Inmaculado Corazón de María
Colaboración de Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe

Al día siguiente de la solemnidad del Sagrado Corazón, la Iglesia celebra al Inmaculado Corazón de María. La historia del mundo cambió con el Fiat de María, la palabra de su corazón, porque introdujo al Salvador en este mundo, porque gracias a este «Sí» Dios pudo hacerse hombre en nuestro espacio y sigue siéndolo ahora para siempre. Desde el primer instante de su existencia terrestre el Corazón de María gozó del don infuso del amor sobrenatural, de una caridad tal que su primer acto de libertad, fue un acto de puro amor y de perfecto consentimiento a la gracia que obraba en ella.
«Mi Corazón Inmaculado triunfará»: estas fueron las palabras de la Virgen a los niños pastores de Fátima. Lucía de Jesús Rosa dos Santos, una de las visionarias de Fátima, declarada Venerable por el papa Francisco en junio de 2023, sintetiza de esta manera la relación entre el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María: “La obra de nuestra redención comenzó en el momento en que la Palabra descendió del Cielo y asumió un cuerpo humano en el vientre de María. Desde ese momento y durante los siguientes nueve meses, la Sangre de Cristo fue la sangre de María, tomada del Inmaculado Corazón de la Madre; el Corazón de Cristo latió al unísono con el Corazón de María”. Jesús mismo, cuando se apareció a Sor Lucía, le dijo: “Quiero que Mi Iglesia ponga la devoción al Inmaculado Corazón junto con la devoción a Mi Sagrado Corazón”.
La ardiente caridad del Corazón de María, también estuvo orientada hacia el futuro Corazón de Jesús, “manantial de vida eterna” (Jn 4,14); es un fruto anticipado de la Pasión y de la muerte del Corazón de Jesús. En el amor predestinado de María, la Iglesia encuentra el signo personal más elocuente del amor del Verbo predestinador para consigo, como dijo San Juan Damasceno: “En la presciencia de tu dignidad, el Dios del universo te amaba; como te amaba te predestinó, y en los últimos tiempos te llamó a la existencia y te estableció madre, para engendrar un Dios y nutrir su propio Hijo y su Verbo (…) Divino y viviente obra maestra. Por Él viniste a la vida; por El servirás a la salvación universal, para que el antiguo designio de Dios – la Encarnación del Verbo y nuestra divinización – por ti se cumpla …Corazón puro y sin mancha, que contempla y desea al Dios sin mancha.”
En el progreso de su santidad, el Corazón de María refleja al Dios inmaculado que ve: “Bienaventurados los corazones puros, porque verán a Dios”. Cuando la Iglesia venera al Corazón Inmaculado de María, venera, sobre todo, el Amor. En palabras de San Juan Pablo II: “De María aprendemos a amar a Cristo, su Hijo y el Hijo de Dios… De ella aprendemos a ser siempre fieles, a confiar en que la Palabra de Dios se cumplirá en nosotros, que nada es imposible para Dios.”