través de la enfermedad. El algoritmo es una herramienta poderosa para analizar datos y ofrecer diagnósticos, pero es totalmente incapaz de gestionar el vínculo terapéutico y emocional .
¿Debe el medico tradicional digitalizarse? El medico tradicional debe integrar la IA en su función ya que le va a permitir aumentar sus capacidades, optimizar diagnósticos para luego ser evaluados con su juicio clínico, priorizando siempre a la persona.
Uno de los aspectos que los galenos deben tener en cuenta, y es donde mi rol como especialista en ciberdelitos y evidencia digital me permiten visualizar, es en la protección de datos sensibles del paciente.
El médico debe tener el consentimiento informado del paciente para el tratamiento de datos mediante IA porque es un requisito fundamental para proteger su autonomía, privacidad y dignidad ante una tecnología que, aunque beneficiosa, introduce riesgos y nuevas complejidades éticas y legales.
El consentimiento es la clave que asegura que el paciente mantiene el control sobre su información más sensible, incluso cuando esta es procesada por sistemas de IA.
La IA para efectuar un diagnostico de probabilidad, lo hace en base a un procesamiento de todo nuestro historial clínico, pruebas de laboratorio, imágenes médicas y, especialmente, nuestros datos genéticos. Estos datos constituyen datos sensibles conforme Ley 25326.
Para un ciberdelincuente, un archivo de salud es el nuevo «oro puro». Supera en valor a las credenciales de tu home banking porque con esa información pueden: Suplantar la identidad, extorsionar al paciente con información privada de salud, afectando tu vida personal y laboral o vender los datos en mercados ilegales.
Debemos tener presente que un ataque a un sistema de salud no es solo representa un hackeo, es una amenaza directa a la vida.
Aquí es donde es necesaria también la alfabetización digital del médico que debe entender que proteger la historia clínica y los datos sensibles es una extensión del cuidado del paciente, constituyendo además una obligación ética.
Todo ello, me lleva a la conclusión que la función medica es irrremplazable, porque combina la ciencia con el arte de consolar, pero si es necesaria la actualización e integración de la IA para lograr un balance óptimo: utilizar la velocidad y objetividad de la IA para el procesamiento de datos para efectuar
La IA en salud no es el enemigo, sino una herramienta fantástica. Pero para usarla bien, necesitamos que doctor nunca abandone el juicio clínico y que tecnología sea su asistente.
Por otro lado es necesario que los profesionales de la salud se alfabeticen digitalmente. Deben entender que el cuidado del paciente ahora incluye la seguridad de sus datos
En definitiva, necesitamos algoritmos seguros y médicos con alma y corazón.