Kolbe, signo de amor a María
(*) Abel Galzerano, catequista, consagrado a la Virgen.(Banfield)

San Maximiliano María Kolbe nació en Polonia, en el año 1894. Falleció en el campo de concentración de Auschwitz, Polonia, en el año 1941. Fue un Fraile y Sacerdote Franciscano, activo promotor de la veneración al Inmaculado Corazón de María. Fundó y supervisó la Ciudad de la Inmaculada, un complejo religioso cerca de Varsovia, con un monasterio, un seminario, una editorial y una estación de radioaficionados.
Canonizado en 1982 fue declarado mártir de la caridad. San Juan Pablo II en el momento de la canonización resaltó la grandeza del sacrificio en el campo de concentración de Auschwitz, donde ofreció su vida para salvar a otro prisionero, y enfatizando su valor como ejemplo para el siglo XX.
El papa Emérito Benedicto XVI el 14 de agosto de 2011 decía: “…Su amor heroico es signo luminoso de la victoriosa presencia de Dios en el drama humano del odio, del sufrimiento y de la muerte». Con su entrega, San Maximiliano llevó al extremo las palabras de Jesús: «como yo os he amado», no preguntó quién era el prisionero que debía morir, solo se unió a Jesús y dio su vida por Franciszek Gajowniczek.
Entre tantas frases de San Maximiliano Kolbe, en relación a Nuestra Madre y contando con su intercesión decía: “Es necesario ser santos no a medias, sino totalmente para gloria de la Inmaculada y mayor gloria de Dios”. “Con la ayuda de la Inmaculada, convertiremos al mundo entero. Entonces, ¡a trabajar! Solos, no somos capaces de hacer nada, pero con la ayuda de la Inmaculada, convertiremos el mundo entero; sí, se los repito: ¡pondremos el mundo entero a sus pies! ¡Por nuestra parte, debemos ser solo suyos, totalmente, ilimitadamente!”. “Ella nos dirija totalmente para que nuestro «YO» desaparezca y se consuma; para que nos propongamos, como fin, su causa; para que nos abandonemos completamente a Ella y le pertenezcamos. Estemos atentos a no traicionar este fin y a ser en cada instante más de la Inmaculada. De esto depende todo el rendimiento externo y toda nuestra actividad”.
Desde la celda de san Maximiliano Kolbe (Polonia) a través de la comunidad de las misioneras de la Inmaculada padre Kolbe, nos llega un mensaje de esperanza: “No sabemos a cuántas personas salvó san Maximiliano durante esos meses de prisión en Auschwitz. No fue solo la vida de Francisco Gajowniczek la que se salvó de la muerte, no fue solo su último gesto lo que lo convirtió en un mártir de la caridad. Otras voces, conocidas y desconocidas, dan fe del beneficio que recibieron del fraile franciscano, a través de sus gestos, palabras y miradas él les dedicaba verdadera atención a los demás. La atención que nace del amor. Hoy queremos pedirte por la paz en el mundo, por la justicia y el respeto a la dignidad de cada persona, te lo pedimos a ti que fuiste una luz y diste confianza y esperanza a tus compañeros de prisión” Nos recordaba el papa Francisco: “El testimonio más convincente de esta esperanza nos lo ofrecen los mártires. Necesitamos conservar su testimonio para hacer fecunda nuestra esperanza».