La Historia suavizada

 

Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

Lauren Rea es una investigadora británica de la Universidad de Sheffield y acaba de publicar “La historia de Billiken. Cultura infantil y ciudadanía en la Argentina 1919 -2019” por Editorial Sudamericana.

A partir de un minucioso trabajo de investigación en el que la autora revisa los cien años de la revista, presenta los matices políticos e históricos de la famosa publicación semanal en sus distintas etapas.

Billiken llegó a vender alrededor de medio millón de ejemplares de cada número a finales de los años cincuenta y según la autora tuvo una postura en cierto modo condescendiente con el gobierno de Perón (en su primera etapa) y se mostró afín a las dictaduras de Onganía y del Proceso Militar, siguiendo en este caso la política de otras revistas de Editorial Atlántida como Gente o Somos. Es decir, la revista opta por no enfrentarse a los gobiernos de turno, a pesar de que los dueños de la editorial que la publica tienen una postura política bien definida. Tal vez sea ésta una de razones por la que se mantiene vigente durante tantos años.

A los que fuimos lectores de la revista cuando todavía mantenía una circulación importante y era la fuente principal de nuestros trabajos para el colegio, su recuerdo nos deja sensaciones encontradas. Por un lado, la nostalgia por esa espera que se repetía semana a semana, por el color y el olor de esas páginas que recorríamos con fruición, por las tiras famosas como la del Mono Relojero, y por otro lado el haber comprendido, ya de adultos, que el enfoque de la Historia Argentina que se presentaba en sus páginas no pasaba de superficial y simplista, tendencioso incluso. Enfoque que nunca se apartó de los objetivos del Estado Argentino durante los años en que comenzó a circular, cuando se pretendía fundar un pasado arraigado en las tradiciones gauchescas como modo de resguardo contra la cultura que las corrientes inmigratorias arrastraban desde Europa.

Nunca sabremos cuánto influenció aquella revista en la mirada que cada uno de nosotros tiene de la Historia Argentina. Sospecho que mucho más de lo que imaginamos. Seguramente su influencia traspasa, incluso, a quienes fuimos sus lectores. Los contenidos curriculares de las escuelas o el discurso de nuestras “seños” estaban en sintonía con los lineamientos que bajaban de manera oficial de la revista Billiken, primero, y más tarde de otras publicaciones similares como Anteojito.

Recortar y pegar las figuritas del Billiken en el cuaderno del colegio era no sólo una rutina aceptada sino más bien estimulada por las propias maestras. Así, la imagen de un Sarmiento calvo y de mirada sobria quedará para siempre en nuestro imaginario, como también quedarán esos dibujos de un denodado San Martín que desde su caballo mira las cúspides nevadas de la cordillera o de un Belgrano de impoluto uniforme que, sable en mano, a orillas del Paraná, nos identifica para siempre con esos dos colores que le roba al cielo.

En lo personal, la revista acompañó mi escolarización en años de la última dictadura. Tan arraigado está su relato en nuestro imaginario que ahora, cuando alguien se aparta un pequeño paso de aquella versión de nuestra historia, es acusado inmediatamente de adoctrinar a sus estudiantes, algo tan terrible como lavarles el cerebro o corromperlos.

Como tantas otras cosas, en este país la escolarización y el compromiso por una patria supuestamente unificada y pacificada, se consiguieron por la fuerza y la imposición. El Billiken tuvo mucho que ver en eso.

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