Buenos deseos

Escribe: Angélica  Diez, misionera  de la  Inmaculada  padre Kolbe, Olavarría.


En   el  balance  que  cada  uno realice muchos  coincidirán  que  el 2020  nos  hizo tocar varios  límites  de familia,  de  salud ,  de  trabajo, de  educación,  de  estudios,  de proyectos  y de pérdidas de seres  queridos… sin  embargo, este  sacudón tremendo nos   hizo aprendices del “oficio  nuevo “que  se  nos proponía  ante el  dilema del Covid 19.  Todo  ha  sido  una  enseñanza. en  medio  de  todo aprendimos  a  descubrirnos  necesitados y  carentes  de  muchas  cosas,  y , al mismo  tiempo comprobamos  cómo se  despertó  en  cada uno “el  buen  samaritano”,  el  que  sabe  detenerse  a la  vera  del  camino,  dejando  para  después  sus propios intereses  y proyectos para ejercer la cultura  del  cuidado.

            Muchos  coincidiremos ,  con  gratitud profunda,  en  que  no  faltaron  los  buenos  deseos  de  parte  de  todos  y  de  cada  uno y que,  a pesar  de los  límites  tocados  al máximo,  las  heridas ocasionadas,  hemos  tenido  ocasión  de  aprender y supimos  abrir  el  corazón  para ver que,  detrás  de  cada  situación  había un  pequeño  rayo de luz  y una mano  tendida que  esperaba  apretar  la  nuestra  aún,  a la  distancia. ¡y lo  hemos  comprobado  y celebrado! y  por  eso podemos  decir  que  hemos  aprendido  a  reconocernos próximos, cercanos,  con los  mismos  intereses  de querer  salir  adelante.      

            Al  entrar   en  el  2021 comparto uno de los  tantos  buenos  deseos  del  padre Kolbe:   “en este año que comienza te deseo que  la  inmaculada habite cada vez más en tu corazón y disponga de él según su voluntad, para que  puedas reavivar el amor hacia ella y hacia dios e inspirar la misma confianza a tu alrededor”, (e k118 para  el  día 1º  de  enero del  libro: Kolbe 365 días).  

            Que  los  buenos  deseos  que  habitan  en  el  corazón de  cada uno se  conviertan  en  realidad esperanzada y  esto  nos  encuentre     trabajando: “…todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida. No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente para «formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros» (papa  francisco,  mensaje del  1º  de  enero, 54 jornada mundial de la paz”).  

  (*)  Angélica  Diez, misionera  de la  Inmaculada  padre Kolbe, Olavarría.

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