Cinco poemas de mi madre
La escritora Elsa Beatriz Nicolino, se dedicó a escribir casi siempre, poemas, aquí les comparto cinco de éstos.
Tiempo de lectura estimado: 2:20 minutos
Con mi mamá fuimos aprendiendo con miles de aciertos y errores aprendiendo ella a ser madre y a la par yo, aprendiendo a ser hijo; como nos pasa a todos los hijos y madres primerizas.
Mi madre sosteniendo en su falda a mi hermano, Diego y yo ocultándome parcialmente detrás de una piñata. En la puerta de esa casa, en La Plata, estuvimos a punto de quedar en medio de un enfrentamiento entre miembros del E.R.P. o Montoneros contra miembros del ejército argentino (mi padre nos empujó hacia dentro justo cuando comenzaron a ametrallarse en la esquina.
Una de las facetas que nos vinculó hasta los últimos momentos fueron las artes y en particular, el oficio de escribir. Aún está pendiente su último trabajo llamado “La cruz vacía”, una recopilación de algunos poemas y un par de cuentos, según recuerdo.
Quienes siguen mis notas dominicales recordarán un par de anécdotas en las que ella ha participado de una u otra manera.
Elsa nació en la ciudad de La Plata el 16 de diciembre de 1947. Publicó 3 libros: “Manantial de mi existencia (1987), “Causas y consecuencias del amor” (1992) y “Las sombras de la razón”. Publicó numerosas veces en el diario “El Popular”, formó parte del taller literario “Alfonsina”, creó y coordinó de manera independiente un taller literario para adultos, adolescentes y niños; llamado “Juan Salvador Gaviota” con gran trascendencia en escuelas primarias y llegando a dictar clases especiales en escuelas de Madrid (España).
Sus dos primeros libros fueron presentados en la Expo Sevilla 92, un enorme honor sumamente reconocido en la época.
En la década de los 80 recibió varios premios en concursos literarios y en los 90 se le otorgó la Faja de honor de la provincia de Buenos Aires.
Para aprovechar mejor los recursos audiovisuales que nos brinda internet, se me ocurre sugerir ésta melodía para acompañar la lectura de los siguientes trabajos.
Paso a los poemas prometidos.
Soneto para mi amado
Bórdame con tu germen de poeta
Y escapa a las llanuras del hastío
No dudes esta noche siento frío
Tomada solitaria en tu cometa.
Si me oye la suerte del destino
Dirá que loca fui inocente un día
Buscando tu amor cuando partías
Recorriendo misteriosos caminos
Necesito tu amor y voy andando
Tu presencia de hombre enamorando
Y una emanación eterna de calor
Que logra encendida mi agonía
Porque piensa sin razón en estos días
Que el amor premeditado no es amor.
Busco a mis muertos
Los silencios me guían y en la puerta
Un ciprés anuncia mi llegada
Despierto así las flores en la noche
Y una lechuza inmóvil me resguarda
Busco a mis muertas y encuentro deshojados
Los blancos huesos que eternos permanecen
Tu nombre invade el silencio de las tumbas
Te nombro y grito y busco tus palabras
Y a tu presencia el olvido me responde.
Tenía que decirte: Te quiero
Espera
Espera en silencio todavía
Las mariposas jergas de mi sangre
Danzan en mi oscura soledad
Y ocultan mi deseo de revelar el misterio
Que camina por tu nombre
Tu boca enloqueció
Cuando quise gritar
Acompañada por misteriosos pájaros callados
Mi amor
Espera
Espera que las estrellas se trasladen
Sin eco hacia una orilla
Para que el cosmos sea ajeno testigo
De lo que siento
Espera
Espera, no partas todavía
Tenía que decirte
TE QUIERO.
Hicimos el amor
Cuando las gaviotas volaron mis senos
Y mis pies fueron un hito
Entre la arena y el mar
Mientras mis huesos se deslizaban por tu cuerpo
Un jadeante picoteo de las olas nostalgiosas
Despedían las estrellas empujándolas
Yo sabía del testigo del que pasa
Del curioso silencio sin palabras
Del roce del fuego en ausencia de llamas
Del fin
Sólo quedó después
La escultura de arena
Y el milagro de irme
Cuando si, un testigo supo de mi presencia
Y despidió mi partida con una melodía
De sombras sin origen.
Se dio vuelta la luz
Se ablandaba la penumbra de lo viejo
Reflejándose en el infinito
Ábreme las viejas plumas pegadas
Para que respire la magia que del tiempo
Hizo tiempo del tiempo
Quebró la luz para que en penumbras penetrarán
Entretejidos embriones mudos
Sueños rotos
Ahí están, esperando para comenzar
Búscame como forma o como Dios
Búscame
Búscame en sonidos
Ciervos de una disfrazada melodía.
Junto a mi madre, cruzando el río de La Plata, hace “mil años”.
Hace unos años, mi esposa me preguntaba si la extrañaba, y la verdad es que no, quizás cuando hacía poco tiempo que había fallecido, pero luego no podría decir que la extrañara, es más, al día de hoy no me pasa y es que en el día a día, siempre aparece o en un comentario, o en alguna lectura, o en algún objeto que nos haya legado o incluso en alguna frase medio loca, casi casi rayando en entre lo moral, lo legítimo y/o lo legal.
Todo eso y mucho más es mi madre, sumamente simple y sumamente compleja a la vez.
Son de esas personas por las que uno se pregunta. Che… ¿estás seguro que sigue estando fallecida?
Arq. Jorge Hugo Figueroa.