Exaltación de la Cruz y Virgen Dolorosa


Por: Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

La Exaltación de la Santa Cruz, es una fiesta religiosa de la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y otras confesiones cristianas. En ella se rememora y se honra la Cruz en la que fue crucificado Jesús de Nazaret. La fecha de esta celebración es el 14 de septiembre donde se honra la Cruz de Cristo, un instrumento hecho sagrado por el ofrecimiento que el Señor hizo de sí mismo para nuestra salvación; signo de reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los humanos y con todo el orden de la creación en medio de un mundo marcado por la ruptura y la falta de comunión.

Esta fiesta conmemora dos sucesos históricos. El primero es el descubrimiento, en el año 320, de la verdadera cruz, del Calvario y de la tumba de Cristo. Santa Elena, madre del emperador Constantino, los encontró bajo un templo erigido a la diosa Venus, donde habían sido enterrados por los romanos. El segundo acontecimiento de esta fiesta es la dedicación de una iglesia en ese lugar en el año 335; es la Basílica del Santo Sepulcro, y alberga el Calvario, la tumba de Jesús y la cisterna en la cual Santa Elena encontró los instrumentos de la Pasión de Jesús, incluida la Cruz.

El 15 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de los Dolores. Roberto de Mattei, historiador italiano escribe: “Jesucristo, Dios-hombre, es llamado rey de los dolores y de los mártires porque en su vida padeció más que todos los otros mártires, María, criatura sencilla, sufrió más de lo que haya sufrido ninguna criatura. Tan inmenso dolor le fue profetizado por Simeón, que le dijo: «Una espada atravesará tu alma» (Lc.2,34-35). Esa espada del dolor alcanzó su culminación en el Calvario. El atroz dolor que padeció el alma de la Virgen brotaba de su ilimitado amor por su divino Hijo, pero también de su inmenso amor a la Iglesia y a cada uno de nosotros. María sufría porque nos amaba”.

El papa Francisco nos recuerda esta unión de María Madre con su Hijo y con la humanidad: “María, mujer valiente, está presente en el momento crucial de la vida de Jesús. Está junto a su hijo porque las madres no traicionan. Está junto a sus hijos de hoy cuando atravesamos las pasiones de la vida, la cruz se hace pesada y la soledad nos agobia. Por esto nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos, tenemos una Madre”.

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