El Doctor Dios

Breve vistazo a la vida de un héroe argentino gracias a quien hoy se celebra el día del Médico Rural.


Por: Arq. Jorge Hugo Figueroa. Tiempo de lectura estimado:  4:00 minutos.

Era un 4 de julio de 1895 cuando en un pueblito llamado Esperanza, nació un niño al que llamaron Esteban Laureano. Y como si haber nacido en un lugar con ese nombre hubiera sido una suerte de mandato divino, Esteban llevaría sus saberes, su corazón y su oficio a las comunidades de Matacos, tobas y Pilagás.

Esteban cursó sus estudios primarios y casi todos los secundarios en la ciudad de Barrancas (cursando el quinto año del secundario en la ciudad de Santa Fe).

En la facultad de medicina de Buenos Aires se graduó en el año 1926. Así fue que el doctor Esteban Laureano Maradona comenzaría a curar a las personas pero también a trabajar en lo que conformaba la oposición al gobierno de turno de la llamada “Década infame”. Debido a ésta postura política fue perseguido y se vio obligado a radicarse en la provincia del Chaco donde además estableció su consultorio.

Fuente: ellitoral.

Al poco tiempo de comenzó a trabajar en una colonia de leprosos de la Isla de Cerrito. Estando allí se entera que unos obreros de una fundición y purificación de plomo se veían afectados por la contaminación por gases emanados del proceso (la enfermedad que contraían se llama saturnismo). Por ello comenzó a asesorar a los empleados para que pudieran protegerse contra esa terrible afección.

Enterados de ésta labor los dueños de la empresa y el propio gobierno comenzó a acosarlo y presionarlo de tal manera que tuvo que exiliarse al Paraguay.

Al poco tiempo comenzó la guerra Paraguaya – Boliviana (Guerra del Chaco Boreal) y se alista como camillero, asistiendo a los heridos de ambos bandos. Por esto el gobierno paraguayo supuso que se podría tratar de un espía y fue detenido.

Mientras se encontraba recluido también ejercía como médico, hasta que las autoridades se convencieron que no tenía ninguna relación con el espionaje y que realmente era sincero cuando afirmaba que lo regía el juramento hipocrático. Y tan buen médico demostró ser que fue nombrado Director del Hospital militar.

Habían pasado algunos años y conoció una dama de la que se enamoró y que resultó ser la hija del presidente de Paraguay, Aurora Ebaly. Siendo correspondido en su amor tuvieron gran romance interrumpido por un duro giro del destino. Aurora enfermó de fiebre tifoidea y falleció llevándose su amor y gran parte del corazón de Esteban.

La guerra terminó y el gobierno paraguayo determinó condecorarlo por sus heroicos servicios, pero Esteban se marchó en un tren de regreso a Argentina, justo antes del acto. “En ese momento, sólo la guerra me mantenía unido a Paraguay” diría.

El tren al que se subió tenía por destino Buenos Aires, donde lo esperaba su madre y un consultorio desde el que podría ejercer ya, con sus 40 años.

El viaje transcurría de manera normal hasta que se detienen momentáneamente en un paraje en la selva llamado Guaycurú (que años después se llamaría “Estanislao del Campo”). En ese ínterin sube una persona que a los gritos pide por la presencia de un doctor que pueda prestar ayuda con un parto muy difícil. Una mujer se encuentraba desde hace muchas horas en trabajo de parto y temían que pudiera morir.

Esteban no lo dudó y se bajó del tren, para subir a un sulki y así partir raudos a la casa donde estaba la parturienta.

“Fue un parto muy difícil que tuve que controlar sólo con las manos pero al final salió todo muy bien y nació una nena”, comentaría muchos años después.

Mientras se desarrollaba ésta emergencia, el tren partió dejando varado al doctor Maradona.

En aquellos tiempos, el paraje no contaba con más de cuatro o cinco casas y gran parte de los pobladores eran tribus nómades.

Toda esa vida salvaje, esa selva, ese espíritu libre que se respiraba cautivó a Esteban y así fue que decidió quedarse a vivir.

La convivencia no fue sencilla, en un principio ya que existía un gran recelo hacia los forasteros y en particular si tenían rasgos caucásicos. Según decían “los blancos que habían ido antes los habían tratado muy mal, aprovechándose de ellos, sometiéndolos a veces a una cuasi esclavitud”.

El doctor Maradona comentaba que por medio del tabaco, de ropas, de arremangarse y trabajar junto a ellos y, naturalmente, curándolos de afecciones sencillas pero mortales sino eran tratadas, se fue ganando su confianza.

El trabajo como médico era muy difícil en aquellas condiciones dado que, entre otras cosas, no había electricidad, ni gas, ni red de agua potable y los insumos hospitalarios tampoco abundaban (algo de esto contaría también el doctor Favaloro en su libro “Memorias de un médico rural”).

Así fue que ganó su título quizás más honorífico “Piognack” o “El doctor Dios” en idioma pilogás.

Decía, Esteban: “Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado. Yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”.

Siempre vivió humildemente, rechazando toda medalla o premio que proviniera desde el poder de turno.

Así fue que decidió vivir cincuenta años allí, durante los cuales hizo numerosos escritos, libros como el llamado “A través de la selva”, conferencias sobre salud, sobre botánica y fauna, todos en su carácter de investigador, filántropo y naturalista.

Cuando al fin cumplió 90 años, se sintió mal y lo llevaron a internar en la provincia de Santa Fe, en donde, pese a todo pronóstico se pudo sobreponer y fue dado de alta.

Fuente:elhistoriador.

Finalmente, el “Doctor Dios”, partió rumbo al encuentro de su amada Aurora, allá, en el cielo de los justos. Cuentan que murió plácidamente a los 99 años, casi diez años después de su internación aunque lejos de la selva.

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