Custodiar la democracia
Escribe: Carlos Paladino.
Podríamos interpretar que, con las primeras sesiones deliberativas, renovada con una suma interesante de legisladores que piensan diametralmente distinto al oficialismo, la continuidad política argentina reanuda su trayectoria democrática hasta las elecciones del año 2023. Nuestra delicada situación institucional no la debemos dejar en custodia, únicamente, de esta generación política. La progenie actual, no obstante, los cambios vistos, no han demostrado, ni son garantía, ni sugieren rectitud y consolidación de los principios republicanos. La sociedad argentina, tal vez, hoy más que nunca, deba asumir una vigilancia precisa, si aspiramos evitar que el sistema se desbarranque. No podemos desentendernos de la causa demócrata emprendida, todavía sigue siendo un régimen enclenque, que hace agua por todos lados. Cambiar la concepción autócrata; opresora, instalada en nuestro país, no será fácil desligarla de nuestras vidas. Acordemos que no es una mera tarea; y no estamos seguros de que nos corresponda ejecutarla; pero como decía Salustio (Cayo Salustio Crispo, historiador romano, del siglo I a. C.) “Son pocos los que prefieren la libertad, la mayoría sólo quiere un amo justo” (es antiguo el aserto). Un dictador sabio nos hace la vida placentera, ya que piensa por la totalidad. Si bien cabe preguntarse si ese héroe existe y, si será ecuánime y ajustado al desinterés personal que exige la abnegación, durante toda su permanencia terrenal. Gracias a las atribuciones que el pueblo le concedió a esta lumbrera, se transforma en un ser omnipotente y, esto nos conduce a Frederick Douglass; (1818- 1895); escritor y orador afroamericano, que dedicó su vida al abolicionismo de la esclavitud de los Estados Unidos) “Los límites de los tiranos – dijo – están determinados por la tolerancia de los oprimidos”, maravillosa forma de referirse a un pueblo manso y resignado a sufrir desde su nacimiento. La democracia, una vez lograda, no es estática, se conmueve con los devaneos y las mezquindades de sus delegados. Nuestro compromiso actual, pasa por cumplir la función de controladores constantes, de los objetivos democráticos que se ha impuesto.
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El momento agarra al gobierno del presidente Alberto Fernández, de la peor manera; quebrantado en varios frentes y sin el apoyo de la titular del verdadero poder político. Lo vimos en la determinación de la señora Cristina Kirchner, de apartarse y no dejar evidencia de la firma con el (supuesto) FMI. Ella sabe que acordar con éste es la única posibilidad viable para salir del atolladero insolvente que mantiene con la entidad. Su juicio ideológico la reprime de acompañar al presidente en tal formalidad. En realidad, nunca quiso pagar la deuda, lo ha dicho públicamente y, para corroborarlo y buscar complicidad, el día que se homenajeó el retorno de la democracia a la Argentina; se trajo a dos expresidentes vecinos de concepción antiliberal, Lula da Silva, exponente principal de la izquierda dura de Brasil y a José (Pepe) Mujica, un hombre que entre sus antecedentes registra ser uno de los fundadores del Movimiento Tupamaros; hoy olvidado de todo odio y rencor. Ante la ausencia al acto de los partidos democráticos – por falta de invitación -, la señora pretendió, con la presencia de estos ex mandatarios latinoamericanos, enseñarle al Fondo y al que raye, que su prestigio de líder anticapitalista sudamericana se consolida. Alberto Fernández, para ver si compensa su soledad, hasta imitó a Cristina y reafirmo el discurso culpando a Macri y al FMI. Muy interesante; no obstante, el presidente Alberto se encuentra solo a cargo de las desgracias del país, rodeado de un grupo menor de funcionarios que lo acompañan. En todo caso, es una situación que se buscó cuando aceptó ser un desmedido testaferro de la vicepresidenta. Cuando llegue el tiempo de firmar un acuerdo (si se logra un acuerdo) quedará como un traidor a la pobreza argentina, que alcanza límites vergonzosos. Al presidente argentino le orquestaron tal trabazón que lo coloca indefenso y debilitado ante la crisis que nos atraviesa. Máximo Kirchner y sus legisladores, La Cámpora, el kirchnerismo político acomodado y privilegiado, favorecen a Cristina. Otra no les queda, para eso les pagan.
También es cierto que a la señora Cristina Kirchner no le sale todo a pedir de boca; por ejemplo, la Corte declaró inconstitucional el pedido que le hiciera: el Consejo de la Magistratura volverá a tener 20 concejeros en vez de 13. Parece que el modo patotero del Ministro de Justicia, Martin Soria, – acorde al estilo de los aprietes peronistas – a los cuatro miembros del máximo tribunal de justicia de la nación, no salió bien. ¿Lo habrán retado al ministro Soria por el revés? ¿Acaso la señora no lo eligió para enseñar los dientes? Bueno, esta vez no funcionó. ¿Vaya! Recordemos al inefable Luis D’Elia, cuando advertía que, de no forzar a los jueces, podía ir presa, hasta Cristina. En una de esas tenía razón.
