¿Cómo se muere en una comisaría?


Por: Claudia Rafael / Agencia Pelota de Trapo – Foto: Mauricio Latorre / En Línea Noticias

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Una muerte más que sospechosa al interior de un calabozo, una manifestación posterior que evidencia notoria violencia represiva policial y la detención durante largas horas de tres jóvenes en tres diferentes comisarías revelan una radiografía temible en Olavarría, la ciudad que durante décadas respondió al mote de ciudad del cemento ciudad del trabajo. Olavarría tiene un largo historial de muertes jóvenes en las últimas décadas. Muertes en las barriadas de los márgenes. Muertes que, en muchos casos, condujeron a responsabilidades dentro de las fuerzas de seguridad. Pero esta vez, con videos caseros a disposición en cada teléfono celular, se puede entender algo de todo el entramado cuando años atrás esos episodios quedaban completamente a oscuras.

Al mediodía de este viernes fueron liberados los detenidos: Agustín Mestralet y Lautaro Méndez, los dos candidatos del Frente de Izquierda (ambos por el Partido Obrero) y un par de horas más tarde, Caterina Pereyra, una joven estudiante de 22 años. Uno de esos tres nombres permite atravesar gran parte de la historia política de Olavarría: Lautaro Méndez es el menor de los hijos de Mario Méndez y Cheli Llorente, los dos fallecidos hace tiempo. Mario, ex detenido desaparecido y luego preso político por largos años (más tarde concejal con vasto reconocimiento en los barrios más golpeados) y Cheli, histórica luchadora por los derechos humanos en la ciudad.

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Fue en la madrugada del miércoles, alrededor de las 2 de la mañana, en que Gonzalo Ezequiel Tamame fue detenido, golpeado en la calle e ingresado por agentes policiales a la Comisaría Primera de Olavarría donde continuaron con la golpiza. Se le “iniciaron actuaciones por lesiones, daño y robo” en la Fiscalía 5 de Violencia Familiar y de Género. Apenas un par de horas más tarde, Gonzalo Tamame apareció sin vida en la dependencia policial. El parte aludió a un suicidio con un buzo y la pretensión de causa cerrada. Personal médico del Hospital municipal certificó su deceso a las 4.30. Sólo que con el correr de las horas comenzaron a aparecer las filmaciones del momento de la detención y testimonios posteriores ante la fiscalía permitieron reconstruir que alrededor de varios policías participaron de una golpiza feroz y que se escuchaban los gritos de no puedo respirar.

Detrás de esta detención quedan al desnudo los entramados de un contexto social complejo que suele atravesar sistemáticamente a los barrios más vulnerados de la ciudad. Que son los que, además, favorecen ese tipo de comportamientos policiales donde la violencia exacerbada parece tener permisos legitimados en la práctica. No suelen hacer falta papeles ni documentación para caer sobre sus habitantes. Y, en ocasiones (demasiadas) son informadas al Ministerio Público Fiscal cuando todo ya ocurrió.

En las primeras horas de la tarde, alrededor de las 14, la zona de la Comisaría Primera, donde se había producido la muerte de Tamame, ya estaba completamente vallada y había suficientes uniformados como para enfrentar a una banda de delincuentes profesionales. Faltaban aún cuatro horas para la manifestación impulsada por la familia del detenido.

Esa misma comisaría tiene por sí sola un largo historial. Funcionó en tiempos del terrorismo de Estado como centro clandestino de detención por el que pasaron numerosos presos políticos y en las últimas décadas fue torturado en el lugar Diego González, un trabajador que, simplemente, se encontraba durmiendo y en estado de ebriedad, en los alrededores del club Estudiantes de la ciudad. Le quemaron el cuerpo con agua hirviendo mientras lo tenían sujeto al piso con esposas. Años antes hubo comisarios que aportaron lo suyo a causas ligadas a corrupción, abuso de autoridad, como Ricardo Tévez, Carlos Faure o Jorge Heim. Y muchos años más tarde, en la cocinita lindante, dentro de lo que era el entonces Comando de Patrullas, tuvo lugar la fiesta sexual en la que obligaron a participar a tres adolescentes travestis, una de las cuales, a los pocos meses fue desaparecida y luego se hallaron sus restos en un descampado. Se trataba de Mara Navarro. Por la causa de González hubo exoneraciones policiales y condenas penales. En la de Mara Navarro, la impunidad se extiende aún hasta el presente. A pesar de las dos décadas transcurridas.

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“Ya estábamos como a 100 metros del lugar cuando salieron los de la UTOI (Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas) a corrernos”, contó a APe uno de los participantes en la marcha. Las escenas de la detención de los dos militantes del Partido Obrero dejan al desnudo una policía desbocada. Las imágenes de uniformados entre las arboledas del Parque Mitre, que rodea las aguas del arroyo Tapalqué, desnudan que esa zona de la ciudad estaba literalmente ocupada. Los videos muestran a Agustín Mestralet cuando era llevado gritando su nombre y su espacio militante. Como trasfondo de la represión se escuchaban también los disparos con postas de goma que dejaron, al menos, a dos personas heridas.

Se produjo entonces un tramo de tiempo de completa oscuridad. Entre las 20.30 (en que Mestralet fue llevado al hospital de Hinojo para revisación) y cerca de las 23 no se supo absolutamente nada de Mestralet o de Méndez. Y, ni siquiera, se informó al Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria que había una tercera persona detenida: Caterina Pereyra. Que, a su vez, había sido llevada a la subcomisaría de Loma Negra donde tuvo un episodio médico de taquicardia por el que se convocó a una ambulancia cerca de la medianoche. Se supo luego que Caterina toma habitualmente una medicación que no se le entregó durante su detención.

Todavía no hay imputaciones en la causa penal por “averiguación de causales de muerte, incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de autoridad, severidades, vejaciones y/o apremios ilegales”.

Hay quienes buscan vínculo de todo lo ocurrido durante la movida policial y la represión a los manifestantes con el desplazamiento por parte del gobernador a los 24 policías que respaldaban al ex comisario libertario de la Tercera Sección Electoral. Como una suerte de reacción corporativa.

En los hechos, hasta ahora, sólo asoma el protagonismo del aparato securitario que suele sostener su política de crueldad estatal. Tanto puertas adentro de una comisaría donde se le suelen suicidar detenidos, como en las calles, ante una manifestación que reclama por justicia. Ya sea por los derechos de los jubilados, de los trabajadores de la salud o por la muerte de un detenido adentro de un calabozo mientras estaba al cuidado de una fuerza de seguridad.

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