Libros | La decadencia de la civilización occidental


Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (carlosjverucchi@gmail.com)

Serotonina es la más reciente novela de Michel Houellebecq, una especie de nuevo poeta maldito de la literatura francesa. Serotonina, que en armonía con las novelas anteriores de Houellebecq intenta poner de manifiesto las incoherencias de la sociedad capitalista actual, narra las peripecias de un empleado del ministerio de Agricultura francés que decide abandonar todo y lanzarse a una especie de carrera hacia el olvido. Sólo un vínculo mantendrá en relación a su vieja vida, y ese vínculo no es otro que la tarjeta de débito que lo mantiene unido a una abultada cuenta bancaria. Pero en su intento de olvidarse de su trabajo y de su novia, de su barrio en París y de todo el entorno en el que se ha movido, no hace más que reflotar viejas vivencias, amores perdidos, fracasos laborales y desencuentros con su familia.

Sólo cuando lo ha perdido todo, el protagonista de Serotonina, parece descubrir el amor que alguna vez sintió y los momentos felices que pudo haber vivido sin darse cuenta. No ahorra argumentos a la hora de justificar su fracaso individual y también, de algún modo, colectivo:

“Es malo que los que se aman hablen la misma lengua, es malo que puedan comprenderse realmente, que puedan comunicarse verbalmente, porque la vocación de la palabra no es crear el amor, sino la división y el odio, la palabra separa a medida que se formula, mientras que un informe parloteo amoroso, semilingüístico, hablar a tu mujer o a tu hombre como se hablaría a un perro, genera las condiciones de un amor incondicional y duradero. La cosa podría ir bien si al menos pudiéramos limitarnos a asuntos inmediatos y concretos ―¿dónde están las llaves del garaje?, ¿a qué hora viene el electricista? ―, pero más allá empieza el reino de la confusión, del desamor y el divorcio.”

Pero detrás de esa historia de desamor que se desarrolla a lo largo de la novela, el autor describe con una mirada sumamente ácida y corrosiva el completo absurdo en el que naufraga en la actualidad ―desde el punto de vista del protagonista y seguramente también del autor― la sociedad europea y en especial la francesa y la española, países por lo que transcurre la trama.

Pero en esa crítica áspera de las costumbres actuales nadie sale bien parado. Hijo de una pareja de militantes comunistas que se divorció poco después de que él naciera, Houellebecq quedó al cuidado de su abuela paterna, también comunista, quien se encargó de su educación. Sin embargo, a lo largo de la novela, y tal vez con ánimo provocador, el autor se mofa de ciertas ingenuidades que observa en la vieja generación de los izquierdistas de su generación, la generación de los que fueron jóvenes durante el Mayo Francés y la década del 70. En cierto pasaje atribuye el éxito actual de España, en su propósito de explotar al máximo el turismo, a la sabiduría del generalísimo Franco, pionero en el fomento a la industria del turismo, afirmación que sin duda tiene que resultar irritante para la mayoría de los habitantes actuales de España.

Otra arista interesante de la novela radica en el modo en que el autor (de profesión ingeniero agrónomo) muestra el desencanto y la impotencia que siente el protagonista ante el desdén de empresas que, como Monsanto, utilizan irresponsablemente herbicidas con sustancias prohibidas. También, asociada a la agricultura, se desprende de la novela una crítica al sistema librecambista que permite que países como Argentina, que devalúan su moneda para ser más competitivos, “inunden” Europa con sus productos, en este caso duraznos, y condenan a la desaparición a pequeños productores franceses.

Serotonina está narrada en primera persona y utiliza un lenguaje crudo, despiadado pero al mismo tiempo con una buena dosis de humor. Las escenas de sexo son narradas desde un punto de vista casi pornográfico y ocupan un lugar importante en los recuerdos que el protagonista va rescatando del olvido.

Serotonina, en definitiva, es una novela más que interesante para acercarnos al universo de Houellebecq. Un autor polémico que lenta y pacientemente ha instalado un nuevo estilo de narrativa y se esfuerza por hacernos reflexionar, constantemente, respecto a la vida que llevamos en estos tiempos de abrumadoras imposiciones tecnológicas y culturales, muchas veces sin detenernos a mirar qué tan lejos estamos de ese escondite cada vez más utópico que algunos llaman felicidad.

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