Sufrió un calvario durante su niñez y ahora un Juez lo autorizó a suprimir su apellido paterno

Resonante fallo del Juzgado de Familia de Pehuajó. Poder Judicial de Trenque Lauquen.


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Ezequiel Caride, Juez de Familia de Pehuajó.

El juez Ezequiel Caride, titular del Juzgado de Familia N° 1 de Trenque Lauquen, sede Pehuajó autorizó a un hombre a suprimir su apellido paterno y resolvió que sea inscripto con el apellido materno teniendo en consideración los sucesivos hechos de violencia que atravesaron durante su niñez e hicieron de ese momento un verdadero calvario.

A los fines netamente periodísticos se resolvió modificar los nombres de pila para preservar la identidad de los involucrados y poder difundir el destacado fallo de la Justicia de Familia del Departamento Judicial de Trenque Lauquen.

El expediente judicial que derivó en este destacado fallo judicial se inició a mediados del año pasado cuando Marcelo solicitó que se suprima su apellido paterno del Documento Nacional de Identidad y al mismo tiempo se adicione el de su madre. En la presentación judicial, como adelanto de sus posteriores relatos, Marcelo aportó una importante cantidad de antecedentes penales de su padre.

Durante el proceso quien inició la demanda de cambio de nombre detalló todo lo que sufrió de niño que en definitiva se convirtió en un calvario que incluso se extendió a la actualidad debido a los importantes inconvenientes que su apellido paterno le acarreaba, por ejemplo, para conseguir trabajo.

Marcelo relata en sede judicial que sufrió la ausencia de su padre desde pequeño. Explicó que nunca se ocupó de ofrecerle «un plato de comida» y por el contrario fue sumamente «violento», agregando que, según le recuerda su madre, «no salía de su casa porque su padre no se lo permitía», y de hacerlo «recibía una fuerte golpiza al regresar.»

Entre las tantas penurias y calvarios que le tocó atravesar, Marcelo recuerda que su padre los arrojaba -a él y a su hermano – a un piletón que había en las afueras de la vivienda donde residían y en pleno invierno y con agua escarchada los dejaba en ese lugar hasta el progenitor termina «reuniones con sus amigos.» En los casos que su madre intentara intervenir era golpeada por el hombre.

Marcelo, de niño, como medio de subsistencia se dedicaba a vender diarios y eso también se convirtió en una dura carga para él. Es que «su papá solía ser noticia» e incluso Marcelo afirmó: «solo estábamos bien cuando estaba preso, pero no duraba mucho.» La vivienda donde vivía era allanada de manera permanente dado que – dijo – su padre robaba, vendía droga y cometía diversos delitos, algunos de menor magnitud y otros de mayor complejidad.

En otro tramo de su presentación afirmó sus formas de evadirse de lo que sucedía en su vivienda y hacia el interior de la familia: «Salir de casa era aire, el tema era volver al calvario. Intentaba aguantar lo más posible afuera para evitar la llegada, me quedaba en algún puente (…) esperando a que después de emborracharse él se fuera a dormir» (…) «No fui un niño feliz, no tuve comida, calefacción, ni nada» (…) «Él nunca me dio nada, me sacó siempre

El calvario que le tocó atravesar cambió cuando tenía alrededor de 13 años. En ese momento su madre decidió que Marcelo y su hermano vayan a vivir a la casa de sus abuelos y fue la mujer quien sufrió golpizas y ataques del hombre.

Marcelo afirmó en el expediente judicial que terminó sentencia: «a mi papá todos lo conocían por las cosas que hacía. Al principio no se decía nada pero como él siempre estuvo en cosas turbias y nunca se abrió, como otros de acá del pueblo, su nombre quedo asociado»

Además de la violencia y vejámenes que le tocó atravesar esta situación trajo aparejados otros hechos de bullying y discriminación dado que – él mismo lo dice – que sus compañeros lo invitaban a jugar cuando era niño y cuando los padres tomaban conocimiento de quien era le suspendían la invitación. En la canchita de fútbol era de manera permanente centro de ataques con las peores adjetivaciones derivadas de su apellido paterno.

