Toda aula es política
Escribe: Carlos Verucchi
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Alberto Kornblihtt es un biólogo molecular argentino nacido en 1954. Sus trabajos de investigación como miembro del CONICET y de la UBA lo llevaron a posicionarse como uno de los más destacados científicos argentinos a nivel mundial. Tal vez no sabríamos nada de él si no fuera por su intervención en el debate sobre la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el congreso de la nación en el año 2020.
Convocado para disertar desde una perspectiva científica sobre el tema, y claramente posicionado a favor de la promulgación de la ley, Kornblihtt se trabó en una álgida discusión con la senadora Silvia Elías de Pérez. Exasperado por los argumentos totalmente irracionales de la senadora, y ante ese giro tan característico que tenemos los argentinos que consiste en comenzar un argumento con “está bien, pero…”, el investigador Superior del CONICET la frenó bruscamente con una frase que horas después sería legendaria: “No, no está bien. Está mal”.
Como ocurre últimamente en esta sociedad de las comunicaciones desenfrenadas, un “meme” vale más que mil palabras. (En este caso deberíamos decir que vale más que 140 trabajos en revistas internacionales, 14.000 citas, muchos años de clases en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y una trayectoria de varias décadas como investigador de primer nivel.)
A punto tal que Editorial Sudamericana acaba de publicar justamente un ensayo que lleva por título aquella frase ingeniosa y oportuna que lo visibilizó. Si no fuera por este hecho, circunstancial, casi anecdótico, nos hubiéramos visto privados de un libro excepcional.
El ensayo de Kornblihtt está dividido en varias partes, todas ellas resultan atractivas y tentadoras para ser devoradas. La primera parte está, lógicamente, dedicada al tema del aborto y a los argumentos que el autor expuso tanto en la cámara de diputados como en la de senadores. La segunda aborda “Una novela familiar”, en ella Kornblihtt cuenta de manera amena la llegada a la argentina de sus abuelos judíos, la historia de sus padres y su años de formación, no sólo como futuro investigador (trabajó en el equipo de Leloir) sino también su formación como avezado lector y como cinéfilo empedernido.
De origen comunista y perseguido en su etapa de estudiante por la dictadura de Lanusse y más adelante por el Proceso, el autor termina adhiriendo al Kirchnerismo. En una página central de su texto se pregunta: “¿se puede ser kirchnerista sin ser peronista? ¿Se puede ser comunista y apoyar al kirchnerismo?” Para concluir con un rotundo sí a todas esas dudas, que confirma más adelante cuando se refiere a Cristina Fernández afirmando que “…despierta pasiones encontradas y cuanto más la detestan quienes la detestan, más la aman quienes la aman”.
En la tercera parte del libro, el autor aborda ciertos temás científicamente incómodos, como la clonación y ciertos prejuicios racistas que se esconden en falsas interpretaciones de los adelantos más recientes en relación a la comprensión de la estructura del ADN.
Finalmente, el libro cierra con una serie de artículos publicados en medios periodísticos nacionales sobre temas variados: La muerte de Fidel Castro, la militancia, amigos que ya no están.
Alberto Kornblihtt forma parte de esa amplia elite científica que empezó mirando con desconfianza al Kirchnerismo y terminó enamorándose del proyecto, defendiéndolo con uñas y dientes en las buenas y en las malas con gestos que pueden parecer inocentes pero que conllevan una carga emocional imponente, como por ejemplo cuando le negaron a Macri la posibilidad de entrar a la UBA a inaugurar un centro de investigaciones que había sido construido durante el gobierno de Cristina.
Lúcido, el autor es un ejemplo de consistencia a lo largo del tiempo, de militancia sin fanatismos ni terquedad. Su claridad es un faro que deberían perseguir los jóvenes. “Se demoniza a la universidad pública porque allí se hace política. ¿Qué otra cosa podría hacerse en un sitio donde se investiga y se genera conocimiento?”, dice desafiante.
El compromiso Kornblihtt asume a la ciencia y la investigación como motores de crecimiento, como últimos reductos de independencia, como actos abnegado en defensa de ese término tan manoseado, tan bastardeado, tan tergiversado, el de patria.
“No, no está bien. Está mal” de Alberto Kornblihtt, publicado por Sudamericana es uno de esos libros que abren puertas, que nos tientan a leer otros libros aún no leídos, a ver películas viejas que habíamos pasado por alto, a reflexionar sobre ética, biología, literatura, astronomía y también, claro, sobre política. Porque aquellos que no permiten que a sus hijos les hablen de política en el aula se refugian en la más abominable oscuridad de la ignorancia, le temen a la verdad. Al revés de lo que pregonan son ellos los que suscriben el adoctrinamiento y no dejan espacio para el desarrollo de espíritus críticos.
En un país donde la escuela fue diseñada como mecanismo de unificación ideológica, como herramienta para adoctrinar a las nuevas generaciones en una de las varias interpretaciones posibles de nuestro devenir histórico, como forma de asegurar una ordenada incorporación de inmigrantes provenientes de todas partes del mundo, el aula resulta el espacio político por excelencia, una clase, ya sea en el colegio o en la universidad, es la puerta de entrada a la política. Y tanto lo es cuando el maestro habla explícitamente del tema como (y mucho más aún) cuando adopta esa postura cobarde de: “acá de política no se habla”.
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