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Si bien es cierto que para una muestra no basta un botón, ya que no alcanza para definirlo todo; con lo resultante de los primeros cruces legislativos, se muestra que las cosas no son como antes. Después del recambio parlamentario, hay bancas ocupadas por gente que de economía (sobre todo), conoce mucho y no levantarán la mano ante cualquier absurdo antojadizo. El presupuesto presentado por el oficialismo, no consigue reclutar los votos necesarios para su aprobación. Los presupuestos presentados por los gobiernos argentinos, han sido, siempre, una propuesta más o menos diseñada, un formulismo obligado por ley, para que sea aprobado. El presupuesto de este año, que inaugura las sesiones parlamentarias, ha sido descalificado, de igual modo, por muchos de los identificados con el oficialismo, cómo, por los abiertamente confrontados. Se lo ha denostado de manera degradante; de “mamarracho”; de “vergonzoso”; “una burla a la gente”; “inconcebible e indefendible” como nunca antes. Que “no cierra por ningún lado” A los ignorantes de los números finos de la contabilidad, sólo nos queda intuir cuan de descabellado debe ser, para que gran parte de los comprometidos con el gobierno, hagan recaer sobre él, tamañas desaprobaciones, falto de todo profesionalismo y coherencia. La deuda pública (pago a deudores extranjeros, préstamos, intereses por financiamiento, etc.), crece de la mano del aumento del gasto público (originados para sostener el sector público del Estado). Metidos en esta clasificación concurre el desorbitante gasto político argentino, un gasto que no puede ser resarcido con la suma de ingresos provenientes de impuestos y otra clase de gravámenes, pagados por los argentinos. Dicho al pasar: pagados por argentinos que cada vez menos, están en condiciones de afrontarlos. La erogación referida nos es ajena, ni puede ser ignorada por El Cuerpo Colegiado Privilegiado del estado, sin embargo, jamás una miserable insinuación en concretar una conversación – siquiera – destinada a ver como se rebaja ese despropósito. Despropósito, si tenemos en la mira, la información que reza que un senador argentino es 10 veces más caro que un español. (El Cronista). No es por “hacer leña del árbol caído”; pero, al fallecido Pino Solanas, un socialista acérrimo, lo vimos en la tv, reconocer que tenía contratado a 35 empleados que no solventaba con la plata de sus ingresos. Un legislador dispone de más empleados públicos que una empresa exportadora de bienes que causa y produce divisas al país. Sin someter nuestra inteligencia a un sobreesfuerzo intelectual¿Qué trabajo útil, que asesoramiento ventajoso pueden brindarle decenas de burócratas a un legislador?
¿Temas de este distintivo cubren la agenda de diputados y senadores? ¿No saben que sus sueldos son los únicos que no han sufrido mermas importantes, como sí, lo han sobrellevado los contribuyentes? Miren, se trata de no ser caraduras, de no mentirnos día tras día, un poquito más. Asimismo: ¿no consideran que el esfuerzo debe ser compartido?
Cuando el tiempo alcance, hay que revisar a conciencia, si – en contextos restrictivos como los que hoy nos toca transitar – ciudades como Olavarría, precisan de 20 concejales con jugosos sueldos para que analicen sus virtudes, defectos y vean si pueden mejorarla en algo. Ya acudirán épocas de mayor abundancia y mayores ingresos para todos. Mientras tanto, deben predicar con el ejemplo proclamado en los discursos. Si no son dechados de capacidad, al menos, den muestras de austeridad.
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Estamos próximos a las fiestas de fin de año (el Papa Francisco, reclama en los países europeos, que no se utilice la palabra fiesta; sino que usemos la que corresponde al carácter sagrado del nacimiento de Jesús: es decir: Navidad) Festejemos la Navidad. Disquisiciones aparte, el Fin de Año para el gobierno es un verdadero trauma que afronta y no sabe cómo resolver. Todos los años, lo mismo. Resalta de inmediato la imagen del pobre jubilado, de los chicos y padres carenciados por culpa de los empresarios impiadosos que no dan trabajo, ni venden barato para que, sin distinciones puedan acceder a la sidra, el pan dulce y el asado. El Estado se ve impedido de saciar esas insuficiencias, porque la plata la tiene Macri y la poca que hay, es para el FMI. De la corrupción y el despilfarro en el abuso cometido por la clase dirigente, nada se objeta; de esas improcedencias concedidas a los privilegiados: no hay objeciones que hacer. En esta oportunidad, el Secretario de Comercio Interior, señor Roberto Feletti, ya viene sufriendo con los comerciantes para que congelen los precios de señalados productos de la canasta familiar. Ya trabó combate con la carne y, ahora comenzó la pelea por el precio del pan. El peronismo no se perdonará jamás qué en la mesa familiar no estén presente, sobre todo, la sidra y el pan dulce. Es un problema histórico-tradicional de la época del General que no quieren olvidar ¿En el granero argentino, no es una descarada insolencia que esos productos escaseen en la fiesta navideña; no es una desfachatez sin disimulo en la cara de los argentinos de un gobierno, que fantasea sin vergüenza en proteger? ¿No es caradurismo puro, hacer caer la culpa de sus errores sobre los demás?
Y si probaran ahorrando en delinquir menos; en no sostener cuadros políticos inservibles; en presionar a ese antro de inmoralidad que es el Congreso Nacional a que reduzcan sus gastos recargados en pavadas. Ese dinero, condicionaría una vida menos traumática a los excesivos desprovistos. Pero no; conviene cargarles pecados a los otros buenos y honestos. Tal vez Jesús se apiade y nos libre de las faltas cometidas. Los primeros pasos de este nuevo proceso, alienta esperanza, más no confiemos en dejarlos hacer a placer. Custodiemos a esta presunta democracia.
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