Un karma que persiste

En ese contexto, Marcelo atravesó su niñez y adolescencia y llegó a su vida adulta con fuertes presiones derivadas de su apellido paterno.

En una de las tantas oportunidades que estuvo buscando trabajo y terminó realizando la entrevista con custodia de parte del posible empleador. «A mí por curriculum no me llaman o me ha pasado que me llamen y que en la entrevista había un custodio. Si me llaman es por alguna recomendación
de alguien que sabe que soy una persona confiable»
, contó.

En la actualidad Marcelo se encuentra trabajo, su padre no vive en la misma localidad, y sin embargo cada tramite que debe realizar en su trabajo realiza firmas con el apellido materno para evitar cuestionamientos de quienes se dan cuenta de quién es.

Al hablar de lo que pasa cuando se lo llama por el apellido paterno dice, «me bloqueo, me angustio y me cuesta mucho seguir adelante con el día». Por otro lado, Marcelo sostiene «me cuesta tener que
contar siempre mi historia para que los demás entiendan por qué no deseo ser llamado así, es como que no puedo desprenderme de eso».

Los fundamentos de la Justicia

Durante el desarrollo del proceso judicial que hace algunos días terminó en una sentencia favorable para Marcelo, el juez Ezequiel Caride desde el Juzgado de Familia N° 1 de Trenque Lauquen, sede Pehuajó abundó en fundamentos para darle la razón a este hombre que su apellido se convirtió en una cruz cada vez más difícil de cargar.

Para el doctor Ezequiel Caride en el expediente judicial hay elementos de sobra para avanzar en la intención de Marcelo de suprimir su apellido paterno y el Magistrado expresó: «los hechos relatados en el escrito de inicio, las declaraciones testimoniales concordantes a los mismos, los antecedentes penales del progenitor y las circunstancias que surgen del informe de la psicóloga integrante del Equipo
Técnico del juzgado, aparecen diferentes situaciones que perturbaron, y aún hoy afectan al accionante.»

Al recurrir al Código Civil y Comercial de la Nación, el Juez califica justo motivo de supresión de apellido dado la «violencia y maltrato sufridos en su infancia, la mortificación que le ocasiona continuar portando su apellido paterno, y un comportamiento de abandono y falta de interés de su padre (sin un vínculo, desconociendo prácticamente la situación actual de su vida, sin recibir alimentos ni cuidados, sin contar con familia paterna, con quien, además, no se identifica).»

En otro de los fundamentos, el Juez señala que con esta decisión «no se trata de desechar su realidad biológica ni de ocultar sus orígenes» sino que se busca evitar «el uso del apellido de un progenitor que lo maltrató, violentó, abandonó, lo ubicó en situación de desamparo y mantiene actualmente el desinterés vincular, y, de ese modo, prevenir daños a su dignidad personal.»

También entre los fundamentos del Juez de Familia apareció el concepto de deshonra.

El Juez no duda en afirmar que se «un supuesto de supresión del apellido paterno por la deshonra que le causa portar e identificarse con el mismo, a raíz de los hechos delictivos cometidos por su progenitor, condenado en sede penal» y «de las situaciones de violencia, trabajo infantil y maltrato cotidiano sufridos de manera pública por el grupo familiar.»

En este contexto el Juez, citando fallos anteriores que exceden la provincia de Buenos Aires, expresa que «la deshonra del apellido presupone hechos que trascendieron al conocimiento público y que por sus características impresionaron de modo profundo en el medio social donde se desenvuelve el peticionante, causando la mera mención del apellido una aflicción en quien lo porta y una repugnancia su recuerdo en el quehacer local.»

La sentencia

A partir de ahora luego y luego de la sentencia dictada en las últimas horas, Marcelo quedó autorizado a llevar su apellido materno y dejar de tener en el marco de su identidad el apellido de su progenitor. La Justicia ordenó modificar la Partida de Nacimiento y toda documentación que posteriormente deba ser emitida.

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