Panorama político bonaerense: Guzmán/Kicillof, un debate

El rol del gobernador en el entredicho por las tarifas. En acuerdo para aumentar otra vez, pero después de las elecciones. La preocupación por los precios, contracara del accionar sobre la deuda. Las derivaciones electorales.

Foto: presidencia

Por Andrés Lavaselli

La disputa en el oficialismo en torno al manejo de la política económica tiene un correlato caliente en suelo bonaerense, que va más allá de la abierta intervención del Axel Kicillof en el capítulo tarifario. Es que el Gobernador, en tanto parte del núcleo concentrado del poder K, le reprocha a Martín Guzmán lo que juzga un error más general: Invertir las prioridades y afectar la estabilidad del territorio estratégico del FdT, el Conurbano.

Durante la semana que pasó, las noticias sobre la evolución de la pandemia no fueron las que el gobierno provincial esperaba. En los siete días previos, el promedio de casos había bajado 18%, una cifra importante que parecía abrir la puerta a un relajamiento de las restricciones el 21 de mayo. Pero el ritmo se ralentizó y si bien cada día hubo menos contagios que el anterior, la baja fue ínfima. El dato político es que Kicillof, obsesivo con el manejo, esta vez se enfocó en otro frente: El económico. O El interno, que para este caso es lo mismo.

Hay dos planos significativos. Uno parece personal, pero no lo es. Hay que retener un detalle que pasó desapercibido: Kicillof estuvo tan interesado en defender al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, de los cuestionamiento de Guzmán y el ala albertista del gabinete nacional que para hacerlo llegó al extremo de prolongar un reportaje que habían terminado de hacerle sin que nadie le pregunte por él. Ese énfasis podría explicarse, como de intentó, por el hecho de que el funcionario había trabajado bajo su órbita cuando fue ministro de Economía. Pero debajo de la superficie había mucho más. El Gobernador acababa acordado tomar a su cargo esa defensa con el nivel máximo de conducción política del kirchnerismo, del que volvió a jugar como correa de transmisión política. Es un rol que la crisis parece aceitar. La cuestión técnica, en ese marco, quedó reducida casi a una anécdota. El acuerdo interno siempre fue aumentar menos de un dígito la tarifa eléctrica ahora y aplicar un segundo incremento después de las elecciones. Y así se hará. Queda claro entonces que el error de Guzmán aquí fue acelerar y hacer pública la jugada. Por eso, la respuesta que recibió tiene que ver con el manejo del poder.

El otro plano, más de fondo, se deja resumir más fácilmente. Kicillof cree que Guzmán debería enfocarse más en contener los precios de los alimento y menos en cerrar un acuerdo por la deuda, aunque las dos cosas sean importantes. Es un reproche que extiende a otros referentes del equipo económico. En especial a Matías Kulfas, con quien mantiene una vieja inquina. “A él le gustaría que la dureza contra los empresarios no sea solo retórica sino que se traduzca en mayores controles, pero para evitar terminar en medidas como los congelamientos, que siempre fracasan”, explican cerca del Gobernador.

Un punto clave es saber si aquí, como en el expediente Basualdo, Kicillof, además de la suya, la mirada del círculo íntimo del cristinismo. En La Plata responden a esa duda con una certeza: El Gobernador cree que Guzmán es la mejor opción disponible para el cargo que ocupa. Es una sintonía de fondo que viene de cuando fue designado: ante opciones como Nielsen, Pesce o Lavagna Kicillof abogó internamente por él. Y que ahora tal vez se exprese en la venia nacional para un acuerdo por la deuda provincial, aparentemente más cercano. Como fuere, la ansiedad del Gobernador, en realidad, tiene mucho que ver con una frase que repite a diario: “La gente no consume”. La traducción es electoral y de paz social y apunta, sobre todo, al Conurbano.

Un detalle importante: con el rebote en construcción, industria automotriz e insumos difundidos dos cambios por debajo de la velocidad que traía e marzo, el récord del precio de los comodities agrarios -la soja y el maíz- se transformó en el principal sostén fiscal del gobierno. Pero Kicillof no se sumó a las voces que piden compensar el efecto con una suba de retenciones de tres puntos, que Fernández tiene habilitada por ley. Es un dato llamativo: Al fin y al cabo, esa medida es un componente central de la receta del kirchnerismo para cuidar “la mesa de los argentinos”. Pero se trata de una batalla que el Gobernador prefiere no asumir personalmente, para no perturbar la relación con las entidades agrarias. Y por extensión con el electorado del interior. O con una parte de él.

Detrás de todo asoma el 14 de noviembre, que para Kicillof  tiene un significado primordial: Mejorar su representación en el Senado. Visto desde allí todo el debate económico cobra un sentido adicional: El último plan para descontar los 3 legisladores de ventaja que tiene en la cámara Alta la oposición apunta a lograr un empate que deje a la vice Verónica Magario en posición de definir. Para lograrlo, Massa tiene que aportar dos senadores por la primera sección, por lo que el Conurbano no debe desmadrarse. El otro, en la mesa de arena del oficialismo, sale de la séptima o la cuarta sección. ¿Se entiende por qué hablar de precios pero ni hablar de retenciones? (DIB)

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