Micromenipeas | La vida no es un ballotage

Como cada sábado el escritor Guillermo Del Zotto recrea un antiguo género satírico en versión microficción.


Diatriba sin causa de un loco en el umbral:

Quizás no se trate solo de emoticones y de lenguaje limitado, sino de ideas apretujadas y abolladas. No es lo mismo ser conciso que ser breve.

Demasiada síntesis no es síntesis. Es sintética. Como una especie de fe plastificada. Al reparo de todos los vientos de la plurivalencia.

A veces parece que se nos impone un ballotage que nos obliga a definir sin importar el grosor de la idea a la que se pretende redondear. Vamos perdiendo esa maravillosa adolescencia que es nunca comprar una pecera para lo que pensamos.

Por esa ventana que antes abríamos para ver toda la selva, ahora pasa demasiado cerca sólo el arrugado cuero de un rinoceronte.

No hay biografías de perdedores. Debería haberlas. El éxito se cuenta solo.

El éxito es repetición. Repite, repite que algo se excitará. La repetición es la multiplicación de cámaras lentas de algo aburrido. Que superpuesto da la sensación de velocidad.

No hay mejores loops que los de una idea que mejora y madura dentro de una duda incansable.

La sobrevivencia de la rebeldía depende de que sea sin causa.

Ni siquiera las causas perdidas y su romántico desenlace pueden encender la chispa de un fuego extinguido por la definición.

Si uno pudiera estirar los renglones como se estiran las sustancias cerebrales cuando pensamos tal vez no confundiríamos plasticidad con plásticocidad.

La duda lubrica los engranajes de la desobediencia. Ahí radica la partida que juegan los poderosos: todo lo que está prohibido es un tesoro que guardan los que llegaron al final de una duda.

No lo quieren compartir. Quieren que votes por el no, disfrazando dos opciones que son el no mismo.

Hagamos contraesloganes: pensá mucho, escribí bastante, publicá poco.

Porque quizás la poesía sea la mejor forma de envase para una síntesis de ideas.

Envase abierto al decir de Fernando Pessoa:

“Llegué a Lisboa, pero no a una conclusión”

La menipea es un género seriocómico, derivado de los diálogos socráticos y con inicios en la obra de Antisfeno aunque  debe su nombre a uno de sus exponentes: Menipo de Gadara.

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