Violencia y caos en el fútbol: a 55 años de una jornada negra en Olavarría
Se cumplen 55 años de uno de los episodios de violencia más graves en la historia del fútbol de Olavarría. Lo que debería haber sido un partido de cuartos de final del Campeonato Argentino se transformó en una batalla campal, con incidentes que incluyeron gases lacrimógenos, disparos, la quema de un micro y la intervención del Ejército.

El suceso tuvo lugar el 8 de noviembre de 1970, cuando la selección olavarriense recibió a la de Mar del Plata en el estadio «General San Martín». El clima estaba tenso desde el partido de ida en «La Feliz», donde los hinchas de Olavarría habían sufrido agresiones y un arbitraje polémico. A pesar de los llamados a la calma de la prensa local, la revancha desbordó de violencia.
Un partido que terminó en caos
El encuentro, jugado bajo una intensa lluvia, se caracterizó por la brutalidad en el campo de juego y las constantes protestas. Con el partido 4 a 1 a favor de Mar del Plata, el caos se desató. Un proyectil arrojado desde la tribuna impactó al arquero marplatense, desatando una lluvia de botellas sobre el campo.
Ante la escalada de los incidentes, la Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, presente en el estadio, lanzó gases lacrimógenos contra la multitud. El pánico se apoderó de los espectadores, que intentaron huir. Sin embargo, la violencia se intensificó: se atacó una camioneta policial, hubo disparos al aire y un grupo de hinchas intentó linchar a los jugadores visitantes, que tuvieron que atrincherarse en el vestuario.
El punto culminante de la jornada negra fue el ataque al micro que transportaba a la delegación de Mar del Plata, al que le prendieron fuego. La escena, con una densa humareda elevándose sobre el estadio, alertó a toda la ciudad de la gravedad de lo que estaba sucediendo.
La intervención del Ejército y el final de una pesadilla
La situación era tan grave que el Regimiento de Olavarría debió intervenir. Una columna militar, con vehículos blindados, fusiles y ametralladoras, ingresó al predio para rescatar a la delegación visitante. En medio de la tensión, los soldados lograron abrirse paso entre los 3.000 hinchas que aún permanecían en el lugar y escoltaron a los jugadores y dirigentes hasta el Regimiento, donde pudieron ponerse a salvo.
Lentamente, la calma regresó a Olavarría, pero la jornada dejó una marca imborrable en la memoria de sus habitantes. Los incidentes de ese día, sin precedentes en la historia del fútbol local, sirvieron como un recordatorio brutal de cómo la pasión puede descontrolarse y de las trágicas consecuencias de la violencia.